La renuencia del gobierno de Gustavo Petro para firmar nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos ha generado preocupación. ¿Cómo ha hecho Noruega para mantener sus exportaciones de petróleo y gas, pero logrando menores emisiones de CO2?
En promedio, un colombiano puede emitir hasta 1,6 toneladas de CO2 al año, de acuerdo con el Banco Mundial; en total, Colombia irradia 102 millones de toneladas. El monto es minúsculo si se compara con la cifra global: 36.440 millones de toneladas. Nuestro país es apenas 0,3% del problema.
Aún así, el presidente Gustavo Petro busca que el país deje de usar hidrocarburos, pese a múltiples advertencias del sector privado ante una eventual pérdida agresiva de recursos.
Tal vez hay que mirar hacia Noruega: además de que ese país emite apenas 42 millones de toneladas de CO2 –menos que Colombia–, exporta muchos hidrocarburos (gas y petróleo).

“El mundo necesita combustibles fósiles hasta que tenga todas las energías renovables, y en el ámbito nacional, necesitamos los ingresos del petróleo y el gas”, explicó a Forbes la ingeniera superior de yacimientos y directora de proyectos de cooperación de Norwegian Petroleum Directorate (NPD), Mariann Dalland.
En su último reporte de perspectivas, NPD hizo varias simulaciones sobre los ingresos netos provenientes del sector petrolero de 2023 a 2050; serán cinco billones de coronas noruegas (unos US$474.545 millones), con un precio del barril Brent a US$55.
Con un barril a US$27,5 y un escenario de bajo crecimiento de los recursos, Noruega recibiría un billón de coronas (unos US$94.909 millones); un escenario con el Brent a US$82,5 multiplicaría la cifra por 10.
Cabe destacar que la estimación del NPD de los recursos totales del país es de 15.864 millones de metros cúbicos estándar de petróleo equivalente. De ese total, 50% de los recursos previstos se han producido y hasta 24% quedan por descubrir. Lo interesante es que ni una sola gota de petróleo se utiliza para abastecer de energía al país. Algo están haciendo bien.

¿Cómo funciona?
Las hidroeléctricas generan hasta 90% de la energía en Noruega y lo que producen las demás alternativas se exporta. Pero, el cambio climático redujo el nivel de los embalses por la sequía que azotó a Europa este verano. Por eso, están buscando más opciones.
Una de ellas es la energía solar, a pesar de que “aún no es del todo estable”. El economista y director de Proyectos de Cooperación Internacional de NPD, Svein Arne Svilosen, sostuvo que los parques eólicos son algo que están estudiando y desarrollando, pues hay mucho viento en las costas nórdicas.
La meta es mitigar la huella de CO2 desde la producción. La ingeniera superior de yacimientos y especialista en concepto de recuperación mejorada de petróleo (IOR), Sølvi Amundrud, señaló que es posible reducir las emisiones en 50% para 2030, pero “no hemos detallado nada entre 2030 y 2050”.
Todas las alternativas están sobre la mesa: hidrógeno, solar, eólica… Aún así, Amundrud enfatizó que “seguiremos exportando gas en 2050 tal y como se ve hoy, si nos lo permiten”.
El gas es un elemento clave en la economía de Noruega si se tiene en cuenta que, en la actualidad, es el principal exportador hacia la Unión Europea, representando casi un tercio del suministro destinado a los 27 estados miembros. Esto se intensificó debido a que los precios del gas han aumentado de forma masiva en menos de seis meses, alcanzando incrementos de hasta 30% en el bloque comunitario.
De hecho, Noruega seguirá suministrando un nuevo récord anual de más de 117.000 millones de metros cúbicos de gas a través de sus gasoductos en 2022, frente a los 113.200 millones de metros cúbicos del año pasado, de acuerdo con la estatal Gassco.
El futuro
Otra de las alternativas en las que Noruega trabaja es el mercado de almacenamiento de CO2, “una nueva industria cuyo ritmo es realmente creciente, con mucho interés de las empresas y con licencias emitidas para la exploración”, dijo Svilosen.
Se espera que la primera inyección sea en 2024, acompañada de un proyecto de captura, transporte y almacenamiento en la región. De acuerdo con el ejecutivo, el plan es capturar el CO2 en diferentes plantas de energía, cemento, aluminio y acero en Europa, para transportarlo por tuberías en altamar y luego almacenarlo.
El objetivo es lograr 1,5 millones de toneladas cada año, además de convertir dicha alternativa en un negocio rentable para que la propia industria se encargue de ello, generando “un gran incentivo para las empresas”.

