Los bancos públicos de desarrollo han destacado que se ha podido apartar el dialogo de la política, lo que ha facilitado ayudar a los gobiernos en lo que necesitan para mitigar el cambio climático. No obstante, los retos aún son muchos

Hasta el momento, 2023 parece ser el año que traerá momentos clave para el mundo en lo que a debate climático se refiere. A las buenas sensaciones que dejó cumbre entre la Unión Europea (UE) y la Comisión de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) se une la venidera reunión del Consejo de Asuntos Económicos y Financieros (Ecofin) en Santiago de Compostela para estrechar vínculos. Las primeras impresiones apuntan a que hay valores compartidos en todo el planeta, pero también hay evidencia contundente de que cada región ha sido muy introspectiva, cosa que ya no funciona.

“No vamos a alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) si no aceleramos el paso, y lo debemos tener en cuenta. No lo haremos solos con los oídos tapados (…) Hay que hacer las cosas usando tecnología e innovación, buscando oportunidades y retos”, dijo el presidente del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Werner Hoyer.

Con esto en mente, parece clara la idea que se quiere dar en la cuarta edición de la cumbre internacional de la Banca Pública de Desarrollo, celebrada en Cartagena y que por primera vez tiene su sede central en Latinoamérica: debe haber un enfoque global en la lucha contra el cambio climático, lo que demanda que salgamos de América Latina y de Europa y miremos otras latitudes en paralelo.

“Todos sentimos una urgencia y alarma, sabemos que posiblemente estemos siguiendo el camino hacia los ODS donde puede haber noticias malas de la COP en diciembre, además de la tensión financiera para muchos países de África y la geopolítica. Se requiere más transparencia, tener mejores resultados y una metodología clara para la banca y financiamiento privado”, aseguró el presidente de la Agencia Francesa de Desarrollo y de Finance in Common, Remy Rioux.

Siga a Forbes Colombia desde Google News

Esa cooperación internacional, que debe venir principalmente desde el lado gubernamental, tampoco parte de ceros, pues el mundo ha sido testigos del surgimiento de recursos para la sostenibilidad, sobre todo en 2022, año en que las inversiones en transición energética pasaron el billón de dólares, cifra similar a la que tienen los combustibles fósiles.

Con esto en mente, el presidente del Banco de Desarrollo Empresarial de Colombia (Bancoldex), Javier Díaz Fajardo, calificó como una movida clave la formalización de un banco de inversión global que fortalezca el enfoque en temas verdes. Esto si se tiene en cuenta que, al menos desde América Latina, ya se ha pasado del potencial a la acción, lo que demanda una estrategia mucho más clara con los objetivos que tiene por delante. Uno de ellos es ser la región líder en energía solar, con al menos 3.000 gigavatios disponibles para 2030.

Un primer paso para este escenario ya se ha logrado desde la perspectiva regional con la coalición verde para el Amazonas, integrada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de Brasil, que también cuenta con el apoyo del Banco Mundial. Además del manejo de recursos verdes, la alianza se ha enfocado en procesos de cero deforestación, conservación de parques naturales, así como avance de políticas incluyentes para el tema de desarrollo sostenible, que son una prioridad para la Organización de Naciones Unidas (ONU).

En esa coyuntura, Díaz Fajardo añadió que la coalición debe estar fortalecida por un bono multimillonario en forma de asociación publico/privada. Al mismo tiempo, sostuvo que los mercados de carbono deben convertirse en títulos de valores importantes, así como trabajar en emisiones de bonos transparentes. Más relevante aún si se tiene en cuenta que la cuenca del Amazonas alberga 30% de la biodiversidad del planeta, y que ha perdido más de 54 millones de hectáreas entre 2001 y 2020. Tomar acción es vital, pero la responsabilidad no puede recaer solo en un grupo de actores…

No solo los bancos de desarrollo

El presidente del BID, Ilan Goldfajn, sostuvo que la idea es que no solo sean los bancos de desarrollo de Latam y el Caribe quienes impulsen el llamado a la acción, y es que los retos son mayúsculos frente a las metas de los ODS para 2030, pues “ya estamos en la mitad del tiempo, pero no vamos ni siquiera en la mitad del camino”.

Se habla de $2,5 billones de dólares anualmente de brecha, pero lo que sí sé es que las necesidades son en billones, y lo que tenemos de parte de nuestros bancos de desarrollo es eso: debemos pasar de miles de millones a billones y debemos asociarnos en un movimiento global”, añadió el ejecutivo.

Pese a que esas necesidades incrementan más y más con el tiempo, ya hay pasos para destacar: la demanda para bonos verdes sobrepasa los US$500.000 millones al año; Indonesia se convirtió en el primer emisor soberano de bono azul para proteger la vida marina; y el año pasado el Banco Mundial emitió bono de conservación de vida silvestre para protección de especies en peligro de extinción. Todo eso se está logrando con los bancos públicos de desarrollo, que llenan las brechas donde el sector privado no puede entrar. He ahí el dilema.

