Una meticulosa estrategia gestada en las calles de ciudades como Bogotá y Medellín ha demostrado que la música latina puede, finalmente, soñar con ser mucho más que una tendencia pasajera.
La fecha estaba marcada. Esa noche, las fiestas de la calle de San Sebastián, en Puerto Rico, tomaron el escenario de los Premios Grammy 2023 con Bad Bunny como protagonista. El momento pareció indicar el punto culminante en el cual la música latina demostró que está lista para dejar de ser una tendencia y arraigarse con éxito. Tanto así, que la industria musical internacional, simplemente, ya no pudo ignorarla y terminó por entender que “no se trata de un género musical, sino de una expresión cultural”, asegura María Elisa Ayerbe, ingeniera de audio colombiana.
Detrás de ese instante, casi histórico, existe un movimiento que maduró lejos de la ciudad de Los Ángeles, en Estados Unidos, y que fue tomando forma, poco a poco, en las calles de Bogotá, Medellín y Cali. El mismo involucró a cantantes, universidades, compositores y productores musicales colombianos y latinoamericanos, quienes en la actualidad están al frente de reconocidos sellos discográficos o detrás de exitosas carreras internacionales.
Quizá fueron Shakira, Juanes o Carlos Vives, junto a otros intérpretes como Ricky Martin, quienes con sus sonados éxitos radiales obligaron al mundo a voltearlos a ver. Detrás de ellos vinieron J Balvin, Maluma, Karol G o Sebastián Yatra para dejar claro que no se trata de un nuevo boom latino, sino de una sólida corriente en donde mujeres y hombres facturan más de lo que lloran.
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Al lado de estos nombres también destacan talentosos compositores y productores colombianos como María Elisa Ayerbe, ganadora del Grammy Latino, quien en 2019 fue reconocida como parte del selecto grupo Leading Ladies of Entertaiment por parte de la Academia Latina de la Grabación. Ella ha trabajado con figuras como Mary J. Blige, Marc Anthony, New Kids on the Block, Laura Pausini, Paula Arenas y Aterciopelados.
“Este es un reconocimiento que no se le otorga a la canción o al álbum del año, es decir, no es un premio de popularidad, sino a la labor. Y para mí es algo que me da muchos ánimos de continuar haciendo lo que realizo”, confiesa Ayerbe, con la convicción de ser parte de un movimiento surgido en las entrañas más profundas de su tierra natal.
UN RESPIRO PARA EL REGUETÓN
Si bien la música urbana está acaparando las listas de popularidad y la programación en las radiodifusoras, Ayerbe confía, firmemente, que existen espacios para propuestas musicales más frescas y novedosas “porque de alguna manera la radio se ha apoderado de este movimiento para, casi, dominar el discurso de lo que la gente debería estar escuchando.”
Motivada por este anhelo, hace unos años decidió fundar su sello discográfico “South Mountain Music”, a través del cual apoya a distintos cantautores y bandas independientes, principalmente latinoamericanas, quienes no estén propiamente en los géneros que dominan la radio.

A decir de ella, la intención es utilizar su nombre y los contactos que ha logrado construir en la industria para mostrar a estos artistas, promocionarlos y forjarles una carrera a nivel internacional.
“Se está produciendo un cambio de mentalidad en la industria musical de Estados Unidos para darse cuenta que lo latino no es un género, es una expresión cultural”.
María Elisa Ayerbe, ingeniera de sonido y productora musical
Con esta filosofía ya ha cosechado éxitos, como el premio Latin Grammy, en donde también ha obtenido múltiples nominaciones, como las cuatro por su trabajo como compositora, productora e ingeniera en el álbum “Mis Amores”, de Paula Arenas, cantante con quien ya trabaja en su próximo disco. De igual forma lo hace con César Pinzón, “quien es increíblemente talentoso y lo estoy apoyando porque viene con un sonido muy bueno, refrescante y con mezcla de diferentes géneros para crear su propio estilo”.
Para la reconocida productora musical, quien decidió mudarse a Miami desde 2015, si bien el reguetón ha sido muy exitoso, este cuenta con un público muy específico y en los últimos años ha ido evolucionando para permear otros géneros como la balada e, incluso, el R&B, dando con ello oportunidad a nuevos espacios de expresión.

POR LAS CALLES DE MEDELLÍN
Sería reduccionista atribuirle a la suerte el éxito que disfrutan los cantantes colombianos en la actualidad. Eso lo tiene claro María Elisa, quien no duda en resaltar que se trata de una conjunción de factores desarrollados simultáneamente.
Además de las bases que sentaron los intérpretes de la “Camisa Negra” o “Las Caderas no Mienten”, también se fueron formando otros procesos de manera interna en Colombia. Por ejemplo, la profesionalización de las carreras asociadas a la música en donde se involucran áreas desde la composición, hasta la administración y la ingeniería de audio.
BIME es un encuentro internacional que agrupa a los profesionales de la industria musical. Este año será su segunda edició en Colombia del 3 al 7 de mayo en el Distrito Creativo de San Felipe, en Bogotá.
“En este punto en el país ya hay un trabajo de instituciones educativas, no solamente en Bogotá, sino en las principales ciudades en las cuales existen grupos de jóvenes que se han beneficiado de esta profesionalización. Y eso ha ido generando una industria”, asegura con determinación la entrevistada.
De esta forma se han impulsado las carreras de diversos cantantes a tal punto que, si bien los iniciadores de esta ola debían viajar a Los Ángeles, México o Miami para consolidar una trayectoria internacional, las nuevas figuras de la música están logrando conseguir ese mismo éxito, pero desde Medellín o Bogotá.

Asimismo, se realizan festivales dirigidos a los profesionales del sector. Es el caso de BIME, un encuentro internacional de la industria musical, el cual se desarrolla desde 2013 en Bilbao, España. Y este año tendrá su segunda edición en Colombia, a celebrarse el 3 al 7 de mayo, en el Distrito Creativo de San Felipe, en la capital del país.
A decir de Ayerbe, quien será una de las participantes de este encuentro, todo se trata de crear comunidad y generar conocimiento, así como espacios de innovación y colaboración.
“Esa parte me parece muy importante porque en Latinoamérica, en general, comparado con la industria discográfica estadounidense todavía estamos en un nivel más pequeño. Por ello es muy relevante que se abran estas oportunidades para que podamos interactuar y tener más experiencia”, afirma en torno a un evento dirigido no solo a quienes ya llevan muchos años en la profesión, sino también a aquellos que van comenzando.
Con este meticuloso camino trazado y diseminado hacia diferentes acciones para converger en un mismo sueño, se beneficia a toda una comunidad artística, la cual encuentra lo indispensable para desarrollarse en la industria a nivel no solo de Latinoamérica, sino global.
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Ahí están las listas de popularidad para demostrar que el poder de la música latina, finalmente, ha conseguido los que hace algunos años se creía impensable: apuntarse entre sus éxitos más recientes la gira de conciertos más lucrativa en Estados Unidos, así como convertir a una de sus figuras en el intérprete con más reproducciones a nivel mundial. Y lo hizo cantando en español.
A pesar de todas las controversias que genera el reguetón, este género logró lo que muchos solamente habían imaginado para un movimiento musical surgido de la región.
Al final de la noche, cuando las luces se apagan y el escenario queda vacío, es momento para reflexionar sobre el verdadero alcance del fenómeno y cómo podría contribuir en la apertura de nuevos espacios para productores, compositores y cantantes latinoamericanos que deseen experimentar con propuestas musicales más arriesgadas.