La caída de FTX dejó a la industria cripto herida de gravedad. Los grandes exponentes de este ecosistema se juntaron en una reunión inédita para analizar sus consecuencias. Lo cierto es que este episodio tiene un potencial dañino que podría ser más amplio de lo esperado.

Batacazo: dícese de un fracaso grande e inesperado que se da en un proceso o actividad en la que se habían puesto muchas esperanzas, según la definición oficial de la palabra en el diccionario de la Universidad de Oxford. No hay mejor calificativo para resumir la debacle del exchange FTX, con sede en las Bahamas, cuya aparente ausencia de documentación financiera y la quiebra de más de 100 empresas afiliadas pavimentaron el camino hacia la catástrofe: la compañía llegó a la bancarrota.

Según la analista de tecnología blockchain Chainalysis, había una gran liquidación de FTT, el token nativo de FTX, por parte de otras empresas de criptoactivos, lo que aumentó el pánico. De ahí que la volatilidad en la entrada de divisas aumentara, así como el volumen de transacciones en stablecoins, que creció de manera acelerada el pasado 10 de noviembre ante la incertidumbre que se experimentaba en las criptomonedas. Como resultado, el precio del bitcoin cayó 14%, mientras que ether tuvo una baja de 17%.

Pocas semanas después, surgieron rumores de que el CEO de Binance, Changpeng Zhao (CZ), habría acudido a potenciales inversores en Medio Oriente con el propósito de crear un fondo de ayuda para la industria cripto y así responder de manera más efectiva tanto al colapso de FTX como a futuras eventualidades de ese calibre. Si bien el ejecutivo negó todo lo anterior, no cabe duda de que el sector pasa por el peor momento de su historia. Tanto así, que no es descabellado hacerse la siguiente pregunta: ¿les llegó el final de los tiempos a las criptomonedas?

El cuestionamiento es legítimo si tenemos en cuenta que la base fundamental de esta industria está centrada en la confianza de los usuarios. Para el educador y desarrollador de Bitcoin, Jimmy Song, las cripto demandan ir más allá de los conceptos cibernéticos, obligando a creer en la competencia de quienes están detrás de los 9.161 activos digitales vigentes en el mercado, según datos de CoinMarketCap. En el caso de FTX hubo “un poco de ambos”.

“La gente confió en FTX y jodió a los clientes. Cuando confías en alguien le das poder hasta de herirte. Esta es la cultura de todas las criptomonedas que han llegado después de Bitcoin. Todo se convirtió en ello: verificar. Te van a joder y es solo cuestión de tiempo. FTX no era competente ni confiable y fue a cero”, dijo Song durante una charla privada a la que Forbes tuvo acceso durante la Conferencia Latinoamericana de Bitcoin y Blockchain (Labitconf), celebrada en Buenos Aires.

El cofundador de Ethereum, Vitálik Buterin, explicó que hasta 90% de las empresas vinculadas al mundo cripto han empezado a utilizar activos que parecen buenos a la hora de dar utilidades, pero cual piezas de dominó, empiezan a caer al poco tiempo, dando como resultado las monedas basura o ‘shitcoins’.

En esa misma línea, el fundador de Pixelmatic, Samson Mow, explicó que la debacle de FTX se debió a que el exchange “imprimió una moneda basura de la nada”, la trató como si fuera algún tipo de activo, y luego prestó dinero de ahí. Lo peor del caso es que no es la primera vez que sucede, y aquí es bueno recordar el caso de Terra Luna, que sufrió una caída de 99% en su valor en junio de este año.

Con dos ejemplos tan representativos en tan poco tiempo, Mow no tiene duda en que una situación similar “pasará de nuevo”, aun cuando existan reguladores de por medio. 

Para el experto, este actor no puede evitar una caída de proporciones similares a las de FTX que, dicho sea de paso, estaba repleta de agentes vigilando su actividad.

Por eso mismo, la debacle de FTX causó tanta conmoción. Al respecto, el CCO de la billetera virtual Ripio, Juan Llanos, destacó que su punto de vista en torno a la empresa apuntaba a una compañía aparentemente regulada y con muchas estructuras donde había una explicación clara de cuál era el negocio. El problema llegó cuando “listaron un numero de productos de alto riesgo, piezas de apalancamiento y préstamo de tokens, cosas que en general, la digitalización de las finanzas trata de replicar con las nuevas tecnologías para obtener las ventajas de los servicios tradicionales”.

