Estas comunidades cultivan no con el objetivo de maximizar sus ingresos en la carrera interminable del éxito económico, sino para tener suficiente para vivir de una manera plácida sin alterar los ciclos de los ecosistemas.

Estuve la anterior semana visitando dos ecoaldeas en Magdalena y Guajira. Para quienes no conozcan, las ecoaldeas son comunidades y territorios que buscan mantener unos valores de autosuficiencia, cuidado del medio ambiente, permacultura, cultivo de policultivos y muchas veces un fuerte sentir espiritual hacia el cuidado de la madre tierra y la vida en comunidad. Las ecoaldeas que he conocido en Colombia, usualmente están pobladas principalmente por extranjeros del norte global, insinuando tal vez cómo los colombianos somos los que menos apreciamos nuestra vasta biodiversidad.

Estas comunidades intentan vivir sin requerir nada de la economía de mercado, y cultivan no con el objetivo de maximizar sus ingresos en la carrera interminable del éxito económico, sino para tener suficiente para vivir de una manera plácida sin alterar los ciclos de los ecosistemas; el buen vivir. Todos mantienen más o menos un mismo hilo narrativo: el estar convencidos de la inviabilidad del sistema económico actual, la búsqueda de volver a lo simple para reconectarnos con la tierra y la vida espiritual, y el convencimiento de estar cultivando en esas ecoaldeas los principios de una nueva humanidad.

No puedo evitar sentirme atraído por los sueños románticos de estas personas, pero tampoco soy tan ingenuo para pensar que los problemas sistémicos que vive nuestro planeta pueden ser solucionados si todos decidimos irnos a vivir a ecoaldeas. De hecho, si sucediera eso habría un absoluto desequilibrio ambiental por la demanda de tierra que eso requeriría. Lo que sí considero es que estas comunidades cuentan con unos set de valores que la sociedad occidental desesperadamente necesita. Acá nombro algunos:

  1. Buscar la autosuficiencia: Intentar al máximo consumir productos locales, que no tengan una huella de carbono alta por las emisiones del transporte ni dificultades en conocer de dónde viene la materia prima. Inclusive, si puedes tener una huerta en tu casa, mucho mejor.
  2. Buscar la comunidad: La vida en las ciudades suele alienarnos al nivel de ni siquiera conocer nuestros vecinos. Intentar vivir en un lugar donde uno se sienta en comunidad, apoyado por los otros y guiado por lazos de amistad.
  3. Buscar la felicidad de manera relacional: Entender que nuestra búsqueda de la felicidad no debería basarse en la carrera interminable de quién tiene más y quién está mejor posicionado en la jerarquía del sistema capitalista. Buscar vivir en el presente, conectado a un camino espiritual, donde nuestra placidez la encontramos por sentirnos conectados con el planeta y con nosotros mismos.

Todos de alguna manera vivimos estos valores. También es cierto que las ecoaldeas que visité tienen problemas y que existen muchísimos retos, tanto personales como comunitarios que no les permiten tener una vida completamente sostenible. Aún así, sin lugar a dudas considero que dan luces sobre caminos, visiones y valores a los que tenemos que ponerles cuidado.

Por: Daniel Gutiérrez Patino*

*El autor es fundador de Saving The Amazon

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