En la presentación de la tercera versión del Informe Nacional de Empleo Inclusivo se analizó la incidencia de la educación pertinente sobre el acceso al mercado laboral.
El más reciente Informe Nacional de Empleo Inclusivo (INEI) presentó cifras reveladoras no solo del panorama laboral en Colombia, sino también del tránsito que realizan las personas desde las distintas etapas de la educación hasta la inserción en el mercado del trabajo.
A partir de los cruces de los datos obtenidos en cada ámbito, los realizadores del estudio pudieron identificar ciertas conexiones que se establecieron entre el acceso a la formación, la vinculación laboral y la superación de la pobreza. Sin que esa sea la norma, se halló que los bajos niveles educativos pueden influir en las condiciones de empleabilidad de la población en Colombia.
La Alianza por la Inclusión Laboral, integrada por Fundación Corona, Fundación ANDI y USAID a través de ACDI VOCA, y con el apoyo estratégico del PNUD, publicó este 1 de noviembre la tercera versión de este informe en el que se consolidaron los principales resultados de educación y empleo para el año 2021, al tiempo que se señalaron algunas líneas y recomendaciones para atajar las problemáticas existentes en esta materia.
Angela Sabogal, coordinadora de la alianza, indicó que para el periodo en cuestión un estimado de 25,7 millones de personas se encontraban en pobreza monetaria o extrema en el país, un escenario complejo si se tiene en cuenta que, de acuerdo con el Banco Mundial, la población total de Colombia es superior a los 51,2 millones de habitantes.
El empleo es uno de los factores con mayor incidencia en la movilidad social, como resalta Sabogal, y en esa medida resulta preocupante que el 83% de las familias que afirmaron que al menos uno de sus integrantes estaba desocupado se encontraba en condición de pobreza.
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Pero, ¿el desafío empieza desde el colegio?
Como parte del análisis del INEI se estableció la trayectoria de las personas desde las instancias educativas hasta el mercado laboral, siendo esas etapas de formación fundamentales para la inserción en el trabajo.
“Para que, a pesar de las crisis, podamos alcanzar una movilidad social positiva no solo es importante trabajar en acceso al empleo y a la educación, también es necesario pensar en la calidad del mercado laboral y de la oferta educativa. Para ello, es necesario que los esfuerzos se centren en políticas con enfoque territorial y poblacional que atiendan los retos para el cierre focalizado de brechas”, resaltó Daniel Uribe, Director Ejecutivo de Fundación Corona.
El estudio mostró que los estudiantes que logran graduarse de la media (grado 10° y 11°) contaron con una mayor tasa de ocupación, hasta 9,8 puntos porcentuales más, que aquellos que solo terminaron la primaria y hasta 24,2 puntos porcentuales por encima de quienes cursaron secundaria.
Asimismo, el nivel educativo puede condicionar el acceso a los empleos formales. Según el estudio, las personas que culminaron la media estaban en menos ocupaciones informales frente a los que hicieron primaria (22,8 p.p. menos) y secundaria (17,2 p.p. menos). Aunado a eso, se estima que en el país más de la mitad de los jóvenes en edad de trabajar no tienen oportunidades de educación o empleo formal.

Pero garantizar que los jóvenes se mantengan en esos últimos grados es complejo, y así lo demuestra el incremento en las cifras de deserción en la educación media. Al ahondar en las razones de esta inasistencia a la escuela, el estudio halló que el 54% de los jóvenes entre 15 y 16 años no van al colegio porque están trabajando o hacen tareas del hogar.
Para Rafael Arias, gerente de Educación y Empleo de Fundación Corona, está claro que la deserción tiene un componente económico muy importante y que las estrategias deben estar orientadas a cubrir esas necesidades que llevan a los jóvenes a desatender la escuela. Esto se refleja en que siete de cada diez estudiantes que faltaron al colegio pertenecían a familias pobres, según el INEI.
En el marco de la presentación de los resultados de este informe, Angélica Mayolo, abogada y exministra de Cultura de Colombia, fue enfática en que parte de la solución está en “afrontar brechas de desarrollo territorial”.
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“Hay regiones que no tienen aparato productivo y, sin tejido empresarial, eso hace que no haya empleo. Es imposible la generación de ingresos sin capacidad productiva y ello depende de la capacidad institucional de generar condiciones para el desarrollo”, añadió.
“El INEI incluye recomendaciones como promover un enfoque integral para reconocer las diferentes barreras que se presentan a lo largo de las trayectorias de los jóvenes desde la etapa escolar, pasando por la formación posmedia, hasta el acceso al empleo y emprendimiento”, agrega Ricardo Amaya, director de Jóvenes Resilientes de ACDI/VOCA.
El panel de expertos concuerda en que la educación y el empleo de calidad son esenciales para la movilidad social de poblaciones vulnerables, y para facilitar esa inserción no se puede desconocer la realidad macroeconómica y la necesidad de un crecimiento sostenido.
Como expresó Roberto Angulo, Director de Inclusión S.A.S., “si queremos empleo inclusivo, necesitamos un crecimiento que tenga en el ADN esa posibilidad de sacar gente de la pobreza”.