A cada país le conviene ser prudente con sus metas de descarbonización, pero eso significa la más grande tragedia humana.

Finalizando Agosto un juez del estado de Montana en Estados Unidos aceptó la demanda de un grupo de jóvenes que consideraban que la ampliación de la infraestructura fósil era un atentado contra su futuro por las emisiones de gas efecto invernadero que esto conlleva. El argumento del Estado de Montana era que ellos no eran los causantes de la crisis climática, que Montana era menos que el 0.1% de las emisiones mundiales. En junio de este año Suiza también hizo historia, sus ciudadanos votaron por mantener los compromisos climáticos de su país, a pesar de que sus contradictores argumentaban que Suiza era tan solo el 0.5% de las emisiones y que ellos no eran responsables de salvar el mundo. Espero que se entienda mi punto. A través del mundo los argumentos para evitar la acción climática necesitada son los mismos:

  • Que los otros deben actuar primero por responsabilidad histórica
  • Que X actor está contaminando más (bien sea en total o per cápita)
  • Que no tiene sentido que X actor salve a toda la humanidad.

El dilema del prisionero. Cualquier economista ha escuchado hablar de este concepto. El primero que se enseña en teoría de juegos. Hay ciertos escenarios en los que cada actor abogando por su propio interés termina en un resultado sub-óptimo para el conjunto. A cada país le conviene ser prudente con sus metas de descarbonización, pero eso significa la más grande tragedia humana. ¿Por qué nos cuesta tanto pensar de manera colectiva?

La civilización humana siempre se ha organizado bajo el concepto de la división. Tenemos y tuvimos clanes, imperios, etnias, ciudades-estado, razas, países y clases sociales, y mientras el experimento humano no tenía suficiente impacto para afectar de manera directa los límites planetarios esto tuvo sentido. Pero ahora los riesgos son diferentes. Ahora nos encontramos con un sistema productivo globalizado e internacional, con un límite planetario y global a las toneladas de gas efecto invernadero que podemos emitir, un límite planetario a nuestras reservas de minerales críticos para la transición energética y muchos otros retos que nos obligan a entender los problemas más allá de las gafas de nuestros nacionalismos.

¿Pero cómo podemos transformar nuestros sistemas productivos, culturales y sociales para que obedezcan a una conciencia planetaria? ¿No está en los lineamientos de todas las constituciones y políticos el abogar por el bienestar de sus propias comunidades? La resistencia de la población colombiana a la política de Petro de limitar la extracción de combustibles fósiles a pesar de que está claro que las reservas actuales mundiales son más que suficientes para dejar un planeta invivible evidencian la complejidad del problema.

Tal vez el argumento más importante para la transformación ideológica que menciono está en la voz de la ciencia. Los límites están claros y los pasos necesarios hacia la suficiencia y el consumo responsable lo están también. Absolutamente todo depende de esto.

Por: Daniel Gutiérrez Patino*

*El autor es fundador de Saving The Amazon

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