El escenario de deforestación se ha convertido en un agravante que exige respuestas inmediatas y efectivas. Para ello, el sector público y privado vienen promoviendo acciones, individuales y conjuntas, de restauración y preservación forestal.

En las últimas dos décadas, Colombia ha perdido 3,1 millones de hectáreas de bosques por deforestación; la región más afectada es la Amazonía, en donde fueron arrasadas más de 1,8 millones de hectáreas, según el Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam). En promedio, en el Amazonas, la región de mayor biodiversidad en Colombia, se han deforestado cada año 88.490 hectáreas.

Las causas más representativas de este fenómeno son las malas prácticas de ganadería extensiva, expansión de la frontera agrícola en áreas protegidas, los cultivos ilícitos, la extracción ilícita de minerales, la tala ilegal de árboles e incidentes naturales como incendios no controlados. Esto refleja la enorme dificultad que enfrenta el país para contener la crisis ambiental y garantizar el cumplimiento de los compromisos internacionales.

Es preciso recordar que, en 2020, Colombia actualizó las reducciones previstas de sus emisiones de Gases Efecto Invernadero a 2030, de acuerdo con lo contemplado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático; de modo que la implementación de esta agenda para la adaptación al cambio climático, según estimaciones realizadas por el Departamento Nacional de Planeación (DNP), comportan una inversión anual cercana al 0,2% del PIB.

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El escenario de deforestación se ha convertido en un agravante que exige respuestas inmediatas y efectivas. Para ello, el sector público y privado vienen promoviendo acciones, individuales y conjuntas, de restauración y preservación forestal.

El Banco de Bogotá ha integrado dicho propósito en su política de sostenibilidad. A través de alianzas estratégicas con Saving the Amazon y Fundación Natura, se han puesto en marcha iniciativas para la recuperación forestal, y la compensación de la huella de carbono generada por su operación. Al cierre de este año, habremos sembrado más de 82.100 árboles, aportando una reducción acumulada de más de 5.000 toneladas de CO2.

Con miras a convocar una amplia participación social en estos esfuerzos, hace un año lanzamos la Tarjeta Débito Amazonía, la primera tarjeta verde del país: los clientes donan el 1% de sus compras a los planes de reforestación, y por cada dos árboles sembrados, el banco dona uno adicional. Gracias a este producto innovador, entregamos una bóveda de oxígeno con 18.000 nuevos árboles que serán sembrados al cierre de este año. Esta apuesta también conllevan un alto impacto social, cuyos principales beneficiarios son las comunidades indígenas, ya que son ellos, las comunidades Tayazú y Santa Cruz, quienes desarrollan el proceso de siembra y cuidado de las especies nativas.

El Banco de Bogotá insta a la comunidad empresarial, y a todos sus grupos de interés, a redoblar los esfuerzos por contener, restaurar y preservar la biodiversidad, y asumir las responsabilidades que tenemos como sociedad en la adaptación del cambio climático, garantizando con ello niveles adecuados de prevención de riesgos, y dinámicas de crecimiento económico sostenibles. Nuestro futuro y el de las generaciones por venir está en nuestras manos.

Por: Isabel Cristina Martínez, vicepresidente de Sostenibilidad y Servicios Corporativos del Banco de Bogotá.

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