“Lo primero es lograr una vía de crecimiento para permitir el desarrollo. Necesitamos recursos diferentes que vengan de movilizaciones locales o nacionales y que el sector privado esté dispuesto a invertir. Clave la inversión extranjera, banca multilateral y bancos de desarrollo nacional. Necesitamos ser eficientes y no desperdiciar nada, viendo el desafío que tenemos por delante. Es observar quién está presente. Innovar es clave”, comentó el vicepresidente del Banco Mundial, Pablo Saavedra.

Convierta a Forbes Colombia en su fuente habitual de Economía y Finanzas

Un gran ejemplo para subsanar este conflicto es el Banco de Desarrollo de Sudáfrica, que emitió el primer bono verde apoyado por banco de desarrollo frances durante la pandemia de Covid-19. Asimismo, materializó otras alianzas internacionales para apoyar entidades gubermanentales con beneficios de agua, así como fondos de preparación para apoyar a la región con este proyecto y su preparación.

“Como parte de FICS, vemos una plataforma crítica para nosotros como finanzas de desarrollo que operan en Sudáfrica y el resto del continente (…) Todos tenemos desafíos similares en los países en términos de desarrollo socioeconómico y alivio de la pobreza“, explicó la CEO de la entidad, Boitumelo Mosako.

Para la directiva, el grupo de las Brics también es clave para Sudáfrica como país, pues en el último foro de la colectividad, que tuvo lugar la semana pasada, se discutieron temas como la tecnología disruptiva en materia de sostenibilidad también, además de la formación de un nuevo banco de desarrollo más robusto, que suministre garantías que den incentivos para invertir, así como una estrategia de finanzas mezcladas entre dinero de concesión y recursos normales para tener costos más bajos, sobre todo en un momento donde las tasas de interés son altas.

“El objetivo es usar recursos públicos de la mejor forma posible y atraer los mejores proyectos para ver cómo hacerlo. Los mercados son parte de esto y por ello la claridad y transparencia es muy importante para la inversión, pero la incertidumbre es muy difícil de abordar, y a veces uno no sabe que no sabe“, añadió Goldfajn.

Este es el momento donde hay puntos de inflexión y no retorno con la naturaleza, por lo que se ha vuelto menester que haya voluntad política de que se tengan programas de cooperación regional. El problema es que, tanto en el caso latinoamericano como africano, hay situaciones que afectan el progreso.

Los cuellos de botella

En palabras de Mosako, muchas veces los gastos públicos están limitados, hay demasiadas cargas sociales y retos en cada continente. De ahí que las regiones del planeta tengan una discusión honesta y franca si se quiere cerrar esta brecha de billones de dólares en infraestructura. Lograr los ODS requieren abordar ese punto.

Si se observa la financiación en temas verdes, la cifra ha llegado a US$2.800 millones, cuyo 20% ha sido en el continente africano y la mayoría del mismo ha sido destinado para infraestructura de transporte. El desafío sigue siendo la financiación en moneda local, donde la capacidad de banca multilateral se fortalece en el desarrollo de instituciones financieras de desarrollo.

Al respecto, Rioux sostuvo que desde FICS se está desarrollando un programa de investigación basado en datos y con ayuda de inteligencia artificial, lo que les ha permitido conocer mejor cual será su mejor posición en el sistema financiero. “Esto es algo que tiene que ver con el tipo de cambio, innovaciones, nuevas prácticas y experiencias regionales. Ese es nuestro mandato común”, subrayó.

Lea también: Inteligencia Artificial, al servicio de la productividad y la equidad en el campo

Por su parte, Hoyer también destacó que en los últimos años se ha visto un escenario récord de participación de expertos de diferentes grupos, así como una amplia representación de sectores más allá de la banca. El problema es que “Latinoamérica y Europa son ejemplos de que no se ha hecho lo suficiente”.

Eso no ha impedido que se hayan logrado cosas destacables. La vicepresidenta ejecutiva del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), Carolina España, celebró que “hemos podido apartar el dialogo de la política, lo que ha facilitado ayudar a los gobiernos en lo que necesitan, no imponiéndoles agenda sino buscando maneras de aliviar la pobreza y promover crecimiento económico“.

Por ello, las grandes necesidades de financiación son una gran forma de enfocar la atención en lo que verdaderamente se requiere. Las economías en desarrollo necesitan US$2,4 billones de gastos adicionales a lo que ya se está haciendo para ayudar a mitigar la vulnerabilidad climática y compensar algunas de las pérdidas de la pandemia, lo que involucra gran cantidad de recursos.

Ante este escenario, la COO del Green Climate Fund, Hong Paterson, concluyó que buscar un balance entre consecuencias esperadas e inesperadas es imperativo. La forma como lo podemos abordar es con una evolución inmediata en las estrategias de sostenibilidad e inclusión. Esto no tiene que ver con mitigar el riesgo, sino como crear un programa más holístico que considere los retos globales como un todo. De lo contrario, los retos se quedarán en eso, y al mundo solo le quedan siete años para solucionar la crisis climática. El tiempo corre…