Mariana Mazzucato es la economista de moda en Colombia y en el mundo. En exclusiva para Forbes Colombia, habló sobre su visión para la transición energética a nivel global y analizó las estrategias de los bancos centrales para enfrentar una recesión que, a su juicio, puede llegar a convertirse en una depresión.
El pasado 19 de junio, tras ganar la Presidencia de la República, Gustavo Petro aseguró en un discurso pronunciado ante más de 10.000 personas en el Movistar Arena de Bogotá, que su propuesta para mejorar la economía nacional no es socialista, sino que apunta al desarrollo de un “capitalismo democrático”. Lo cierto es que esa idea tiene nombre y apellido y le pertenece a quien el mandatario ha descrito como la principal economista del mundo a día de hoy.
Se trata de la profesora de Economía de la Innovación y Valor Público de la Universidad College London, y directora del Instituto de Innovación y Propósito Público (IIPP), Mariana Mazzucato, quien visitó Colombia el pasado 20 de octubre para reunirse con Petro, a quien elogió por su vocabulario “bastante progresista” sobre la economía, que va en línea con la reforma tributaria presentada al Congreso de la República y que está a la espera de un segundo debate.
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“Usted habla de distribución, que es un tema muy importante porque se necesita una reforma tributaria progresiva, pero no basta con redistribuir si no creamos riqueza”, dijo la economista de origen italiano durante un conversatorio que se realizó en la Casa de Nariño.
Tan solo un par de días antes de su visita al país, Mazzucato dispuso de 25 minutos para charlar vía telefónica con Forbes Colombia desde sus oficinas en Londres. La conversación arrancó, precisamente, con la explicación del concepto que la ha posicionado como la economista más influyente del planeta, y que va en línea con esa frase que complementó su elogio hacia el primer proyecto bandera del gobierno de Gustavo Petro. Sencillamente, se resume en que el capitalismo democrático es la manera en la que se reorienta el crecimiento económico.
“No creo en el no crecimiento”, apuntó con severidad, para luego agregar que hay que redirigirlo para que sea inclusivo y realmente bueno para todo el mundo. Y es que, para Mazzucato, hay una distinción entre las personas que se preocupan por la gente, el bienestar, los servicios sociales y la igualdad, y los que hablan de la innovación, el capital métrico, la inteligencia artificial y la minería.
“Intenté juntar las dos cosas y descubrí que deberíamos afrontar nuestros retos sociales, la igualdad y el cambio climático a través de un modelo de crecimiento económico basado en la inversión en innovación para abordar esos objetivos sociales. Esa es la primera parte del capitalismo democrático”, explicó la académica.
En otras palabras, lo que se trata de hacer con este concepto ya se está orientando hacia áreas que son buenas para la gente. Ahora, como requiere inversión en innovación, también es positivo para la productividad y el empleo, además de causar un tipo de crecimiento que debe ser compartido.
Precisamente, el empleo es uno de los temas clave en las teorías de Mazzucato. Tanto así, que aprovechó el apunte para referirse al boom de las startups que se ha experimentado a nivel global. Desde su punto de vista, se debe en gran parte a la falta de trabajos de alta calidad en la “vieja economía”. Pero también es el resultado de políticas basadas en mitos en torno al ecosistema emprendedor.

“No creo en las startups. Creo en las scale-ups, es decir, en lo que se quiere en un país”. Para explicar esta afirmación, la economista aseveró que las scale-ups no son un montón de pequeñas empresas que ni siquiera producen valor, sino un modelo de negocio probado que necesita asistencia para lograr un punto de inflexión. Lo que se quiere con esto es ayudar a crecer a esas compañías pequeñas y la herramienta clave para eso es la contratación pública.
“Por lo general, el problema es que estas pequeñas empresas siguen siendo pequeñas y eventualmente también mueren. De ahí que el proceso de su ampliación sea clave, y no se trata solo de las áreas de alta tecnología, sino de todo tipo de servicios públicos”.
Por supuesto, todas las empresas medianas, y a veces las pequeñas, no disponen de un presupuesto para investigación y desarrollo debido a su alto costo, lo que las obliga a recibir todo tipo de asistencia para hacerlo. Basta con un ejemplo concreto que la misma Mazzucato dio en su paso por Colombia para entender este escenario: si la Nasa se hubiera comportado como una compañía pública de hoy en día, nunca habríamos ido a la luna.
