Sebastián Nieto, jefe de unidad para América Latina del Centro de Desarrollo de la OCDE, cuenta a Forbes de qué forma la región puede hacer frente al incremento de precios y las consecuencias que tiene la inflación en los hogares más vulnerables.
Las voces prediciendo una pronta recesión en Estados Unidos y el incremento de las tasas de interés en línea con una inflación que aún no se modera pondrían en aprietos a América Latina. De hecho, esta región, que en 2021 fue la de mayor crecimiento por el efecto rebote de la pandemia, vería este año una desaceleración económica.
En este contexto, Sebastián Nieto, jefe de unidad para América Latina del Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), explica a Forbes que algunos problemas estructurales, como la población en situación de pobreza y pobreza extrema, siguen creciendo en la región aún luego de la pandemia.
El ejecutivo proyecta que estas brechas sociales seguirán ampliándose ante el avance de la inflación, mientras las tasas de interés de los bancos centrales de la región se encuentran en niveles récord y se espera que la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) continúe elevando sus tasas.
Fitch acaba de revisar a la baja la perspectiva de Perú de estable a negativa. ¿Qué consecuencias puede traer esto para el país?
Perú es un país que tiene un endeudamiento público relativamente bajo con respecto a los países de América Latina. (…) Hay un margen de maniobra que no se tiene en otros países. Eso garantiza una solvencia y una sostenibilidad de la deuda, lo cual es un valor importante en una economía emergente como la peruana.
Algo en lo que el Perú puede seguir avanzando es en cómo mejorar su estructura tributaria y el nivel de ingresos. Estamos hablando de unos ingresos cercanos al 15% del PBI, de acuerdo con nuestro informe de estadísticas tributarias de América Latina y el Caribe, donde comparamos el nivel de impuestos de Perú con respecto a los países de la OCDE de América Latina. Ese 15% [de Perú] es algo inferior a lo que tenemos en los países de la región. En América Latina nos acercamos al 22% del PBI y en los países de la OCDE [global] al 33,5% del PBI.
Necesitamos tener un marco macroeconómico estable y para esto [hay que ver] cómo garantizar la solvencia del Estado, que el Perú tiene gracias a su buen récord fiscal y también a nivel monetario con un banco central independiente que siempre ha tenido una credibilidad muy importante en su manejo de de inflación objetivo.
Recientemente, el FMI revisó a la baja su estimado de crecimiento para América Latina en 2023. ¿Cómo ven el panorama para la región y específicamente para el Perú?
Lo que hemos visto en América Latina es una desaceleración del crecimiento después de tener un pico muy importante en 2021 por el efecto base de la crisis de la covid-19. Y lo que ya vemos más hacia el próximo año y el mediano plazo es un bajo crecimiento del PBI potencial en América Latina. Eso nos lleva a pensar qué fuentes de desarrollo necesitamos en la región.
Tenemos que pensar en [nuevas] fuentes de diversificación económica y en cómo formalizar más. En el caso de Perú, estamos hablando que cerca del 50% de los hogares son totalmente informales y existe una informalidad cercana al 70% por el lado de los trabajadores. Son cifras superiores incluso a lo que tenemos en el promedio de América Latina.
Si no respondemos a estos retos estructurales, es muy difícil salir de esa tendencia que tenemos de brechas, tanto en productividad como sociales.

En este contexto se añade el efecto de la inflación. ¿Cómo consideran de que la región puede hacer frente a esta situación?
Lo que hemos visto, no solamente los países de América Latina sino también a nivel mundial, es un aumento considerable de la inflación. En América Latina, vemos que los bancos centrales han respondido de una forma acertada, con unos aumentos de las tasas de interés que aún permiten anclar las expectativas de inflación. Esto es algo importante: tener bancos centrales independientes con una política de inflación objetivo.
Esto tiene una relevancia clave para la región, pues la tasa de inflación, cuando únicamente miramos la población más pobre, es mayor para ellos que para el total de la población.
Entonces, sin duda alguna, la respuesta de los bancos centrales es muy positiva, pero no es suficiente. Por supuesto, lo que hemos visto es que este ha sido un choque de oferta en varias economías a nivel mundial en América Latina. Por ello, tenemos que pensar en qué tipo de estrategias pueden mejorar tanto el aparato productivo como depender menos de algunos insumos, lo cual favorece la estabilidad de precios en el mediano y largo plazo.
Justamente, las tasas de interés en muchos países de la región están en niveles récord. ¿Hacia cuándo podemos esperar una normalización?
