Los países del norte contribuyeron a un 92% de las emisiones en exceso de gas de efecto invernadero para lograr una temperatura estable en el planeta.
Es muy popular referirse al actual estado de nuestro sistema productivo y la crisis ambiental como una herencia del colonialismo, donde las potencias europeas invadieron territorios y fabricaron una sociedad humana en donde ellos tendrían el poder de tomar las decisiones relevantes. Las esquirlas de ese periodo son todavía evidentes, los países colonizadores son los más ricos, donde se concentran las matrices de las empresas más importantes, quienes poseen el armamento más peligroso y muchos otros ejemplos.
Los flujos y las relaciones de poder dentro de nuestra economía son un importante punto de referencia para comprender cómo esas asimetrías continúan sucediendo en lo que ha sido denominado neocolonialismo, donde se presume que los procesos coloniales han continuado hasta el día de hoy bajo distintas denominaciones. De 1970 a 2015, el flujo neto de materiales entre los países del sur y los países del norte global fue de más de 12,000 millones de toneladas desde el sur hacia el norte, y los países del norte contribuyeron a un 92% de las emisiones en exceso de gas de efecto invernadero para lograr una temperatura estable en el planeta.
Pensadores de esta corriente apuntan a que un terreno de colonización ha sido también la ideología, se nos ha hecho pensar que el camino hacia el progreso es el libre mercado, la inversión extranjera y endeudarse con entidades multilaterales para financiar los proyectos requeridos. Hoy en día, el gobierno colombiano enfrenta dos demandas por parte de Glencore y Anglo American Gold por estar en contra del libre mercado por medio del tribunal de resolución de disputas del Banco Mundial, por la decisión de la corte constitucional de cuidar un río entorpeciendo sus operaciones.
Una importante teoría económica que ha ido cogiendo fervor es la teoría monetaria moderna, siendo esta también extremadamente controversial. El postulado es el siguiente: cuando un país tiene autonomía financiera, el déficit fiscal no tiene ninguna importancia; que los gobiernos deberían gastar todo lo que sea necesario para brindarle bienestar a su población sin importar que no recauden una suma similar mediante sus impuestos. Según este movimiento, cuando un gobierno hace gasto público o emitiendo dinero está literalmente creando ese dinero, mientras que al recaudar lo está destruyendo, no existe ninguna relación entre el recibido y el emitido, por lo que el déficit fiscal es en sí mismo un concepto que no tiene ninguna relevancia.
Si eso fuera cierto y los países lograran dejar de ser dependientes del conocimiento, de la inversión y de los productos de las grandes potencias, podrían buscar el bienestar de sus poblaciones mediante el gasto público, sin necesitar ahogar en impuestos a su población ni de confiar en la mano invisible del libre mercado para que mágicamente resuelva los problemas estructurales que el mismo libre mercado ha cultivado.
Por: Daniel Gutiérrez Patino*
*El autor es fundador de Saving The Amazon
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