Esta agilidad brinda una ventaja distintiva en un panorama incierto, permitiendo que las compañías se mantengan un paso adelante.

En momentos de recesión económica, las empresas se ven confrontadas con desafíos que afectan sus operaciones. Sin embargo, en medio de la incertidumbre, se encuentra la oportunidad de repensar enfoques tradicionales y adoptar metodologías novedosas y ágiles. En las últimas cuatro recesiones, un promedio del 14% de las empresas aumentaron tanto el crecimiento de ventas (en casi un 9%) como el margen EBIT (en casi un 3%) ante circunstancias desafiantes. Las recesiones presentan oportunidades, pero para materializarlas, las empresas deben hacer más que adoptar una postura defensiva. Una forma proactiva de enfrentar estas recesiones es trabajar con agilidad, ofreciéndonos un enfoque flexible, adaptable y colaborativo para la generación de valor, las cuales ya han sido reconocidas como una valiosa alternativa para enfrentar la complejidad de los contextos actuales y lograr resultados exitosos. Desde Boston Consulting Group, podemos afirmar que la agilidad pueden ser un salvavidas para las empresas, permitiéndoles navegar por la tormenta y prosperar frente a la adversidad.

Los modelos de negocio tradicionales suelen tener operaciones estructuradas, pero a menudo se enfrentan a dificultades debido a su rigidez. Las metodologías ágiles, por su parte, priorizan la flexibilidad, lo cual permite que las empresas se adapten y respondan rápidamente a las cambiantes condiciones del mercado. Cambiar de una organización por silos a una organización multidisciplinar donde es más sencillo priorizar las iniciativas con mayor valor, es una cualidad de las empresas que quieren enfrentar un futuro complejo. Esta agilidad brinda una ventaja distintiva en un panorama incierto, permitiendo que las compañías se mantengan un paso adelante.

La metodología tradicional de reducción de costos generalmente exige que los jefes de los silos organizacionales reduzcan costos entre un 5% y un 10%. Se aprietan los cinturones, se eliminan puestos, pero no hay un cambio fundamental en cómo se hacen las cosas o en la forma en que trabajan las personas. Esto genera estrés y frustración en los líderes y en los equipos de trabajo que sienten que hay que hacer la misma cantidad de trabajo con menos capacidad, y por lo tanto con mayor esfuerzo, lo que se refleja en jornadas de trabajo más extensas, reduciendo su calidad de vida. Sin embargo, cuando aplicamos estructuras ágiles en la organización, cambiamos las formas de trabajo, rompemos los silos, conformamos equipos multidisciplinares, estamos habilitando una reducción de costes que puede llegar al 15% o 20% utilizando palancas que incluyen algunos como eliminar traspasos, eliminar roles de coordinación (muy a menudo supervisores, gestores, gerentes intermedios) y priorizar de manera más efectiva a través de una mayor transparencia. En tiempos de recesión, resulta imperativo que las organizaciones optimicen sus recursos y fomenten un sentido de responsabilidad colectiva.

Uno de los principios de las metodologías ágiles es el concepto de iteración rápida y aprendizaje continuo. En lugar de esperar hasta el final de un proyecto para evaluar su éxito o fracaso, esta metodología fomenta bucles de retroalimentación frecuentes y mejoras continuas. Este enfoque iterativo permite a las organizaciones identificar y corregir problemas de manera temprana, mitigando los riesgos potenciales y minimizando el impacto de los contratiempos. Al abrazar el fracaso como un escalón hacia el éxito, las metodologías ágiles fomentan una cultura de innovación y resiliencia, lo que permite a las empresas aprender de sus errores y salir fortalecidas de una recesión.

Por otra parte, comprender y satisfacer las necesidades de los clientes se vuelve fundamental. Las metodologías ágiles enfatizan un enfoque centrado en ellos. Al involucrar a los clientes en todo el proceso de desarrollo e incorporar sus comentarios, las organizaciones pueden responder rápidamente a las dinámicas cambiantes del mercado y adaptar sus ofertas en consecuencia.

Un aspecto muy importante es el de los colaboradores, lejos de esa reducción de las metodologías tradicionales, se enfoca en realizar rotación de perfiles y mejoras de talento interno; además de capacitar a los empleados en nuevas formas de trabajo más efectivas, empoderarlos y generar una motivación adicional en los mismos. Lo que conduce a altas tasas de compromiso, superiores al 90% en las encuestas de empleados.

Colombia y sus empresas llevan años haciendo su transición hacía la agilidad, especialmente entidades financieras. Si bien todavía hay algunas empresas incipientes, hay otras que ya han trabajado con miles de colaboradores en hacer dicha evolución. Hay una gran oportunidad en estos momentos de ponerle más foco a estas transformaciones preparando a las empresas para ser más exitosas hacia el futuro. Si bien, todavía queda mucho trabajo por delante (por cada 10 posiciones de project manager tradicional hay una posición de Scrum Master en Colombia), se abre un panorama alentador viendo que se están incorporando nuevas industrias en esta dinámica transformadora.

En conclusión, en tiempos de recesión económica, abrazar la agilidad puede ser la clave para sobrevivir y prosperar. La flexibilidad, la colaboración, la iteración rápida y el enfoque centrado en el cliente son pilares importantes de las metodologías ágiles que permitirán a las empresas navegar las incertidumbres y desafíos. En lugar de temer a los tiempos difíciles, se deben aprovechar como oportunidades para evolucionar y crecer. Al adoptar prácticas ágiles, las organizaciones pueden desatar su potencial oculto y enfrentar las adversidades con confianza y resiliencia.

Por: : Carlos Barrantes

*El autor es Managing Director de BCG Platinion

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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