El director y fundador del Laboratorio de Crecimiento de la Universidad de Harvard subrayó que debería haber consenso nacional en que las aspiraciones de los colombianos pasen por crecimiento el económico.
Si se analiza la agenda de crecimiento de Colombia, las mejoras de bienestar y la reducción de brechas de desarrollo social han tenido resultados positivos, pero en contraste a ello, no se ha reducido lo suficiente la brecha de ingreso por la amplitud de la brecha tecnológica. De ahí que el principal reto del país se centra en poner la agenda de crecimiento inclusivo y sostenible en el centro del debate nacional para potenciar las inversiones de los colombianos.
El director y fundador del Laboratorio de Crecimiento de la Universidad de Harvard, Ricardo Hausmann, explicó que al observar las brechas de ingreso, Colombia “no se ha movido”. Basta con observar su ingreso per cápita, que llega a US$1.100, cifra significativamente menor a los US$70.000 que alcanza EE.UU, una sociedad donde el nivel medio de salario son $22 millones.
“La duda es si los colombianos estarían más satisfechos con ingresos más altos”, agregó el experto, que participó en la 57 edición de la Convención Bancaria que se lleva a cabo en Cartagena.
Para lograr esos salarios que son posibles en otros lados, el PIB per cápita debería crecer. Y es que, a juicio de Hausmann, el descontento que tienen los colombianos se debe a que los salarios que la economía tolera son excepcionalmente bajos.
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Desde la década de 1990, Colombia pasó de ser cinco veces más rica que China a ser 20% más pobre. Con esto en mente, el académico subrayó que debería haber consenso nacional en que las aspiraciones de los colombianos pasen por crecimiento el económico, creciendo de $2 millones de ingreso mensual a $20 millones.
Un punto a favor son las exportaciones, que han crecido 30% o 40% más rápido que el PIB, lo que va de la mano de un cambio en la ventaja comparativa del país. Bajo esta perspectiva, Hausmann detalló que los países crecen porque aprenden a hacer cosas que no sabían hacer antes, y hacerlas mejor. “Eso es lo que llamamos tecnología”, dijo.
“En Colombia han aumentado factores de producción pero se ha aumentado la brecha tecnológica, porque no se están cambiando las formas de hacer las cosas, no hay adopción tecnológicas lo suficientemente rápida, y no es problema de comprar o financiar mejores máquinas: es montar equipos humanos con know-how necesario para implementar las nuevas tecnologías”, señaló.
Aquí es donde se fortalecen aspectos como la transición energética, donde se ha enfatizado en que el mundo debe reducir sus emisiones y que tanto países como empresas se comprometan a contribuir en esa meta. Unido a ello, hay que hacer que el mundo demande más descarbonización, tanto con incentivos económicos como financiamiento verde, regulaciones e impuestos. Todo trata de resolver el problema actuando desde la demanda por descarbonización.
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“Para descarbonizarse, el mundo necesita definir quién va a producir los medios que le van a permitir lograrlo. Definir qué rol tiene su país para ayudar a que el mundo se descarbonice es parte de una agenda de crecimiento, pues permite ofrecer cosas a un mundo que quiere descarbonizarse”, dijo el directivo de Harvard.
Con eso en mente, definió cuatro estrategias que ordenan el espacio de cosas necesarias para efectuar esta transición: producir las herramientas de la descarbonización, sustituir competitivamente con productos verdes lo que se produce hoy de manera gris, capturar carbono y dejar de usar el petróleo para financiar la transición energética.
Para descarbonizarse, es vital electrificarse y producir esa energía de manera limpia. Pese a que hay un rol para Colombia en este deseo de mayor rol en manufactura y cadenas de valor, donde el Gobierno ha anunciado exportación de minerales crudos y su interés en implementar la energía verde, hay que tener en cuenta que estas alternativas se instalarán en aquellas naciones donde sea barato hacerlo, y la pregunta es si Colombia será uno de ellos.
“Habría que ver cómo se desarrollan las sinergias entre las energías renovables con recursos hídricos y el resto para acelerar, ser competitivos y eficientes en el desarrollo de energías verdes”, concluyó Hausmann.