El exministro de Minas y Energía tuvo que enfrentar el anterior fenómeno de El Niño. Estas son sus ideas sobre el que viene.

Pocas cosas le ponen tanta presión al sector eléctrico como un fenómeno de el Niño. No se sabe exactamente su intensidad ni duración, pero sí que las proyecciones más creíbles dicen que el Niño que llega persistirá hasta pasado el primer trimestre del próximo año y que con 81% de probabilidad será fuerte.
Sabemos también que traerá muchas menos lluvias, que deberemos reemplazar con plantas más caras la energía que normalmente se genera con agua y que esto puede llevar a tarifas más altas: muchas empresas, tendrán que comprar —y cobrarles a los usuarios— esa energía cara por no haberse contratado a tiempo.
El Niño 2015-16 nos dejó importantes lecciones para el que llega. Fue más fuerte y más largo que el del apagón 1991-92, mostrando que el sistema aprendió la lección y se hicieron los cambios para darle la resiliencia que no tenía.
También, que las dificultades no son solo por escasez de agua. En el anterior se quemaron los cables de la principal central de generación en el peor momento, un juez cerró la hidroeléctrica de El Quimbo que estaba lista para entrar en operación y con su embalse lleno, la planta de regasificación del Caribe que debía proveer gas a las térmicas no entró a tiempo, se cerró la frontera con Venezuela generando escasez de combustibles líquidos para muchas plantas, y hubo daños en térmicas sometidas a generar constantemente sin estar diseñadas para ello.
Y finalmente, nos enseñó que con buena información y diseño pueden lograrse reducciones significativas de demanda con programas como Apagar Paga.
Enfrentar un Niño con éxito requiere por lo tanto de mucha coordinación entre gobierno y empresas para que puedan solucionarse todos los problemas solucionables. Desafortunadamente la confianza pasa hoy por un muy mal momento, las instituciones claves para enfrentar el Niño están sumidas en la interinidad y el gobierno ha estado más preocupado por hacer política social con las tarifas que por asegurar el suministro.
En este sentido el Niño es como el fútbol: si no jugamos en equipo, difícilmente pasaremos a la siguiente ronda —sobre todo con un rival tan duro—. El gobierno tiene la llave: pone al técnico y define los premios para los jugadores.