El gerente del Banrep, Leonardo Villar, destacó que la mayor persistencia de la inflación se debe a la depreciación del peso colombiano, que ha llegado a 16% en los últimos dos años.
Si bien la inflación de mayo ratificó tendencia descendente al alcanzar 12,36%, bajando casi un punto porcentual desde marzo, el indicador sigue jalonado al alza por precios de los alimentos, pese a que este rubro esté a la baja. Sin embargo, este no es el único factor que afecta su desempeño, sino que se deben tener en cuenta otras variables que, aunque encaminadas a controlar el indicador, no han tenido el efecto esperado.
Para el gerente general del Banco de la República, Leonardo Villar, no resulta conveniente combatir inflación mediante ajustes de tarifas, lo que se ha visto con la energía eléctrica y los precios de la gasolina. En este último punto, aseguró que el incremento debió iniciar desde hace año y medio para que sus efectos no fueran tan fuertes como ahora.
Durante la apertura de la edición 57 de la Convención Bancaria, Villar sostuvo que la mayor persistencia de la inflación se debe a la depreciación del peso. Si bien la tasa de cambio ha estado a la baja en las última semanas y se ha logrado más de 13% de apreciación en lo corrido del año, la comparación con los países de la región nos deja como unos de los más depreciados en los últimos dos años con una tasa de 16% en los últimos dos años, contrastando con Brasil, México, Costa Rica y Uruguay, mientras que Chile tuvo apenas 9% en los últimos dos años.
Eso se explica por el deterioro relativo de la solidez fiscal del país, lo que provocó el retiro del grado de inversión de Fitch Ratings y Standard and Poor’s durante el paro nacional que tuvo lugar entre abril y mayo de 2021. Se espera que la inflación esté en 5% para 2024 según analistas, mientras que el Banrep espera estar en el rango meta de 3% para entonces.
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Villar también destacó que la tasa de interés ha aumentado en forma drástica en los últimos 18 meses, completando 11,5 puntos desde que comenzó ciclo de alzas en septiembre del 2021, tratándose del ajuste mas fuerte de política monetaria en el último siglo.
“Los efectos de ese aumento se empezaron a sentir en el último trimestre del 2022, un año después de iniciar la estrategia. Lo más complejo es que los efectos sobre la inflación llegaron más tarde, cayendo apenas en abril y mayo y manteniéndose en niveles altos frente a la meta de 3%. Esperamos que se concrete para finales de 2024″, dijo el gerente del Banrep.
Otros factores donde pasaron cosas buenas apuntan a la actividad productiva y el empleo, que tuvieron mayor dinamismo en 2021 y 2022 que nadie esperaba. Nada más el año pasado fue casi el doble de Latinoamérica, cifra que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó en 3,9%. El problema fue que dicho indicador pecó de insostenible, jalonado por un exceso de demanda que creció 10% en términos reales, siendo “el caldo de cultivo de las presiones inflacionarias”, según Villar.
De acuerdo con el Banco Mundial, Colombia tiene un ingreso per cápita medio-alto pero con avances significativos en materia social y económica. En este último apartado, el país ha tenido el mayor crecimiento en la última década, con 3,3% en términos reales, 2,5 veces el crecimiento de Latam, superior a México, Brasil, Perú, Chile, Uruguay y Paraguay. Pobreza multidimensional pasó de 24% al 12% en la última década, logrando que casi 1 de cada 2 colombianos en esta situación lograra salir de ella.
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No obstante, aún hay retos como un 70% en pobreza monetaria y el hecho de ser cuarto país más inequitativo de todo el planeta, solo superado por Brasil, Surinam y Belize. Esta combinación impulsó a los colombianos a pedir cambios políticos y económicos, aspecto en el que la inversión privada y la renta per cápita se posicionan como los factores más importantes para traer crecimiento y reducir pobreza.
“Se necesita un crecimiento más inclusivo, social, regional y que llegue a todos los colombianos. Para ello, es clave atraer inversión, para lo que se requieren condiciones como estabilidad social, institucionalidad y un sector financiero fuerte. Esto, unido a las fortalezas competitivas del país, pueden otorgar un crecimiento adicional”, dijo el presidente de BBVA Colombia y presidente de la junta directiva de Asobancaria, Mario Pardo Bayona.
Un ejemplo es el agro con los cultivos de referencia internacional como flor, café y aceite de palma, además del terreno cultivable como la Orinoquía o la sabana cundiboyacense, aspectos que demandan una mayor productividad. Otros sectores apuntan al turismo, mercados de carbono, mercados de software, cadenas de suministro y energías renovables no convencionales.
Pardo también destacó que urge un marco sólido que dé seguridad jurídica a los mercados de carbono, así como la necesidad de tener una política educativa y laboral adhoc que potencia los mercados de software, además de la necesidad de descarbonizar las cadenas de suministro para reducir dependencia de China. En cuanto a las energías renovables no convencionales, Colombia debe exigir apoyo a los países desarrollados para una transición energética justa.