Entre el abanico de posibilidades que estas empresas tienen a la mano, se cuentan los créditos fiscales como herramienta que posibilita el apoyo gubernamental a través de incentivos más altos y mano de obra innovadora, así como inversiones en el futuro. Sin embargo, esto no debería depender solo de las administraciones públicas, y es aquí donde entra a colación uno de los jugadores más criticados por Mazzucato.
El sector financiero no es productivo
“El sector financiero privado es un problema. Están ganando mucho dinero simplemente moviendo activos por todo el mundo, y realmente tenemos que hablar de la inversión productiva. Necesitamos que vaya a la economía real y que fomente ese tipo de crecimiento a largo plazo”, afirmó.
Cabe resaltar que las críticas de Mazzucato apuntan tanto al sector financiero como a la financiación del sector empresarial. El problema en muchas partes del mundo es que “los sectores financieros financian otras partes del sector financiero”. En el Reino Unido, por ejemplo, el 80% de las finanzas se destina a los seguros financieros y a los bienes inmuebles, y en muchas partes también puede ir dirigidas a los sectores más extractivos.
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En primer lugar, la economista dejó claro que los impuestos sobre el sistema financiero “son a menudo erróneos”, por lo que se deberían fomentar las finanzas a largo y no a corto plazo. “Lo que necesitamos es una economía basada en la innovación. Necesitamos un crecimiento que aborde los retos sociales, como la reducción de la brecha digital, las ciudades neutras en carbono, etc… Eso necesita ser financiado, y no se puede lograr con un comercio muy rápido a corto plazo”, detalló.
Aquí es donde la conversación apunta a la necesidad de naturalizar el modelo de crecimiento de esa inversión a largo plazo y la capacidad productiva. Si bien se necesita tanto la financiación pública como la privada, no hay que ignorar que esta última también acarrea el riesgo de creación de burbujas.
“Si se facilita a la gente la compra de cosas y sus ingresos reales no aumentan, se está alimentando una burbuja (…) Todo el mundo habla de la deuda pública, pero la deuda privada en muchos países no es sostenible y hará explotar la burbuja”, explicó Mazzucato, haciendo referencia nuevamente al Reino Unido, que cerró 2021 con un nivel de deuda privada que se ubicó en 183,9% del PIB.
Por el contrario, elogió el abordaje que el presidente Petro le ha dado a este tema, alegando que “puede ser muy correcto” al centrarse en inversión para la producción. Y es que, a juicio de la economista, cada país debe asegurar que sus finanzas son productivas en la economía real a largo plazo y que, al mismo tiempo, hay un mayor ingreso.
Lo que ha ocurrido recientemente con la crisis financiera mundial es que hemos tenido crédito sobre crédito, pero el riesgo subyacente al mismo estaba oculto. De ahí que el mundo necesite leyes internacionales al respecto, pues ningún país es consultor por sí mismo. Si bien se intentó implementar esta estrategia después del ‘crash’ de 2008, no ha funcionado realmente.
Bajo esa perspectiva, actores como los bancos públicos de desarrollo se pueden convertir en aliados muy importantes para la financiación a largo plazo. Incluso, llegan a asegurarse de que el programa de préstamos obligará a las empresas a cambiar lo que están haciendo para transformarse e invertir para innovar.

A manera de ejemplo, Mazzucato mencionó que los bancos públicos alemanes proporcionaron a sectores como el minero/energético la condición de bajar el contenido de acero para reutilizar la tecnología reciclada. Lo mismo puede pasar en América Latina y Colombia, donde el sector “debería ser una minería verde que también formara parte de la transición sostenible del país, que no se produjera por sí sola, sino que proporcionara condiciones a los préstamos o a los programas del gobierno”.
Transición energética
“Este es un problema para cada país en un nivel diferente. Por un lado, los retos apuntan a tener una vía de crecimiento sostenible que, con el tiempo, debería reducir la cantidad de exploración de petróleo y gas. El problema es que, en la transición hacia eso, no puedes simplemente decir: Vale, hoy paramos”, señaló.
Si bien Mazzucato reconoció que dejar de extraer hidrocarburos “sería lo ideal”, insistió nuevamente en que “cada país es diferente”. En el caso de Colombia, lo que más le conviene es el aumento y financiación de la cartera de alternativas, lo que incluye hacer uso del petróleo y el gas para también financiar el abanico de opciones que ayudarían a la nación a ser cada vez más renovable. Es clave apuntar que todo esto requiere patrones constantes de inversión.