Esta es otra parte importante para lograr la carbono neutralidad en 2050, y es que en palabras de Svilosen, “vamos a capturar una cantidad de CO2 que superará los 7.000 millones de toneladas en 2050”, según estimaciones suministradas por la Agencia Internacional de Energía (AIE).
Si bien las licencias para el almacenamiento de CO2 se ordenaron en 2019, el proyecto en sí comenzó en 2014. Con un valor de US$2.500 millones, Svilosen detalló que el estado noruego va a cubrir entre 80% y 90% de los costos para demostrar al mundo que se trata de una tecnología válida que puede funcionar, unido al hecho de que Noruega es el único país con una regulación vigente para esta industria.
Otros países que han incursionado en ella han sido Reino Unido, Holanda, Estados Unidos y Canadá. Pero, todavía no se ha establecido como una industria diferente, pues aún no es rentable.
El caso colombiano
La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, comentó que Colombia tenía 90% de su energía basada en hidroeléctricas para 1990. La cifra se redujo a 63% en la actualidad, dejando el 37% restante basado en termoeléctricas a carbón, gas o diésel.
“¿Qué género ese cambio? Que las hidroeléctricas por sí solas no pueden abastecer la energía por los cambios de clima. En 1991 tuvimos una crisis energética por un fenómeno de El Niño extremo, y se proyecta que Colombia va a seguir perdiendo hasta 30% de capacidad de producción hidroeléctrica por fenómenos climáticos y sequías que bajan los niveles de los embalses”, afirmó en diálogo con Forbes.
Para Muhamad, los últimos 20 años han carbonizado la matriz energética del país. Por ello, el camino que propone apunta a generar alternativas con recursos propios y altamente renovables, teniendo en cuenta que Colombia es “el país con el potencial energético diversificado más alto del mundo”, destacando alternativas como el hidrógeno, el viento, el sol, la geotermia, el biogás y la energía mareomotriz como fuentes de diversificación.
Por su parte, la presidenta de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (Acolgen), Natalia Gutiérrez, explicó que la decisión de incorporar poco a poco la energía térmica no sucedió porque la hidroelectricidad disminuyera su participación, sino porque la demanda de energía aumentó en Colombia. De ahí que el país requiriera de un respaldo térmico en épocas de sequía.


“Hemos tenido la oportunidad de diversificar nuestra matriz para no tener los riesgos asociados a depender solo de una tecnología de generación. En este sentido, construimos una complementariedad eficiente, donde todas las tecnologías caben en la matriz y se complementan para que todos tengamos energía 24/7”, dijo a Forbes.
La realidad es que el sistema se ha preparado para sucesos climáticos de alto impacto. Para la ejecutiva, los fenómenos del niño del 2009-2010 y del 2015-2016 dejaron grandes lecciones cuando el sistema demostró estar preparado para atender la demanda, aún bajo las situaciones más complicadas. Tanto así, que Colombia no ha sufrido apagones en 30 años.
La energía hidráulica “ha sido y sigue siendo protagonista en la matriz de generación”. Cabe destacar el rol que jugará Hidroituango, pues representará alrededor de 17% de la capacidad instalada en el país, junto con los demás proyectos de generación de energía, que están en proceso de construcción para su puesta en marcha y representarán alrededor de 15%.
Al igual que Noruega, las hidroeléctricas seguirán siendo claves en la matriz energética colombiana, pero no se puede ignorar que las autoridades de ambas naciones ya están considerando la diversificación como un punto clave de su estrategia hacia la carbono neutralidad. No obstante, la gran diferencia está en los hidrocarburos, y es que Noruega ha demostrado que se puede emitir poco y contar con el petróleo y el gas en materia de ingresos ¿Lo lograremos aquí?
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