La presencia en los medios de comunicación de los grandes problemas que vive nuestra humanidad, que van mucho más allá del gobierno de turno, están muy lejos de estar al nivel de lo que se requiere.

La real academia define populismo como “tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”, si esa fuera la única connotación de populismo no lo consideraría algo negativo. El bienestar de las clases populares son un imperativo el cual siempre debemos buscar. Ahora, viendo al situación de la opinión pública de Colombia hacia los sucesos actuales, me doy cuenta que el populismo también se asienta en buscar narrativas fáciles, donde sea sencillo construir un enemigo y apoyar con emoción a esa visión “política” (la del enemigo interno).

Siempre que veo a Petro en un discurso lo veo en la misma narrativa: las élites que han manejado al país como han querido por cientos de años ahora se ven en peligro y esa es la causa de todos los actuales problemas de Petro. No puede ser que todos los problemas del gobierno de Petro puedan ser achacados a la lucha de clases entre los privilegiados y los de abajo. Este es el tipo de narrativa fácil que caracteriza al populista; que además presenta cualquier dificultad o posible error que pueda cometer como una conspiración de alguien externo a él mismo.

Pero la misma narrativa populista es la que se encuentra en el otro lado del espectro. Que Petro es el diablo en persona y quiere destruir a Colombia. Conozco personas que piensan que la decisión de prescindir de la firma de nuevos contratos de exploración petrolera por parte de Petro es tan solo un favor a Nicolás Maduro por haber financiado su campaña y así podernos vender el gas Venezolano. Ese nivel de conspiración raya con un fanatismo que bordea la locura.

En los dos casos veo lo mismo: más que la defensa de una idea política o de una visión de sociedad, la defensa de una ideología que tiene como postulados esenciales el ataque al otro. ¿Es esa la sociedad en la que vivimos? ¿Es la polarización y el odio que se respira en las calles la manifestación de una falla más profunda en nuestras sociedades? Lo cierto es que este no es únicamente un fenómeno de Colombia, nuestras sociedades occidentales parecieran estar estrellándose a un vacío político, cognitivo, emocional, espiritual y moral.

Y mientras discutimos sobre la niñera de Laura Sarabia, los viajes de Francia Márquez y los whiskies de Benedetti, continuamos en un sistema productivo adicto al crecimiento y por ende adicto también a la destrucción de nuestro planeta; dirigiéndonos directamente hacia una tierra invivible para la civilización humana. La presencia en los medios de comunicación de los grandes problemas que vive nuestra humanidad, que van mucho más allá del gobierno de turno, están muy lejos de estar al nivel de lo que se requiere. Hoy los medios necesitan narrativas y noticias sencillas y sensacionales, pues se han convertido en negocios que cobran por clic.

La democracia se asienta en un dogma infranqueable, que la ciudadanía sabe cuál es su mejor camino, pero creo cada vez es más claro que éstos preceptos son ideales que no se ajustan a los requerimientos de estos alborotados tiempos.

Por: Daniel Gutiérrez Patino*

*El autor es fundador de Saving The Amazon

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