Además de un eventual arresto de Maduro en suelo colombiano, su posible fracaso en las elecciones de 2024 haría que la cercanía que ha mantenido el gobierno colombiano hasta la fecha le pueda pasar factura en la arena internacional.

Durante el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que se desarrolló ayer en Nueva York, el canciller Álvaro Leyva habría anunciado que Nicolás Maduro visitaría Colombia a finales de este mes para asistir a la conferencia internacional sobre Venezuela convocada por el presidente Gustavo Petro. El encuentro tendrá lugar en Bogotá el 25 de abril y contará con unos 15 países que buscarán la reactivación del diálogo entre el gobierno venezolano y la oposición.

¿Cuál es el problema con esta visita? Que desde el pasado 26 de marzo de 2020, el gobierno de Estados Unidos mantiene una recompensa de US$15 millones anunciada por el entonces fiscal general, William Barr. Los cargos que se le imputaron en aquel entonces estaban ligados a los delitos de conspiración para el narcoterrorismo, conspiración para la importación de cocaína, y tenencia de armas y otros artefactos destructivos. Dicha suma fue ratificada a comienzos de este año.

Las acusaciones del gobierno de Estados Unidos argumentan en profundidad que Maduro habría negociado cargamentos de varias toneladas de cocaína producida por las extintas FARC, que además habrían recibido armamento del Cartel de los Soles, nombre con el que se conoce a la organización criminal conformada por miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de Venezuela y el gobierno del vecino país en la década de los 90.

Más grave aún es que, siendo Colombia un aliado de Estados Unidos, su eventual visita al país levantaría un debate y discusión política por lo que implica Maduro y su régimen de violación de derechos humanos. Esto provocaría que, como ocurrió en Buenos Aires durante la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebrada a finales de enero, la oposición colombiana exija que el mandatario venezolano sea detenido tan pronto aterrice en el país.

Sin embargo, el analista internacional de la Universidad del Rosario, Enrique Serrano, explicó que no es posible establecer si puede emitirse una orden de arresto contra Maduro. Incluso, así lo capturen o no, seguiría viviendo una vida de paria ante la perspectiva de que no logre sobrevivir a las elecciones próximas, escenario que se ve factible a su juicio.

Siga a Forbes Colombia desde Google News

“Creo que es un costo político alto para Petro, que esta dispuesto a jugárselo por su estrategia internacional, pero no es el mismo tono con el que lo hace AMLO, por ejemplo, que es mas tranquilo y conforme a la tradición mexicana”, agregó.

Ahora, si se analiza el tema desde la perspectiva del gobierno, la visita de Maduro tiene un objetivo político y estratégico claro. Para el gerente de Comunicación Pública y Política en la firma ‘Estrategia & Poder’, Carlos Arias, la administración Petro se compromete con una ideología y apuesta política de ser gobiernos referentes de la izquierda en Latinoamérica, al menos desde la diplomacia publica.

Eso puede ir en línea con su aparición en la revista Time como uno de los 100 personajes más influyentes del mundo. En diplomacia pública tiene todo que ver con lo que busca Petro en paralelo de convertirse en un líder global, y para ello tiene que acondicionarse como líder del hemisferio americano. Y es que AMLO, a pesar de su importancia en México, ha perdido notoriedad, y lo que más se acerca a ese rol en la región sigue siendo Lula da Silva”, explicó.

Si bien esta jugada le podría jugar en contra a Petro, sobre todo por la cercanía que hoy mantiene con el gobierno de Estados Unidos, Arias aclaró que dicha nación se ha destacado mucho “por el respeto y autonomía que da a los pueblos”. De ahí que la administración de Joe Biden no tendría ningún tipo de pronunciamiento oficial sobre la visita de Maduro debido a esta característica.

De hecho, el analista destacó que Petro podría hacer historia al reunirse con Biden y Maduro con tal solo unos pocos días de diferencia. Y es que el mandatario colombiano tiene previsto un viaje a Estados Unidos del 16 al 22 de abril en el que visitará Nueva York, Stanford y Washington. Se espera que logre reunirse con su homólogo estadounidense en la Casa Blanca, aunque de momento no se ha confirmado dicho encuentro.

Convierta a Forbes Colombia en su fuente habitual de Política

Si logra reunirse con Biden, sería un hecho político porque a Duque le hicieron el feo cuatro años. Eso seria un mensaje político brutal al interior del país y enviaría un mensaje al hemisferio que confirmaría que Petro puede encontrarse con un símbolo de izquierda suramericana y con el representante máximo de EE.UU., que representaría al imperialismo”, detalló Arias.

Otro aspecto a tener en cuenta es que, según el canciller, la conferencia sobre Venezuela también se enmarca en el plan de “paz total” de Petro, una idea que “va más allá de las fronteras del país”. No obstante, medios como el semanario británico ‘The Economist’ han argumentado que, menos de un año después del inicio del nuevo gobierno, su búsqueda de la paz parece “más inestable que nunca”.

Al respecto, Serrano argumentó que Petro considera la ayuda de Maduro como un elemento imprescindible para hacer un arreglo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), detalle que explicaría las tres reuniones que ambos mandatarios han sostenido en Caracas durante los últimos meses. El problema, una vez más, va ligado al alto precio que están pagando los dos.

Mientras que uno está arriesgando su pellejo al ser capturado mientras vive una especie de fin de régimen, el otro está jugándose la carta de paz total con actores poco dispuestos a arreglos razonables (…) Maduro es un personaje que está en su peor hora y no se si Petro lo ha dimensionado, porque tratando de salvar el régimen venezolano podría ayudar a terminar de hundirlo. Parece que le hubiera apostado todo a la paz total”, comentó el analista internacional.

No cabe duda que esta visita desatará controversia antes, durante y después de la misma. Si bien los objetivos parecen estar claros, sus resultados carecen de dichas certezas, dejando las apuestas en dos extremos totalmente opuestos. Solo el tiempo dirá si estos esfuerzos están condenados al fracaso o si se antojan destinados al éxito, pero de momento, el escepticismo reina en un ambiente que estará polarizado por un largo tiempo.