El experimento humano está condenado al fracaso si no lo alineamos a los ciclos de la naturaleza y pensamos en comunidad.

Suelo reflexionar sobre la increíble casualidad que compartimos todos los humanos que vivimos actualmente, de estar vivos en un punto de inflexión tan dramático. De los cientos de miles de años en los que la humanidad ha alterado los ecosistemas y vivido por medio de ellos, solo en estas generaciones vivimos en épocas en donde nuestro consumo hace que la amenaza de un apocalípsis de la vida en la tierra, como dijo Gabo en su discurso del premio Nobel “Dejó de ser más que una posibilidad estadística”.

No deja de ser paradójico, e inclusive risible, que nuestros ideales de prosperidad terminaron siendo los que nos arruinaron. Pensamos que la prosperidad y el bienestar podrían ser medidos en función del desarrollo de la técnica, la tecnología y el crecimiento económico. Esta obsesión (fetichismo) por entender el propósito de las sociedades mediante maximizar la eficiencia y buscar el progreso mediante la satisfacción de nuestros intereses individuales; nos hicieron olvidar que el experimento humano está condenado al fracaso si no lo alineamos a los ciclos de la naturaleza y pensamos en comunidad.

Ejemplos hay muchos. La revolución verde en los 60´s permitió alimentar a la humanidad y sacar a muchísimos de la pobreza, a costo de la resiliencia de nuestros suelos y de un crecimiento poblacional insostenible. Se promociona la agricultura orgánica; pero si todos los sistemas alimentarios transitaran a ésta no habría suficiente tierra en el planeta para alimentar a los humanos y animales que actualmente requerimos para mantener el sistema; ya que la agricultura orgánica es menos eficiente en términos del uso de la tierra por unidad de producción.

Desarrollar nuevas tecnologías agrícolas, energéticas o digitales; que se piensa pueden solucionar un problema, terminan estrellándose con otros límites. Otro buen ejemplo es la transición energética; estudios han demostrado que no existen suficientes minerales para hacer esta transición, bajo un paradigma de mantener el mismo uso de energía. Pensamos que nuestra inteligencia y capacidad de innovación nos encaminarían al añorado progreso y bienestar; sin darnos cuenta que esa misma inteligencia nos hizo dominar al planeta hasta un ritmo que no pudimos manejarlo.

Hoy millones de personas a través del mundo se están despertando ante esa cruda realidad. Que el antropoceno, esta era que se caracteriza por una visión del mundo en donde el medio ambiente solo existe en servicio de las necesidades humanas, y el progreso de nuestra técnica, nos han llevado posiblemente a un punto de no retorno y hacia un suicidio colectivo.

Tendremos que entender con detalle cuáles fueron esas visiones y paradigmas que nos han puesto donde estamos, para así crear nuevos sistemas y modelos mentales que nos permitan reinventar la esencia de nuestra humanidad. Que así, el bienestar de la sociedad humana, dentro de límites planetarios, dejen de ser tan solo “una posibilidad estadística”.

Por: Daniel Gutiérrez Patino*

*El autor es fundador de Saving The Amazon

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