Regulación ¿problema o solución?

El problema con los reguladores es que, muchas veces, no saben si lo que tiene en frente es legítimo o un verdadero fraude. En palabras de Mow, si un desarrollador logra vender la imagen de “artista muy pilo” puede ser suficiente para convencerlos de que sabe lo que está haciendo, impidiéndoles “oler la mierda así la tengan en la nariz”. Las monedas basura también se tratan de marketing: se perfecciona la forma como se envuelven y se presentan, pero no hacen lo que dicen. 

“Muchos usan un activo que parece bueno para las utilidades, pero de pronto empiezan a construirse en bases débiles que empiezan a caer. Hasta 90% de las cripto listadas en CoinMarketCap son basura. Por ello, primero hay que arreglar ese problema, porque la confianza está basada en el modelo general”, subrayó el cofundador de Ethereum, Vitálik Buterin.

Para los expertos, lo que Satoshi Nakamoto hizo al crear Bitcoin fue definir las reglas del mundo cripto, y a partir de ahí, muchos copiaron esa idea y trataron de hacerla a su manera, dando origen a una moneda basura o ‘shitcoin’. En resumen, son proyectos cripto que tratan de ser descentralizados, y en ese objetivo, la mayoría fallan. 

¿Qué trata de hacer la gente invirtiendo en esto? Hacerse ricos como si apostaran en un casino. El problema es que la mayoría de la población que invierte en cripto está dejando su capital guardado en un exchange y “no están aprendiendo la lección”, porque se puede caer en cualquier momento. 

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Unido a ello, en el caso de FTX había promesas a los reguladores. Según explicó Llanos, estaban reflejadas en representaciones en protección de activos, pero no había garantía que los fondos fueran retornados. “En ese servicio tradicional, como yo lo veo, el fallo fue la inhabilidad de cumplir y poner tokens como un colateral. Además de retener activos por separado y proteger activos, había muchas políticas de regulación que se están descubriendo ahora. Fue un fallo humano”, apuntó el experto. 

En escenarios como estos entran a colación figuras como la Comisión de Bolsa y Valores (SEC por sus siglas en inglés), cuya notoriedad se debe a que, en algún punto, cualquier compañía ligada al mundo financiero puede convertirse en sujeto de vigilancia, por lo que todas deben tener estados financieros. De ahí se verifica que todo esté bien, aunque también se debe tener en cuenta que pueden estar sujetos a casos de corrupción.

Como resultado, Buterin sostuvo que la industria debe moverse a un mecanismo de intervención humana a control exógeno, aspecto que los smart contracts proveen. “Eso te permite verificar tú mismo en vez de confiar solamente. Lo malo es que necesitas un experto que pueda leer ese código, entonces se asignan más responsabilidades a los decodificadores que a los mismos desarrolladores”, explicó. 

La intención es clave, porque no se trata de reparar algo, sino de crear todo un proceso que apunta a remover los controllers que actúen como intermediarios para los individuos inmersos en este ecosistema, cuyo rol se debe centrar en no confiar y verificar. Si bien esto hace que los proyectos de finanzas descentralizadas (DeFi) tengan sentido, lo sucedido con Luna genera un bache en dicha estrategia. 

“Puedes darte cuenta por los códigos. En los sistemas de smart contracts todo se basa en ello (…) Siempre debemos confiar en alguien, pero la clave es entender la filosofía del negocio. Ganar es encontrar la manera de conectar con el mundo real”, dijo Buterin.

La descentralización como factor de empoderamiento

Para Jimmy Song, la descentralización es empoderar al individuo y darle el derecho de controlar su valor. No obstante, aquí viene otra pregunta capciosa… ¿Cómo hacer un código que no tenga un central controller? No cabe duda de que toda moneda tiene un génesis y, por consiguiente, va adquiriendo diferentes niveles de confianza. Si vamos por ese camino, se debe tener en cuenta que el rol de los desarrolladores busca hallar una nueva versión del código… Hay que enseñar a la gente a aprender estas lecciones.