Depende, primero, de las condiciones internacionales. Esto va más allá de la invasión de Rusia a Ucrania. Por supuesto, esto ha tenido un impacto muy importante sobre el precio de los alimentos de los insumos, pero también hay que tener en cuenta fallas que hemos tenido en el comercio internacional. Por ejemplo, en el tema vinculado con el comercio naviero, donde se ha tenido consecuencias sobre los precios de algunos insumos y sobre algunas restricciones de comercialización.
Lo que estamos viendo es que todos estos efectos internacionales nos llevan a un alto impacto sobre el nivel de precios en América Latina. Sobre qué tanto [es el impacto] dependerá únicamente factores locales. Y por el lado doméstico, dependerá qué tanto está aumentando la demanda y ahí tenemos casos diferentes entre países de América Latina. Hay países donde la demanda está creciendo de forma importante y eso hace que se siga con la tendencia de elevar la tasa de interés.
La normalidad de las tasas dependerá de cuánto duren algunos choques externos. Uno tendería a pensar que la normalización [de tasas de interés] se debería llevar a cabo en América Latina en el mediano plazo. Y la intensidad dependerá de las condiciones de cada uno de los países.
A raíz de la pandemia, muchas brechas estructurales en América Latina se vieron impactadas. A ello se le suma las tasas de interés que siguen subiendo. ¿Cómo es que estos factores van a influir en la reducción de la pobreza en América Latina, que la OCDE esperaba que regrese a niveles prepandemia hacia el 2024?
En América Latina, cerca de un tercio de la población está en pobreza. Es un nivel muy elevado. Estamos hablando de prácticamente más del 10% de la población que está en pobreza extrema. Son cifras alarmantes y que se han ido confirmando con la pandemia, que lo que hizo fue exacerbar muchos de los retos que teníamos anteriormente.
Desde el 2014 ya veíamos esa tendencia. Con la pandemia tanto la pobreza total como la pobreza extrema aumentaron. Pero más preocupante aún es que, posterior a la pandemia, lo que vimos es que la pobreza extrema siguió subiendo. Con lo cual, las brechas de desigualdad están aumentando en América Latina fuertemente. Y ante todo lo que estamos viendo, que es una región con aumentos recientes de la tasa de inflación que afectan a la población más vulnerable en los precios de una forma más acentuada, pues tendremos incrementos todavía mayores de pobreza en la región.
La informalidad y creación de empleos de calidad siguen siendo un problema importante en la agenda de América Latina. ¿Qué reformas o desafíos pendientes hay para la región en el ámbito laboral?
América Latina es una región en la cual la informalidad es superior a la mitad de los trabajadores. En particular, en el ámbito del hogar, estamos hablando de que más de un tercio de los de los hogares son totalmente informales, lo cual nos lleva a ver cómo hacemos políticas integrales que promuevan la generación de empleo. Esto está totalmente vinculado con una estrategia productiva de generación de empleo en América Latina, donde todavía las ganancias de productividad son bastante reducidas con respecto a los países más avanzados.
En América Latina el crecimiento del PBI per cápita de largo plazo es cercano al 0,7%, mientras que en las economías avanzadas es de 1,7%. Entonces, sin duda alguna, la estrategia productiva para generar empleo es clave, teniendo en cuenta las tendencias globales de medio ambiente y del mundo digital.
Mencionaba de que hay algunos enfoques, como el de los sostenibilidad, que pueden impulsar también la creación de más empleos. ¿Cómo ve el desarrollo de estos negocios en América Latina?
El punto crucial es de qué forma cambiamos muchas de nuestras políticas. Por ejemplo, [las] de conectividad. Asimismo, nuestra matriz energética tiene un porcentaje más renovable de lo que tenemos en otras economías del mundo. [De hecho], la energía renovable contribuye con el 13% de la matriz energética a nivel global. Mientras que, en América Latina, esta contribución es de 33%. Ahí hay un margen para aprovechar esta matriz energética [con el fin de implementar] un modelo más sostenible.
¿Qué países están más avanzados en este rumbo?
Algunos países han llevado una agenda verde muy importante desde hace ya varios años. Por ejemplo, el caso de Costa Rica, que tiene una taxonomía verde.
Algo que también tenemos que ver es la otra cara de la moneda: la financiación verde para todas estas políticas. Tenemos el caso de Chile, que sacó el primer bono soberano vinculado a la sostenibilidad. Colombia también fue el primer país dentro de la región en sacar un bono soberano verde a nivel doméstico.