Atender la inflación es hoy la prioridad de Colombia y del mundo. Expertos alertan que se avecina una crisis y preocupan datos de cara al 2023. La expectativa de crecimiento es uno de ellos. ¿Por qué?

El primero en actuar fue la Reserva Federal, quien acudió al encuentro de Jackson Hole con todas las recetas para controlar unas expectativas que, a la luz de los datos que veíamos de inflación, estaban comenzando a descontrolarse.

Y aunque los continuistas han tardado en mostrar sus cartas, el Banco Central Europeo se pronunciaba la semana pasada para, en primer lugar, anunciar la mayor subida de tipos de su historia, y, en segundo lugar –y como si se tratara de un “whatever it takes” a la inversa– comunicar que esta subida podría continuar si la situación así lo requiere.

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Los bancos centrales, como he dicho en varias ocasiones a lo largo de estas dos semanas, comienzan a mostrar una postura firme que, hace semanas, no veíamos: la inflación es prioritaria y la estabilidad de precio es el objetivo. Y si para frenar la inflación y lograr esa estabilidad de precios debemos paralizar la economía, como también se anunció, se paralizará la economía para hacer esto posible. Pues, como resaltaba, la decisión del Banco Central Europeo es atajar la inflación, y todo medio que conduzca a alcanzar ese fin está más que justificado.

En resumen, los halcones monetarios, es decir, aquellos que apuestan por políticas monetarias más restrictivas, se han hecho con el poder de los bancos centrales.

Y en esta línea, atendiendo a la situación que vivimos, hay que decir que las palomas monetarias –que cada día son menos–, es decir, aquellos que prefieren políticas más expansivas, no están en total desacuerdo con la actitud adoptada. Pues la economía se está recuperando y necesitamos crecimiento económico para volver a la situación de partida, la de 2019. Pero la inflación, que sigue devorando el poder adquisitivo de las familias en tanto en cuanto sigue creciendo, parece importar más a unos bancos centrales que ven en ella una mayor amenaza; y si esto no fuera así, no conduciríamos a la economía a un coma inducido para frenarla.

 ¿Y qué quiero decir con esto?

La respuesta es bastante sencilla: se avecina una crisis. Y si esta afirmación quedase catastrofista, lo menos que puedo decir es que el estancamiento de las economías, o como le gusta llamarlo al Fondo Monetario Internacional (por sus siglas, FMI), el enfriamiento de las economías es un fenómeno ya más que descontado por los analistas. Pues relajar la inflación, como bien sabemos, requiere relajar la demanda; pero en este contexto, la receta actúa como un arma de doble filo que, al relajar la demanda, mata la actividad económica y, con ello, el crecimiento económico que, hasta hace un mes, veíamos.

Centrándonos en la economía colombiana, una vez que sabemos la situación a nivel global, es preciso decir que esta no está exenta de esto que comentamos en el artículo.

Como repasamos en otras columnas, la economía colombiana prevé un buen desempeño este año, tal y como lo recogen las distintas previsiones de crecimiento que han ido publicando los organismos hasta la fecha. Con un crecimiento que pretende superar el 6%, el Fondo Monetario Internacional, así como otros organismos como la Cepal, otorgan a Colombia la primera posición en el ranking de aquellas economías que antes prevén recuperarse de la crisis vivida. De la misma manera que sitúan al país a la cabeza, en lo que a crecimiento económico se refiere, de entre las economías que conforman la región latinoamericana.

No obstante, preocupan unos datos que, para el año 2023, no son tan positivos, ni dejan tan bien situada a esta economía.

Dicho lo anterior, es preciso señalar que, independientemente de lo que se espera para el ejercicio 2022, Colombia revisó a la baja su pronóstico de crecimiento de la economía para el próximo año, llevándolo desde un 3,2% previo hasta un 2,2%. Y en esta misma línea, entidades del sector privado, como el reconocido banco de inversiones JP Morgan, han confirmado esta desaceleración que citamos, anunciando una reducción del crecimiento para el mismo ejercicio, el 2023, que se situaría finalmente en el 1,7%, en lugar de en el 2,5 % previsto.

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Y hemos de señalar, antes de concluir, que hablamos de las previsiones más optimistas. Pues si cogemos las previsiones de otros organismos, como podría ser el banco central colombiano, lo que observamos es que este pronóstico se reduce más todavía; debiendo decir que, atendiendo al análisis, hablamos de un crecimiento que podría situarse finalmente en el 1%.

En conclusión, se avecinan tiempos difíciles.

Pese a que las previsiones para este año son buenas, debemos ser muy cautos a la hora de proceder. Pues es preciso destacar que la autocomplacencia, teniendo en cuenta el trabajo acometido hasta la fecha, puede estar justificada en un escenario en el que lideras la recuperación dentro de tu continente, pero ello no quita que, al igual que hablamos de crecimiento, podemos hablar de estancamiento, y atendiendo al análisis que hoy ofrezco, debo decir que estamos más cerca de lo segundo que de lo primero.

Por: Francisco Coll Morales*
*El autor es economista, Redactor jefe y jefe de análisis de Economipedia. Analista económico en más de 40 medios, nacionales e internacionales.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.