Jack Sarvary, cofundador de Leoparda Electric, contó a Forbes que van a reclutar ingenieros de Rivian y de Tesla para esta startup que inicia en Brasil y se expandirá a Colombia y México.

Jack Sarvary pasó de la noche a la mañana de tener cientos de personas y un negocio de seis países a su cargo, la división de Turbo de Rappi, a encerrarse en un apartamento junto a su computador para insistir en montar algo que suena complicado: una compañía de motos eléctricas.

Para originarse, él, estadounidense, se mudó de Bogotá (Colombia) a São Paulo (Brasil), luego de renunciarle al CEO de Rappi Simón Borrero, quien en vez de intentar retenerlo, se ofreció a ayudarlo. Paralelamente, convenció a Billy Blaunstein, de que renunciara a Tesla, donde era gerente de un área de carros usados y donde había cofundado un vehículo de inversión para exempleados, para que fuera su socio.

“Siempre supe que iba a emprender después de Rappi”, dice a Forbes Sarvary, quien había estado en la tecnológica de origen colombiano desde sus inicios en 2016. “Llevaba más de un año investigando ideas, quería algo que ayudara al medio ambiente. Exploré y nada me parecía una oportunidad tan grande, hasta que definí que iba a producir motos eléctricas, algo que cada día me emocionaba más”.

Leoparda Electric, cofundada por Sarvary y Blaunstein, ha obtenido US$8,5 millones en una ronda de inversión semilla, liderada por el fondo brasileño Monashees y Construct Capital, un fondo estadounidense especializado en movilidad.

De la inyección de capital participó también el boliviano Marcelo Claure, que inversionsita que lanzó SoftBank en Latinoamérica, a través de su nuevo fondo Claure Capital. A él se acercaron por Twitter, respondiéndole a una publicación en la que mostraba afición por motos eléctricas en un viaje a la India. Además, se unieron al grupo de inversores Auteco, K50 Ventures, Climate Capital y una extensa lista de ángeles inversionistas en la que se encuentran altos ejecutivos de compañías como Rappi, Tesla, Uber, Kavak y Kovi.

Con este arranque intentarán contratar ingenieros de Rivian y Tesla que ayuden a construir el hardware y el software, aunque inicialmente el modelo será importar vehículos para poner en marcha un piloto en Brasil.

La situación que quieren abordar es que en América Latina las motos eléctricas representan menos del 1% del total, porque además del elevado costo, la mayoría de quienes usan moto lo hacen con uso comercial, por lo que no les resulta útil en sus recorridos de 100 kilómetros baterías que aguantan carga hasta los 50 kilómetros.

En su modelo, Leoparda Electric pretende ofrecer motos eléctricas con una suscripción mensual desplegando una red de estaciones a donde los usuarios pueden cambiar las baterías descargadas por otras para su uso inmediato. La promesa contempla que los seguros y el mantenimiento de los vehículos estén incluídos en la suscripción.

Sarvary cuenta que obtener estos recursos en medio de la ralentización de las inversiones de capital de riesgo ha sido un camino díficil.

“Un inversionista nos dijo que no invertía en nada que incluyera el mundo de los átomos. Hablamos con muchos y no nos salía ningún trato. La cosa empezó a dar la vuelta cuando encontramos un fondo de movilidad en el que la socia manejaba Jump, la división de biciceltas eléctricas de Uber”, apunta el cofundador de Leoparda Electric, que con esta iniciativa entra en el movimiento de la Rappi Mafia, como se le conoce popularmente a los exempleados de Rappi que fundan nuevas compañías.

Sostiene que finalmente llegaron a tener ofrecimientos de hasta por US$20 millones para esta ronda, pero prefirieron no suscribir en exceso la ronda.

“Lo primero que haremos será sembrar el mercado, comprando y alquilando vehículos para mostrar que es posible”, anota Savary.

Con un equipo de 15 personas, en su primer año de operación Leoparda Electric aspira a facturar US$1 millón, con los pilotos en Brasil y el posterior inicio de operaciones en Colombia y México.

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