“Si se piensa en ello, incluso desde la perspectiva de un banco público, se podrían obtener rendimientos de un área y reinvertirlos en otra. Ahora, el problema es también las habilidades de la gente en el petróleo y los gases que no se deben desechar. Si simplemente paras hoy, ¿a dónde van?”, dijo.
La economista lo tiene claro: no se puede reducir a cero emisiones ahora mismo sin perjudicar a la economía, pero sí se necesita un objetivo para llegar a ser 100% renovable, ya que puede fomentar aspectos como innovación, puestos de trabajo e inversión. Para lograrlo, debería haber una transición hacia la sostenibilidad al cien por cien y detener el petróleo y el gas con una fecha límite. Sin embargo, al ser los que aportan hasta 40% de los ingresos de exportación de Colombia, sostuvo que no es demasiado bueno pararlos de tajo.
En perspectiva, Mazzucato resaltó que tanto el gobierno como el sector privado, partes involucradas en esta discusión, “tienen la razón”. Por un lado, Petro es “muy ambicioso y correcto” al tener esto como una meta en el largo plazo, pero en el corto plazo se requiere la readaptación de la formación para que, en última instancia, Colombia se convierta en un líder innovador en estas nuevas áreas renovables. Esto solo será posible con un desarrollo bien planificado que contemplaría al petróleo y el gas como actores preponderantes, al menos temporalmente.
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Tasas de interés y recesión
A pesar de que la discusión sobre la estrategia de sostenibilidad de Colombia es uno de los puntos centrales del gobierno de Gustavo Petro, el mandatario tiene problemas más importantes que atender en un plazo inmediato, y es que el Banco de la República apunta a subir las tasas de interés en 100 puntos básicos nuevamente, ubicando su gravamen en 11%. Al respecto, Mazzucato emitió una opinión “que le diría a cualquier país: asegúrate de que no estás aumentando los tipos de interés de forma reactiva, cuando el problema de la inflación no está realmente ahí”.
Bajo el criterio de la académica, hay tres fuentes de inflación: una apunta a los costes laborales unitarios, que son básicamente los salarios. Esto genera una sensación impulsada por la demanda, haciendo que la gente compre a niveles tan acelerados que pueden causar la inflación. Ese no es el fenómeno que tenemos ahora.
La segunda fuente de inflación es el coste de la energía, apuntando al valor de la unidad de trabajo y el flujo de la misma. Para Mazzucato, esa es la fuente masiva de inflación en este momento, y al considerar que existen diferentes maneras de abordar el dilema, se ha convertido en un gran debate mundial.
Tampoco se puede dejar de lado la tercera fuente de inflación, que apunta precisamente al exceso de beneficios en el sector minero, energético y del gas. “Estas empresas están obteniendo ganancias récord no porque sean más inteligentes, sino porque tienen mucha suerte”, afirmó.
Hay dos maneras de hacer frente a este tipo de inflación: una es limitando los precios de la energía, algo que muchos países están haciendo, pero también gravando el exceso de beneficios en el sector. Aquí hay que abordar esa variable como una renta, teniendo en cuenta que están aumentando de forma masiva y que, incluso, puede repercutir en hasta 90% de la población de un país.
“Has logrado que la gente vuelva a trabajar, por lo que están preparados para enfrentarse a unos costes energéticos muy altos en sus facturas domésticas. Sin embargo, ahora están subiendo y, de repente, no pueden pagar su hipoteca, lo que puede causar que una recesión se convierta en una depresión, pues la gente empieza a arruinarse y a gastar menos”, subrayó.
A pesar de la convulsión actual, Mazzucato no ocultó una hipótesis controversial, y es que las tasas de interés “han subido poco de todos modos”, si se tiene en cuenta que han sido “anormalmente bajas” para los últimos 15 años, al igual que la inflación. Para la economista, una pequeña subida de este indicador habría estado bien; el problema es que tenemos demasiada inflación en el horizonte debido a factores exógenos que no tienen nada que ver con la demanda.
“De nuevo, me preocupa que aumentar constantemente una tasa de interés pueda conducir al mundo entero a una depresión global. Eso va a ser terrible, especialmente en los países en desarrollo, pero no tiene por qué serlo”, comentó.
No cabe duda de que esta será una crisis muy grave a menos que cambiemos nuestra forma de pensar y, sobre todo, de entender el origen de la inflación. En este apartado, Mazzucato habló muy claro al cierre de su charla con Forbes: no hay que limitarse a aumentar los tipos de interés y luego rezar a Dios para que la cifra baje. Hay que ir al origen de la misma.
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