Aunque la inteligencia artificial sí asegura la desaparición de algunos puestos de trabajo, también asegura el fortalecimiento de otros que dependerán cada vez más del valor humano.
Las amenazas sobre el exterminio de numerosas carreras en nombre de la inteligencia artificial nos invaden. Cada semana vemos un reporte nuevo al respecto. El primero fue el comunicado de prensa de Open AI disfrazado de estudio sobre el impacto en las carreras que desaparecerán. Y luego otros más serios y veraces como los recientes reportes de Reuters y el de McKinsey.
Algunos medios europeos han empezado a hacer recortes de periodistas para empezar a reemplazar algunas tareas de contenido. Quiero pensar que si bien muchas tareas se podrán automatizar, también el pensamiento crítico y las interacciones sociales y humanas tendrán mayor relevancia.
Que una máquina escriba con mejor gramática que muchos de nosotros o que ahora podamos crear, con un chat, mayor cantidad de contenidos me hace preguntar si eso significa que reemplazará la reflexión propia humana, la creatividad, la interacción física social o el pensamiento crítico.
Desde el boom tecnológico las carreras de humanidades pasaron a verse muy Old School, el patito feo, lo menos sexy y lo menos exitoso en la conversación pública. El prejuicio más común que tenemos es pensar que solo los ingenieros o programadores pueden crear un producto tecnológico. En el fondo siempre he creído lo contrario.
Aunque llevo trabajando muchos años con ingenieros y desarrolladores que admiro, en el fondo siempre he creído que lo técnico no es suficiente.
Scott Hartley, Co-founder & Managing Partner de Everywhere Ventures, me da la razón. En su libro ‘The Fuzzy and The Techie: Why the Liberal Arts Will Rule the Digital World’ (Menos tech y más Platón, en español) menciona algunos fundadores de startups que han liderado la innovación en los últimos diez años y cómo las humanidades han influenciado decisiones que han hecho crecer plataformas como Facebook, LinkedIn, PayPal, entre otras.
En su libro, Hartley hace especial énfasis en aquellos que están desempeñando roles clave en el desarrollo de las ideas de negocio más creativas y exitosas. La mayoría de las veces, aquellos que comprenden los problemas de la vida que necesitan ser resueltos son quienes ofrecen los enfoques más adecuados para hacerlo.
Entre esos líderes casi siempre las habilidades de gestión y comunicación son vitales para impulsar el crecimiento de sus empresas.
Mencionaré algunos founders que Scott Hartley enumera en su libro:
- Stewart Butterfield, fundador de Slack, atribuye parte de su habilidad para desarrollar un producto exitoso a sus estudios en filosofía en la University of Victoria y en la Universidad de Cambridge.
- Reid Hoffman, fundador de LinkedIn, obtuvo una maestría en filosofía en la Universidad de Oxford.
- Peter Thiel, cofundador de PayPal y Palantir, estudió filosofía y derecho.
- Alex Karp, CEO y cofundador de Palantir, se graduó en Jurisprudencia en Stanford y realizó un doctorado en teoría social neoclásica en la Universidad de Goethe en Alemania.
- Ben Silbermann, fundador de Pinterest, estudió Ciencias Políticas en Yale.
- Joe Gebbia y Brian Chesky, fundadores de Airbnb, obtuvieron su título en Bellas Artes en la Escuela de Diseño de Rhode Island.
- Parker Harris, cofundador de Salesforce, estudió Literatura Inglesa en Middlebury College.
- Si bien estos casos no son la regla, tampoco son la excepción. Cuando trabajaba en Platzi me encontré con algunos abogados que se convirtieron en Desarrolladores y que podían resolver problemas de una manera distinta y más ágil que otros no.
De igual forma, me encontré con Ingenieros que se cambiaron a otras áreas, como el caso del reconocido creativo Daniel Granatta, quien siendo ingeniero, ha hecho una carrera exitosa en la publicidad y el marketing.
Esos casos, que no son aislados, me confirman que la intersección de conocimientos tiene un gran impacto en ejercicios creativos, de resolución de problemas y creación de productos.
Y aunque las habilidades técnicas llevan a las personas hasta cierto punto en sus carreras, aquellos que avanzan más rápido y escalan con fuerza en las compañías son quienes se destacan por sus capacidades de comunicación, interacción, análisis y reflexión. Lo que también (mal) conocemos como habilidades blandas, muchas de ellas que se adquieren con el conocimiento de Humanidades.
El boom de la Inteligencia Artificial nos ha puesto a hablar de la Ética, de la verdad y de cómo vamos a regular para proteger los derechos de autor. Tanto para los textos, las fuentes informativas, el uso de imágenes, el arte y la fotografía.
Por algo Sam Altman, CEO de OpenAI, lleva más de un mes en un tour de lobby con gobiernos, medios de comunicación y Universidades en Europa y Norteamérica. Y lo que más me sorprende es que este debate regulatorio sea promovido precisamente por la empresa privada en lugar de que sean los científicos de las Universidades públicas y los gobiernos quienes la promuevan. Pero esa es una reflexión aparte.
Mientras vemos en las noticias hasta ahora pocas empresas anuncian reducciones de empleados por reestructuración y automatización de tareas con la Inteligencia Artificial, algo que me tiene convencida es que las interacciones humanas volverán a tener un lugar privilegiado.
Aquellos que suelen abrir más puertas profesionales, por lo general son quienes mejor entendimiento tienen de las normas culturales y los comportamientos sociales.
Escribir bien, tener criterio, capacidad de argumentación, hablar con fluidez verbal y narrativa, articular ideas, liderar con empatía y compasión, saber conectar con la gente y ser excelentes negociadores son habilidades esenciales para cualquier líder en cualquier cultura, es más importante que su formación técnica.
Eso no significa que debemos dejar de lado lo técnico.
Podría ser una idealización, pero quizás llegó el momento en donde las Humanidades y las Ciencias Sociales van a ser tan requeridas y apreciadas tanto como las técnicas.
Contacto
LinkedIn: Íngrid Zúñiga
*La autora es periodista, experta en Relaciones Públicas y Marketing Digital. Asesora a startups en Colombia, México y Canadá. Hace parte del equipo líder de Latinas en Tech.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
Lea también: Solo el 6% de las personas en la región sabe inglés: ¿estamos preparados para los empleos del futuro?