La búsqueda de mayores ingresos, flexibilidad y bienestar ha llevado a que cada vez más profesionales opten por el modelo freelance. Sobre la balanza se ponen los beneficios y retos de esta modalidad de trabajo.
Ser free lance parece un estilo de vida: un trabajador de manera autónoma decide prestar sus servicios a un contratante, con quien acuerda unos tiempos de entrega y un monto de pago. Así, todos los días.
Carlos Arturo Barco, socio de la firma Álvarez Liévano Laserna, especialista en derecho laboral, indica que “jurídicamente se traduce en un contrato de prestación de servicios de carácter civil o comercial”.
Hoy, se habla de un fenómeno global del freelance, pues más profesionales están dispuestos a dejar la “estabilidad” de un contrato a término indefinido por una mayor independencia.
Así lo cree el 76% de los encuestados que hicieron parte del Freelancer Study 2022, elaborado por Freelancermap, una plataforma que conecta la oferta y la demanda de mercado laboral, y en el que se recogen las percepciones de más de 2.600 trabajadores autónomos en 79 países, entre ellos regiones de Latinoamérica, como Argentina, Brasil, Venezuela y Colombia.
Natalia Campaña, Project Manager de la plataforma, dice que los freelancers buscan más ingresos (49%) y flexibilidad en las horas de trabajo (47%).
“La principal razón que me llevó a independizarme y trabajar por mi cuenta fue querer estar más tiempo con mi familia, ayudar en la crianza de mis hijos y dedicarles más tiempo de calidad”, manifiesta Juan José González, comunicador social y periodista que se hizo freelance hace cinco años.
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Lo bueno
Felipe Ortegón encontró en el dinamismo del freelance una oportunidad para retarse profesionalmente. Ahora se desempeña como consultor senior independiente de comunicaciones para más de 10 clientes, un trabajo que antes realizaba para una sola compañía. “Entendí que podía rentabilizar y capitalizar mi conocimiento, habilidades y competencias de relacionamiento para mí mismo, sin la necesidad de trabajar para una sola empresa”, dice.
A ello se suma que esta modalidad le ha permitido aumentar sus ingresos mensuales hasta cinco veces, obteniendo mayor rentabilidad que cuando era un asalariado.
Dicho beneficio lo resalta también el 66% de los trabajadores autónomos encuestados por Freelancermap, quienes manifestaron estar satisfechos con sus ingresos reales. De acuerdo con el informe, el promedio de ingresos netos mensuales de un freelancer es de US$6.269 y el 24% tiene un promedio neto entre US$5.000 y US$7.499.
La tarifa promedio por hora que gana un freelancer en el mundo es de 98 dólares, mientras que en América del Sur es de 53 dólares. El rol de consultores es uno de los mejores pagos, alcanzan una tarifa promedio de 133 dólares por hora, seguido por los gerentes (108 dólares) y los directores de proyecto (104 dólares).

González, que ha trabajado como independiente en diferentes áreas de la comunicación para clientes en varios países de Latinoamérica, relata que su transición hacia el mundo freelance se dio por la búsqueda de mayores ingresos, algo que no iba a lograr con un contrato a término indefinido en una empresa.
“Encontré la oportunidad de tener ingresos netos para mí y equivalentes al nivel de esfuerzo con el que trabajo, porque en mi caso sí es proporcional el esfuerzo que hago y la paga que obtengo”, añade.
Aunque la retribución económica es determinante, ambos coinciden en que potencializar sus perfiles profesionales es otro de los puntos buenos de ser freelancer, porque se deben desarrollar otras habilidades como la gestión financiera y comercial.
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Lo desafiante
Sumergirse en este mundo es dejar en la orilla la estabilidad en lo que respecta a los ingresos y al trabajo; ese es para Campaña el desafío número uno. “No contar con clientes estables o constantes es una desventaja, porque no tienes ingresos fijos o permanentes. En un mes puedes recibir un importante dinero, pero al siguiente el dinero se puede disminuir a la mitad o incluso menos”, agrega Ortegón.