“Nada en la vida es blanco y negro. Si podemos entender que el objetivo principal es la seguridad y que puedas intentar cosas que, eventualmente, se van a cristalizar para encontrar una funcionalidad, la honestidad intelectual es un activo clave. Hay un punto donde todo debe estar más embebido”, añadió el desarrollador.

No obstante, Buterin recalcó que “hay roles para todo esto”, detallando que estas acciones deben tener seguimiento. De ahí que la supervivencia de un mecanismo descentralizado es que todo fluya como debe. Con respecto a FTT, el cofundador de Ethereum lo tiene claro: ni siquiera tenía una pretensión de descentralizar.

“Una cosa es descentralizar o centralizar, y otra es la calidad de los activos. FTT era una shitcoin y Luna estaba hecha de aire (…) Como comunidad, debemos tener la autocustodia como una posibilidad. Depositar tus monedas en un exchange no es una opción lógica. Debes estar pendiente de las alternativas impuras y las alternativas buenas”, sostuvo.

En esto concordó Song, quien aseguró que cualquier proyecto que busque descentralizar debe “verificar sus cosas primero”. Esto habilita al usuario para hacer su proceso de double-check. De lo contrario, todas sus monedas se irán a cero. “Si alguien controla el código y lo cambia a lo que quiera, es una shitcoin. Si tienes que confiar en alguien, por definición, ese proyecto está centralizado”, aseveró.

El gran problema con los proyectos que venden shitcoin es que tratan de actuar como empresas donde lo importante es tener en quién confiar, lo que lleva a que nadie verifique nada: ni de donde viene el dinero ni a donde va. Ese es el problema en el que concuerdan los expertos, pues es una cultura que viene creciendo en los últimos 10 años y representa lo opuesto que se quiso hacer con el nacimiento de Bitcoin. 

“Hay una razón por la que estas empresas son diferentes, y en un punto, sacan esas shitcoin sin una filosofía detrás. Es bueno ser bajo perfil y entender que ofrecemos un servicio que debe ser mejor que los bancos centrales, y no se trata de reemplazarlos con gente que haga una shitcoin y luego caiga”, comentó el ejecutivo de desarrollo de negocios del exchange estadounidense Kraken, Alejandro Palantzas. 

Queda claro que un proyecto cripto no necesita tener una implementación demasiado llamativa. De acuerdo con Mow, las iniciativas legítimas son diferentes porque tratan de educar a la gente. Según el experto, es muy común decir que hay que sacrificar la seguridad para innovar. Es decir, tratar de hacer un bitcoin sin hacer un shitcoin. Muchos no lo entienden, pero “se trata de tener tu billetera y controlarla”.

“Esa es la lección: aprende a verificar tu propia acción por ti mismo; de lo contrario, es cuestión de tiempo para que te jodan. Si no quieres aprender a verificar, no mereces tener dinero soberano. Hay que ser más tóxico y decirle a la gente lo que no quiere oir”, concluyó Song. 

En resumen…

Todo parece indicar que la solución está en empoderar al usuario y enseñarle a controlar su dinero y el valor del mismo mediante el uso de criptomonedas. El gran problema está cuando las bases de la misma son tan volátiles como las de FTT o las de Luna ¿Cómo pueden saber aquellos que compran un activo digital que no se trata de una shitcoin? A día de hoy, son pocos quienes pueden responderse a sí mismos esa pregunta.

Prueba de ello es la caída en el valor de bitcoin, que ya se ubica en US$16.000, cifra muy lejana a los US$69.000 que logró hace apenas un año. El temor de que se repita un caso como el de FTX, con escenarios de alta volatilidad que impacten directamente en el valor de las cripto, o que se aprovechen de las mismas para montar esquemas piramidales, es enorme.

Los mismos líderes del ecosistema cripto son conscientes de que aún queda mucho por aprender en la industria, pero mientras tanto, las heridas que han dejado casos tan mediáticos y negativos dejan en entredicho la posibilidad de que ese aprendizaje llegue antes de que la debacle sea definitiva. En esta historia todavía quedan varios capítulos por contar.

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