En referencia al cambio climático, sus consecuencias serán sufridas sobre todo por las generaciones futuras, y los costos de mitigar nuestras emisiones deben ser afrontados por las generaciones presentes.

Suelen ser los economistas quienes mandan la parada en los departamentos de planeación de los países. Las políticas públicas pasan por un análisis de costo-beneficio, donde sopesando los intereses de una nación y los objetivos a los que quieren llegar, se debe hacer una proyección sobre qué tan beneficiosa puede ser la política pública en términos económicos, y qué tan costosa. inclusive, actualmente las políticas públicas federales estadounidenses en materia de medio ambiente están obligadas a ser positivas en el mencionado análisis de costo-beneficio económico, si no “pasan la prueba” no pueden ser aceptadas.

El debate que quiero introducir hoy es un tema eminentemente técnico: la tasa de descuento. La mayoría de nosotros comprendemos qué es una tasa de descuento: la inflación hace que 100 pesos en un año valgan un poco menos, en ese sentido la inflación es una tasa de descuento y la tasa de los bonos de los gobiernos suelen marcar la pauta sobre las tasas de los bancos privados. De esa manera, los análisis de costo-beneficio de los gobiernos deben escoger una “tasa” en la que se descuenta la pérdida y ganancia de capital que se recibirá en el futuro.

Este dilema responde a la pregunta de :¿Qué tanto nos importan las generaciones futuras en comparación con las presentes? Tener una baja tasa de descuento hace que se dé más importancia a las generaciones futuras. En referencia al cambio climático, sus consecuencias serán sufridas sobre todo por las generaciones futuras, y los costos de mitigar nuestras emisiones deben ser afrontados por las generaciones presentes; eso significa que en un análisis de costo-beneficio una alta tasa de descuento significaría permitir un alto nivel de emisiones (si el raciocinio es únicamente económico).

El debate sobre cuál tasa de descuento aplicar al valor del futuro al cambio climático ha sido inmortalizado por la controversia entre Nordhaus y Stern. William Nordhaus, quien en 2018 ganó un premio Nobel de Economía por sus aportes a la modelación económica del cambio climático, defiende una tasa de descuento que se asemeje a las que se ven actualmente en la economía, pues argumenta que esa tasa proyecta con acierto las prioridades de la sociedad. Por otro lado, Nicholas Stern fue encomendado por el gobierno británico a dar un vaticinio sobre los efectos del cambio climático y de su mitigación, donde proyectó la tasa de descuento más baja posible, argumentando que cualquier subida de tasa sería un crimen hacia las futuras generaciones. Mientras Nordhaus intenta comprender las prioridades de la sociedad en la que vive, Stern hace un juicio ético implacable. Todavía el debate sobre la tasa de descuento está en proceso. La realidad es que la tasa de descuento que apliquemos en la política ambiental siempre estará abierta a debate, pues esencialmente nos lleva a la pregunta, también siempre cambiante, de ¿Qué es lo que valoramos como sociedad?

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