Las acciones trazadas en bolsa para 2020 representaban una cantidad apenas equivalente a 3,7% del PIB, según cifras del Banco Mundial.
El país enfrenta el momento más desafiante de los últimos 30 años. Ese fue el mensaje central de la apertura de la versión 13 del Congreso de la Asociación de Comisionistas de Bolsa de Colombia (Asobolsa), y por varias razones: un mercado de capitales primario, consumo elevado del Gobierno, costos elevados para las empresas y varios talones de aquiles en la administración Petro. Sin duda, un coctel peligroso.
Actualmente, el mercado interno de Colombia representa 51,6% del PIB, mientras que el gasto en seguros solo alcanza 3% del PIB. Esas cifras son solo una tercera parte de los mercados desarrollados. En cuanto al mercado de capitales, las acciones trazadas en bolsa para 2020 representaban una cantidad apenas equivalente a 3,7% del PIB, según cifras del Banco Mundial, mientras que China alcanza 214%. “Algo no henos hecho bien, porque no podemos seguir con mercados que transan tan poco en acciones”, dijo el superintendente financiero, César Ferrari.
A su juicio, desarrollar el mercado de valores implica robustecer fuentes de producción y servicios especializados, solidificar una industria que sea todavía más responsable con productos verdes y sociales, practicas y estándares de gobierno ambiental, social y corporativo (ESG por sus siglas en inglés), gestión de riesgos climáticos y educación financiera para emisores e inversionistas.
Incluso, el presidente de Asobolsa, Jaime Humberto López, señaló que debe incrementarse la participación de nuevos inversionistas y buscar aumento de competencia en mercados financieros, pues hay asimetrías regulatorias tanto en productos como en actividades. “Es el momento para que el país no ahorre esfuerzos en búsqueda de un mayor desarrollo. El llamado es alinearnos en búsqueda de soluciones y evitar asimetrías regulatorias que desestiman la competencia”, agregó.
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Actualmente, los activos del país se dividen en 46,8% de inversiones, 31,8% de operaciones y mercados, así como un 8,1% de cuentas por pagar. Unido a ello, hay competencia insuficiente e imperfecta que conlleva a mercados poco profundos y precios elevados, justo en un contexto de altas tasas de interes que se traducen en costos importantes para las empresas.
En medio de todo, el consumo desde el Gobierno es elevado, superando 90% del PIB. Eso hace que el ahorro sea pequeño y que la inversión doméstica sea baja. Con esto en mente, Ferrari sentenció que, si Colombia no aumenta su tasa de ahorro para aumentar su tasa de inversión, seguirá necesitando las inversiones extranjeras que traen tecnología, conocimiento y nuevos mercados.
El exministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, sostuvo que Colombia tiene demanda interna que se desaceleró fuerte, una inversión deprimida y el PIB creciendo casi cero. Lo único que funciona es el consumo del Gobierno. Los sectores de minas y administración pública son los únicos que están bien. Este año es desafiante, y el tema es que hay que reactivar la ejecución del presupuesto, que va básicamente igual al gobierno de Iván Duque.
Al mismo tiempo, esa ineficiencia en mercados financieros se traduce en poco desarrollo económico, cosa fácilmente comprobable con los resultados mezclados del primer año del Gobierno, sobre todo con la irregularidad en su agenda de reformas, con algunas pasando sin problema el trámite legislativo y otras hundiéndose antes de su primer debate.
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Y es que el Congreso se ha tornado en un espacio deliberante y dificil pero que, en medio de todo, conversa y mejora las reformas. Por ello, la pugnacidad que ha padecido el legislativo es innecesaria, y ha derivado en la pérdida de poderes políticos. Pero ese es solo uno de los tres problemas que enfrenta la administración Petro.
Otro de sus talones de Aquiles está enmarcado en la paz total y la reforma a las fuerzas armadas, al igual que la política de Gobierno, trabada por sus problemas con los partidos políticos, empresarios, medios de comunicación, altas cortes y escándalos que han salpicado al presidente. Peor aún es que su única solución ha sido acudir a bases radicales y la calle, todo mientras el tema de seguridad se ha complicado en todo el país.
Curiosamente, el primero de sus grandes cuellos de botella parece haber pasado la peor parte, al igual que todas las economías de Latinoamérica, pues a excepción de Chile, ninguna línea de crecimiento económico en la región, e incluso en el mundo, toca ceros. Bajo esa perspectiva, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido enfático en que no va a haber recesión, y por ende, nos saldría barata la inflación de dos dígitos.
No tan optimista es el Banco de la República, que apunta a una recesión entre el último trimestre de 2023 y primer trimestre de 2024, pues la junta en pleno consideraría que para bajar inflación hay que inducir a más desaceleración. En contraste, los analistas económicos creen que podemos lograrlo sin recesión, pero aún falta mucho para saberlo. Lo que sí es claro es que, inevitablemente, será un escenario inédito en casi 30 años.