Patricia Ermecheo creó su marca de hilo reciclado, Osomtex, y sus calcetines ecológicos, Osom Brand. Ahora, ha logrado ser proveedora de grandes conglomerados de ropa a escala global dueños de marcas como Calvin Klein y Tommy Hilfiger
“No eres de un solo lugar. No eres de Venezuela, Chile, o de un continente. Perteneces a algo mucho más grande y es lo que sienten los astronautas cuando están en el space station y desde una ventana —cúpula— ven la Tierra. Y también es lo que siento yo”, dice Patricia Ermecheo, una venezolana emprendedora que tiene raíces españolas, cubanas y emigró a Estados Unidos para estudiar Diseño e Imagen Corporativa. Allí creó Osomtex, la marca de hilo hecho con ropa reciclada que iba a la basura, con el que Nike desarrolló una línea de zapatos deportivos y otros accesorios; y Osom Brand, su marca de calcetines ecológicos, que terminaron siendo usados por el astronauta Doug Hurley, capitán de la nave SpaceX, en uno de sus viajes espaciales.

La historia de Ermecheo parte desde que su papá comenzó a transmitirle y cultivar su amor por la naturaleza. En Venezuela participó en un programa de deportes extremos en el que también estuvo muy relacionada con el medio ambiente. Así que cuando en Estados Unidos vio cómo se desperdiciaban los alimentos y, luego, cómo se tiraba la ropa que no se usaba a la basura, dijo: “Todo esto está mal”. Y tuvo la visión de transformarla en algo útil de nuevo y llevarla a su forma natural, la fibra con la que se puede hacer hilo.
Después de finalizar su carrera de Diseño e Imagen Corporativa, en 2011 creó Osomtex —que viene del juego de palabras “awesome” y “textil”— con una fábrica en Miami con capacidad de procesar 600.000 libras de ropa para convertirla en hilo. Y en 2015 decidió fabricar los calcetines mediante una campaña digital que consistía en recibir donaciones y, a cambio, ofrecer algo dependiendo de la cantidad de dinero que daba el usuario, desde un “gracias”, hasta un par de calcetines cuando estuviera el producto. El primer mes logró recolectar US$ 25.000. A la fecha, se han vendido poco más de 8.000 pares de calcetines.
“No fue nada fácil, a la gente que le pedía ayuda para terminar el hilo decía que era una fibra complicada, tuve que ser muy insistente. Después que tenía el hilo, no era suficiente para llevar el concepto a la masa y creé las medias (calcetines). Con una compañera diseñamos el logo de la marca a mano en acuarela, semejante al Universo porque el hilo tiene puntitos de colores y se parece a la galaxia, esos puntitos representan como un pedacito de cada uno de nosotros en la ropa y nos une eso es lo que creo, es mi filosofía de vida como ser humano”, cuenta la emprendedora a Forbes.
Ermecheo también la tuvo difícil como emprendedora. Cada vez que pedía un préstamo la respuesta era un no. “El hecho de ser mujer con algo tan industrial, maquinaria, ingeniería, no le veían sentido, pero nunca me he dejado llevar por eso”, asegura. Su empresa partió con dinero personal, de familiares y amigos. No especifíca sus cifras de facturación actual, pero dice que en dos años logró tener rentabilidad y que espera un crecimiento entre 25% a 30% anual para los próximos 5 años. “La inversión en la planta ha sido de millones de dólares y ahora lo reinvertimos todo. No estamos viendo grandes ganancias aún, esperamos ver retornos a partir del año que viene”, agrega.
En el proceso de producción del hilo no se usa agua ni tampoco colorantes, esa es justo la motivación que tuvieron grandes marcas de la moda para contactar a Ermecheo y trabajar con ella en nuevos productos.
LA PETICIÓN DE NIKE: “¿ESTÁS INTERESADA EN CONVERSAR CON NOSOTROS?”

Ermecheo desarrolló y lanzó la marca de los calcetines ecológicos mientras vivía en una casa rodante sustentable en Oregon. Fue a través de la campaña que lanzó para recolectar dinero que la contactó nada el gigante de equipamiento deportivo Nike. “Justo allí estaba el centro de Nike, en Oregon. Entonces pensé que era el Universo, que estaba destinado. Me escribieron un mail que decía: “Nos interesa mucho tu producto ¿estás interesada en conversar con nosotros?” y yo claaaroo”.
Así fue que desarrollaron la línea de zapatillas deportivas “Space Hippie” y, en 2015, compraron el hilo de Osomtex para hacer el uniforme de Estados Unidos para las Olipíadas Tokio 2020, hasta convertirse en proveedores para producir algunas de sus tshirts, calcetines y accesorios.
El día del lanzamiento de la línea de zapatillas creada con el hilo de Osomtex, Nike le informó a Ermecheo que hicieron sold out en un minuto y tres segundos, aunque desconoce la cantidad de zapatos que fabricaron en esta edición limitada.

Nike también contrató a Ermecheo como consultora en Sustentabilidad e Innovación y constantemente iba a las oficinas en Oregon, pero llegó la pandemia y cerraron. “Perdí el propósito de vivir allí”, así que volvió a Miami, donde estaba la planta y su red de apoyo.
En ese proceso del lanzamiento de la línea “Space Hippie”, Ermecheo contactó a la astronauta Karen Nyberg, para que fuera imagen de la marca, pero no se dio. Sin embargo, Nyberg renunció a la NASA y se convirtió en embajadora de la marca. Su esposo, el también astronauta Doug Hurley, fue el capitán seleccionado por Elon Musk para viajar en el SpaceX y llevó las medias Osom Brand.
CAMBIAR LA INDUSTRIA DE LA MODA
Pero la historia de Osomtex no queda ahí. Luego de Nike y del hito del espacio, Ermecheo relata que Osomtex ya es proveedor de los conglomerados grandes de moda, dueños de marcas como The North Face, Calvin Klein o Tommy Hilfiger.
Al preguntarle qué se dice a sí misma luego de ver su marca como parte de estas grandes marcas y lograrlo, responde: “Keep going. Cada vez siento que estamos más cerca de lograr nuestra misión y es algo grande, con un impacto importante. Soy fiel creyente en que si es para ti va a pasar, soy muy espiritual y mi visión es que lo vamos a lograr, tenemos suficiente material afuera para poder generar esta fibra en productos sin necesidad de seguir explotando el planeta, porque además vemos que por las condiciones ambientales será una necesidad. Siempre las marcas tendran necesidad de crear y productos nuevos, pero el material puede ser el mismo de la ropa reciclada”.
Reconoce que hay “mucha inconciencia” en los consumidores de la industria textil, pero dice que es por falta de información. “En esta larga aventura me he educado de lo horrible que es la industria textil y el daño que hace. Entonces no culpo a la gente porque no saben y lo que le importa es el precio y ahorrarse la plata, por eso compran ropa barata y no se preguntan cómo se fabrica o si explotan niños para ese proceso”, expone.
Su plan a mediano plazo es poder ampliar sus fábricas a otras ciudades de Estados Unidos y expandir la venta de sus calcetines a países de Latinoamérica.