Así lo reafirma más de la mitad de los encuestados, para quienes conseguir nuevos proyectos es lo más apremiante.
Aunado a esto, no tener proyectos o clientes fijos implica que no todos los meses serán buenos en cuestión de ingresos, por lo que ser estratégicos a la hora de manejar las finanzas del negocio se vuelve crucial. Para Ortegón, la organización es la clave del éxito.
Los freelancers indican que un reto no menos importante es el de demarcar el límite entre la vida personal y laboral. “Este trabajo es 24/7, no hay vacaciones ni días de descanso. Debes trabajar más del doble en comparación a si estuvieras vinculado con una empresa. Aquí no hay jornada laboral, o mejor, esta es 7 días a la semana, los 30 o 31 días del mes, los 365 días del año y las 24 horas del día”, explica Ortegón.
No tener un horario puede convertirse en un arma de doble filo. “Supe desde el principio que debía ser muy disciplinado y administrar muy bien el tiempo, porque ahora tendría que dedicarme a más cosas”, explica González.
El freelancer debe estar en todas las áreas de su negocio, desde la planificación, facturación, contabilidad hasta la gestión del cliente y comercial.
Lo malo
A pesar de que el modelo va tomando cada vez más fuerza por sus beneficios, es claro que todavía hay que afinar ciertos puntos para ‘curarse en salud’. Uno de los temas sensibles para los trabajadores autónomos es el pago de prestaciones sociales, ya que su tipo de vinculación laboral no obliga a los contratantes a realizar estos aportes de pensión, cesantías, intereses a las cesantías, salud, entre otros. Es responsabilidad, por tanto, de los freelancers hacer estas cotizaciones.
Para Iván Jaramillo, investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, el tema de las prestaciones sociales es transversal a los dos principales riesgos que encuentra en la figura del freelancer. Según explica, esta modalidad de trabajo puede generar barreras en el acceso a los sistemas de seguridad social o encubrir verdaderas relaciones laborales.
“Todos estos instrumentos tienen el problema de utilizarse muchas veces para deslaboralizar”, dice el experto. En sus palabras, un empleador puede aprovecharse de la figura del freelancer para contratar un servicio, acordando cuáles serán las entregas, los tiempos y el pago; sin embargo, cuando el contratante rompe con la noción de flexibilidad del trabajo freelance se afecta el principio de primacía de la realidad.
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“En derecho laboral se impone el principio de primacía de la realidad sobre la forma, es decir, nos importa qué paso en la realidad. Por ejemplo, si eras freelance, pero te daba órdenes y estabas subordinado, es un desprecio del principio y por esa vía habría un mal uso de la figura y un riesgo jurídico”, detalla Jaramillo.
Considerando esto, Carlos Arturo Barco, socio y experto en derecho laboral del bufete Álvarez Liévano Laserna, da dos recomendaciones legales. En primer lugar, los trabajadores autónomos deben tener claridad sobre su régimen de pagos y cumplir con cada una de esas obligaciones, lo que incluye los respectivos aportes al Sistema de Seguridad Social. Y, lo segundo, es suscribir un acuerdo escrito, en el que se indiquen con lujo de detalle las condiciones de la prestación del servicio, tales como los tiempos de entrega, productos finales y pagos acordados.
“La ambigüedad es una enemiga de los freelancers”, concluye Barco.
Los ‘lanceros libres’ no son historia y seguirá habiendo justas en las que hagan falta; su éxito dependerá de que haya una mejor comprensión del modelo de trabajo. “Cada vez más compañías entienden las ventajas que supone contratar freelancers y van probando más y más esta opción. Conforme aumente la aceptación, las autoridades y gobiernos de cada país van a tener que crear el marco necesario para facilitar la labor de los trabajadores independientes, con lo que más y más personas se adentrarán en esta modalidad de trabajo”, destaca Natalia Campaña, Project Manager de Freelancermap.
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