El brazo fintech de la plataforma de abastecimiento a restaurantes ha despegado, ya que el 8% de sus clientes están usando la opción de financiamiento, informaron directivos de la compañía.

El negocio fintech de Frubana está despegando, así lo han revelado directivos de la compañía alegando que el 8% de sus clientes están accediendo a créditos para sus comprar en la plataforma.

Frubana es una plataforma que abastece restaurantes en Colombia, México y Brasil, vendiéndoles desde frutas y verduras hasta abarrotes. Esta compañía fundada en Bogotá en 2018 es por mucho una de las cinco startups más grandes de Colombia.

“Los pequeños restaurantes no tienen acceso al crédito, no tienen capital de trabajo y necesitan abastecerse para la semana. Nuestros créditos les permiten tener los insumos antes de pagarlos”, dijo a Forbes Matías Troncar, country manager de Frubana para Colombia. “Al conocer los patrones de consumo, podemos ayudarlos con financiamiento. Esperamos que para el primer trimestre de 2023 el 30% de nuestros clientes tengan acceso al capital, ahora el 8% de los clientes han accedido a los créditos y hemos desembolsado US$2 millones”.

Desde sus orígenes, esta compañía ha obtenido más de US$270 millones por parte de inversionistas, de acuerdo con documentos a los que Forbes ha tenido acceso. La última inyección de capital fue una Serie C a finales del año pasado, que se extendió a mediados de este año, algo que la deja bien parada para subirse al bus de las finanzas embebidas, que consiste en que empresas tecnológicas que no sean de naturaleza financiera, ofrezcan productos financieros.

Fabián Gómez Gutiérrez, fundador y CEO de Frubana, explica que lo que han venido haciendo es contruyento tecnología para entender la demanda y creando herramientas para la cadena de suministro. Los créditos a plazos de siete días los ofrecen como un método de pago al momento de procesar los pedidos.

“Todo el tema de predecir el futuro es fundamental. Los roductos de frutas y verduras se auto destruyen en 48 horas, para manejar esos productos, creamos tecnología”, dice Gómez, un barranquillero que antes de lanzarse a emprender trabajó para Rappi y para McKinsey. “Nuestro futuro es darle a restaurantes pequeños las mismas herramientas que tienen los grandes. Lo primero es acceso a capital inmediato, el segundo es software que usen en su día a día y lo tercero es el ahorro que se logra con la tecnología”.

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En estos momentos, tiene un equipo de 1.000 personas en oficinas y casi 4.000 en bodegas. Brasil representa el 50% de la operación, mientras que el otro 50% está repartido entre México y Colombia.

La logística es clave para el negocio de Frubana. Desde sus centros de distribución, en los que almacenan desde congelados hasta elementos de aseo, despachan rutas de pedidos diariamente. Foto: Frubana.

Hace tres años, en los tres países, en los que la operación es muy similar, hacían selección de productos con cintas de enmascarar y marcadores sharpies, lo que los llevó a crear unos stickers con emoticones y códigos de barra, reduciendo la tasa de error a un total de 0,6% e incrementando la productividad en el proceso de alistamiento.

“Los tomates y las lechugas no vienen con códigos de barra. Sin códigos de barra hay mucha probabilidad de cometer errores, por lo que desarrollamos tecnología para que sea evidente el error. Tecnología digestiva que se despliega de una manera simple y eficiente”, apunta Andrés Sarmiento, vicepresidente de operaciones de Frubana. “Evaluamos ideas locas de la forma más barata, siempre basados en los datos”.

Los productos más demandados en la plataforma son arroz, papas, verduras y proteínas. Y Frubana ha desarrollado unas marcas propias que ya tienen recurrencia ganada en muchos restaurantes; Naoli, la marca propia para arroces o granos acapara el 15% de las ventas en ese segmento, mientras que Moppy, una marca propia para insumos de aseo representa el 5% de las ventas en ese segmento.

Frubana, que está en 10 ciudades, parece estar bien parada frente al complejo panorama al que se están enfrentando las compañías tecnológicas en etapas avanzadas por el entorno macroeconómico y la ralentización de inversiones de capital de riesgo, en las que ahora está ganando peso la búsqueda de modelos de negocio rentables.

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