Alrededor de 830 millones de personas pasan hambre en el mundo, mientras que 3.000 millones no tienen garantizada la seguridad alimentaria.

Latinoamérica enfrenta un panorama complejo. El hambre en la región creció hasta 30% entre 2019 y 2021, alcanzando 56,5 millones de personas en esta condición. Asimismo, hasta 40,6% de la población enfrento inseguridad alimentaria moderada o grave en América Latina y 29,3% en el mundo. Por todo lo anterior, la transformación de sistemas agroalimentarios en herramientas más inclusivas y sostenibles es el principal reto para los organismos internacionales.

Al menos esa fue la conclusión principal del informe ‘Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2022’, presentado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en alianza con el Programa Mundial de Alimentos (WFP), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

En Latinoamérica, alrededor de 131 millones de personas no acceden a dieta saludable, y debido al conflicto entre Rusia y Ucrania, próximo a cumplir su primer aniversario, el total de personas que pasan hambre en la región puede sumar entre 350.000 y 650.000 personas. A nivel mundial, dicha cifra puede agregar entre 7,6 millones y 13 millones de personas.

“Latinoamérica y el Caribe atraviesan una situacion de inseguridad alimentaria sin precedentes, con aumento de hambre y malnutricion en todas sus formas. La desigualdad, el cambio climatico y la grave crisis económica suman elementos para tener esta preocupación, así como la escalada sostenida de precios de los alimentos agravada por el conflicto en Ucrania, sobre todo por el incremento en los costos de aceite, cereales y fertilizantes”, explicó el representante regional de la FAO, Mario Lubetkin.

El ejecutivo detalló que la región puede producir alimentos para 1.300 millones de personas, número que representa casi el doble de la poblacion de la region. Pese a ello, la inseguridad alimentaria aumentó en 100 millones de personas.

Convierta a Forbes Colombia en su fuente habitual de Economía y Finanzas

“La paradoja es que ocurre en la región es que es una exportadora neta de alimentos y su contribución a la seguridad alimentaria es impresicndible. Por ello, estamos lejos de cumplir con el segundo objetivo de desarrollo sostenible, que apunta al hambre cero”, dijo la directora regional de la División de América Latina y el Caribe del FIDA, Rossana Polastri.

De ahí que el panorama actual arroje tres desafios concretos: atajar los costos altos de dietas saludables, enfrentar el saldo de inseguridad alimentaria, así como el incremento de la obesidad y el sobrepeso. Aesto hay que sumarle que las personas de menores ingresos gastan mayor parte de su presupuesto en comida, por lo que se verán más afectados si los precios suben al reducirse cantidad y cambiar la calidad de los alimentos, pues una de cada cinco personas no pueden acceder económicamente a ese tipo de dietas.

La diversificacion en producción de alimentos es clave para que estas dietas sean asequibles, sobre todo para las comunidades que impulsan la prodccion, aumentando ingresos de agricultura familiar y reduciendo costos de alimentos nutritivos. Esto también garantiza la transparencia de información y precios de mercado, facilitando el comercio en la región”, detalló Lubetkin.

Para lograrlo, Polastri sostuvo que es clave invertir en programas que promuevan el desarrollo rural incluviso, enfocándose en mujeres y jóvenes, así como poblaciones indígenas, rurales y afrodecsendientes. Con respecto a las primeras, reprochó el incremento de la brecha de genero e hizo un llamado a fomentar empoderamiento de la mujer sin agregar cargas laborales.

Asimismo, recalcó la importancia de diversificar la producción y oferta de frutas y verduras, además de incenntivar prácticas como la pesca y acuicltura, que aseguran una nutrición adecuada y son fuente asequible para poblaciones vulnerables y países de bajos ingresos. Todo lo anterior depende de la mejoría en el acceso de pequeños productores a servicios y mercados que les ayuden a reducir el costo de su materia prima.

Lea también: Colombia registra ‘boom’ exportador agrícola: ¿Más café y más frutas para el mundo?

