Hay posiciones que aseguran que la acción colectiva es inconveniente. A mi juicio, esto es problemático al imposibilitar las transformaciones estructurales que necesita nuestro sistema cultural, político y económico.

Últimamente he leído y escuchado a varias personas, amigos entre ellos, asegurar que ya es muy tarde para reversar el sistema que ha causado la crisis medioambiental que vive nuestro planeta. Que la única posición coherente que podemos tomar como individuos ante un problema que nos sobrepasó es resignarnos en la derrota e intentar disfrutar el momento. Que a pesar de la debacle en la que nos encontramos, todavía es posible encontrar la felicidad y la plenitud en los pequeños detalles, en las comunidades que nos soportan, y que eso tiene que ser suficiente.

También muchísimos otros gurús espirituales afirman que la única salida es volver a encontrarnos con nosotros mismos, que el camino espiritual es necesariamente individual y que en eso es en lo que deben enfocarse quienes buscan solucionar los problemas estructurales del planeta.

Las dos posiciones llegan a la misma conclusión y utilizan las mismas premisas, sobre todo esta: que la acción colectiva es inconveniente. Esa visión está muy influenciada por los planteamientos de la cultura y filosofía occidental que ponen el énfasis del propósito de la vida en el individuo, no en la comunidad. Estas posiciones, a mi juicio, son muy problemáticas, pues además de desconocer que somos sociedades sociales y colectivas, imposibilitan las transformaciones estructurales que necesita nuestro sistema cultural, político y económico. No podemos dedicarnos a meditar y a cultivar conciencia individual mientras nuestro planeta está en llamas.

Es imperativo que cultivemos un sentido distinto del propósito de nuestras vidas, que no esté basado en nuestro camino individual, sino que viremos al colectivo. Eso significa que nuestros paradigmas sobre el éxito, la felicidad y el propósito de un ordenamiento social deben cambiar también. Volver a lo colectivo significa que veamos en la diferencia del otro una extensión de nuestras propias posibilidades y que creemos espacios, físicos y mentales, donde quepamos todos y las jerarquías que han definido nuestras identidades sean derrumbadas.

La tribu Ubuntu dice “soy porque somos”, la definición de su ser existe por verse traspasada por su comunidad.

Hoy pareciera que estamos mirando para otro lado. Hoy pareciera imposible reconciliar estas visiones románticas e ideales del mundo con la realidad de la polarización, individualización y abstracción que vivimos de la realidad del otro. Pero la pregunta que deberíamos hacernos no es qué tan difícil es lograr las transformaciones que necesitamos, sino si realmente tenemos otra posibilidad a mediano plazo. Recientemente un estudio de la Universidad de Harvard mostró que el factor más importante para vivir una vida plácida y longeva es cultivar relaciones positivas con la comunidad en la que uno vive. Puede ser por ahí que empecemos. Asegurar que las comunidades con las que interactuamos estén basadas en principios de cooperación, altruismo, amor, y cuidado de los procesos de nuestra tierra.

Por: Daniel Gutiérrez Patino*

*El autor es fundador de Saving The Amazon

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