En Colombia el costo de una dieta saludable alcanzó los USD $3,07, lo cual es muy alto comparado con el salario mínimo en el país.
América Latina y el Caribe enfrenta importantes desafíos para la seguridad alimentaria de la población. La desaceleración económica, la crisis climática, la pandemia de COVID-19 y el reciente conflicto en Ucrania, han producido efectos profundos en los sistemas agroalimentarios y el acceso a la alimentación.
Durante 2022 llegamos a los niveles más altos de los precios internacionales de alimentos y actualmente enfrentamos un ciclo inflacionario que afecta principalmente a los sectores más vulnerables que gastan una mayor proporción de sus ingresos en alimentos.
El Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2022 publicado esta semana por FAO, el WFP, UNICEF, OPS y FIDA, lanza luz sobre un tema adicional vinculado al acceso a la alimentación de millones de familias en el mundo: una alimentación saludable es aún más difícil de obtener y es un factor que amplía las desigualdades económicas. El informe concluye que durante 2020 (último año de medición) la región registra el costo de la dieta saludable más alto en comparación con el resto del mundo. El costo de esta dieta alcanza los USD $3,89 diarios por persona en la región, mientras que el promedio mundial es de USD $3,54. América Latina tiene la dieta saludable más costosa del mundo y afecta de forma más severa a poblaciones vulnerables (poblaciones rurales, mujeres, pueblos indígenas y afrodescendientes, etc.) que destinan un mayor porcentaje de sus ingresos a la compra de alimentos.
En Colombia el costo de una dieta saludable alcanzó los USD $3,07, lo cual es muy alto comparado con el salario mínimo en el país. En el informe podemos ver que esta cifra aumentó un 5 % entre 2019 y 2020 en el contexto de la pandemia. Además, la falta de asequibilidad de una dieta saludable afectó a un 26,5 % de la población en 2020, mayor al promedio regional de 22,5%.
El informe muestra cómo el aumento de los precios internacionales de alimentos y la inflación alimentaria afecta el acceso económico a alimentos nutritivos, en especial por parte de la población más pobre para quien el costo de la alimentación es cinco veces más alto que para la población menos pobre, deteriorando la seguridad alimentaria. Además, concluye que existe una asociación entre la falta de acceso económico o asequibilidad de una dieta saludable con los niveles de pobreza, desigualdad de ingreso y el crecimiento económico de los países; así como con los niveles de hambre y otras formas de malnutrición.
Por esta razón es muy importante el paso que ha dado el país de incorporar en el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 la transformación del Derecho Humano a la Alimentación, el Plan Nacional de Comercialización Rural de la Reforma Rural Integral y la construcción del Plan de Emergencia contra el Hambre.
Colombia ha venido realizando grandes esfuerzos de lucha contra la malnutrición y el hambre, a nivel de programas y de políticas públicas. Junto a FAO, WFP, UNICEF, OPS y FIDA, se ha avanzado en el desarrollo de políticas públicas con base en el Derecho Humano a la Alimentación, así como con múltiples programas dirigidos a combatir el hambre realizados con instituciones nacionales como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, el Ministerio de Salud y Protección Social, el Departamento para la Prosperidad Social (DPS), entre otros.
El informe propone acciones coordinadas desde la producción, comercialización y apoyo a consumos de los alimentos saludables, incluyendo frutas y verduras. Avanzar es posible invirtiendo en mejorar la producción de alimentos nutritivos y en potenciar la comercialización de los productos de la agricultura familiar que contribuyen a las dietas saludables. También es necesario fortalecer la información de productos y precios, así como aumentar la oferta de alimentos nutritivos y potenciar su comercialización; y finalmente, es importante fortalecer la entrega de alimentos o programas de transferencias (en efectivo o especie) con educación alimentaria y nutricional.
Estas y otras acciones como el Plan de Emergencia contra el hambre que se encuentra en desarrollo van a permitir mejorar la asequibilidad de alimentos nutritivos y contribuir a mejorar la calidad de vida de los 4,2 millones de personas (8,2%) en el país que sufren hambre.
Por: Maya Takagi*
*La autora es directiva internacional de la FAO en América Latina y el Caribe
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