“Además de invertir en producción, hay que hacerlo en todos los eslabones de la cadena de valor, asegurándose que los alimentos sean almacenados, transportados, distribuidos, procesados y comercializados. Las pequeñas y medianas empresas que respalden esto serán clave para asegurar la disponibilidad de alimentos de calidad”, detalló la directiva del FIDA.

En este escenario, Haití es el mas preocupante de toda la región, pues de los 4,7 millones de habitantes, hasta 85% no pueden permitirse una dieta saludable. Incluso, hasta 19.500 se encuentran en situación de catástrofe al no poder alimentarse, según explicó la directora regional del WFP, Lola Castro.

El porcentaje de población que no puede permitirse una dieta saludable difiere en subregiones y países. Además de Haití, Jamaica y Honduras son otras naciones donde más de la mitad de la población no tiene acceso a este beneficio, totalizando 66% y 51% respectivamente. La situación es diametralmente opuesta en casos como Uruguay o Chile, donde menos de 4% de sus habitantes tienen esta problemática.

Aquí hay que poner en consideración un dato clave, y es que la región tiene el costo más alto de una dieta saludable en comparación con el resto del mundo, llegando a US$3,89 por persona al día, mientras que el promedio mundial es de US$3,54. “Un alto costo de dieta saludable pone en riesgo a niños, niñas y adolescentes que sufren de malnutrición. Las cifras actuales de desnutrición crónica y aguda muestran que aún existen grandes inequidades en la región, que afecta a población indígena, rural y afrodescendiente”, dijo el director de Unicef para América Latina y el Caribe, Garry Conille.

En vista de lo anterior, Flores destacó que los programas de protección social han sido claves para prevenir amentos de pobreza y se inseguridad alimentaria y nutricional. A manera de ejemplo, mencionó que medidas como los bonos alimentarios y los programas de alimentación escolar (PAE) deben continuar en Latinoamérica a través de una mejor focalización, así como participación de poblaciones vulnerables, jóvenes y mujeres. Solo con los PAE, Latinoamérica tiene hasta 85 millones de niños en la región que reciben alimentación escolar.

Lea también: Gaviria: El ministerio de Educación tiene un poder limitado

Herramientas como estas pueden ayudar a enfrentar desafíos importantes. Según Conille, el sobrepeso también ha aumentado en las últimas décadas debido a la falta de acceso a dietas saludables, así como la diabetes, cáncer y enfermedades crónicas. Bajo esta perspectiva, el ejecutivo sugirió que “debemos intervenir desde el embarazo, ya que las mujeres son las más afectadas en la región, incidiendo directamente en niños, para que puedan crecer sanos, asegurar disponibilidad de alimentos a precios asequibles”.

El subdirector de la OPS, Marcos Espinal, añadió que esto surge debido a la ausencia y debilitamiento de iniciativas que pueden preservar eficazmente la seguridad alimentaria, por lo que el desarrollo de políticas públicas que garanticen una nutrición adecuada debe ser una prioridad.

Por otra parte, el directivo aseguró que, en 2021, la inseguridad alimentaria afectó a más mujeres que hombres, mientras que anomalías como el sobrepeso y obesidad aumentan en países de ingresos bajos y medianos, además de presentar una prevalencia de sobrepeso en menores de cinco años y obesidad en adultos, incluso ubicándose por encima de promedios mundiales.

Como posibles soluciones, Conille sugirió apoyar a madres lactantes en los primeros seis meses, así como sumar la participación de sector privado para que “todos contribuyamos a garantizar el derecho a población infantil de Latinoamérica y el Caribe a crecer saludablemente”.

Asimismo, Espinal destacó la pertinencia de apoyar y promover producción de alimentos saludables y desalentar suministro de los poco saludables, además de favorecer inclusión de alimentos de agricultura familiar. Esto es clave si se tiene en cuenta que las enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión y accidentes cerebrovasculares, provocadas generalmente por una alimentación poco saludable, son causantes de más muertes que el tabaquismo.

Siga a Forbes Colombia desde Google News