La presidenta de Finagro, Ángela María Penagos, comentó que la institución espera cerrar 2023 con $7,5 billones destinados a fondeo para los pequeños productores.
Uno de los temas que el presidente Gustavo Petro ha reiterado en numerosas ocasiones durante su primer año de gobierno apunta a que la agricultura debe tomar un rol más protagónico en la economía colombiana, sobre todo si se busca que las exportaciones de la nación se soporten en dicho sector de la economía en el mediano plazo. En dicho objetivo, ya hay algunas metas en mente.
En diálogo con Forbes Colombia, la presidenta del Fondo para el Financiamiento del Sector Agropecuario (Finagro) sostuvo que el objetivo principal en el que se trabaja busca que la agricultura deje de pesar 5% del PIB y pase al 10%. No obstante, la funcionaria es consciente de la necesidad de incorporar a la pequeña agricultura en procesos asociativos y de integración donde la cadena de valor esté garantizada para pequeños productores, quienes también requieren de acompañamiento permanente y sistemático en el proceso productivo, en la transformación y en la comercialización de sus productos.
“Nuestros clientes son todos los productores, los campesinos y las personas que están involucradas con la industria de alimentos, así como con todo el proceso de transformación de la agricultura, entonces lo que queremos es irrigar crédito barato a través de diversos intermediarios financieros”, explicó la ejecutiva.
Y es que, como banco de desarrollo de segundo piso, Finagro se encarga de administrar las inversiones forzosas del sector financiero, que son aquellas dirigidas al sector agropecuario. En esa labor, una de sus herramientas más destacadas es el crédito de fomento, dirigido especialmente a los pequeños agricultores para potenciar el desarrollo rural.
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Si bien Penagos reconoció que esas inversiones son costosas e implican el uso de tecnologías nuevas, anunció que Finagro impulsará el incentivo a la Capitalización Rural, que consiste en una idea conjunta con el Ministerio de Agricultura para que los productores hagan este tipo de inversiones al articular los instrumentos existentes en ambas entidades, beneficiando actividades de transformación productiva y descarbonización de la agricultura.
Asimismo, se estableció que todo el crédito debe seguir criterios de sostenibilidad, lo que impide el apoyo de cualquier actividad que favorezca prácticas como la deforestación o la contaminación de cuencas hídricas. Sin embargo, eso no es suficiente, por lo que Finagro ya trabaja con el Ministerio de Medio Ambiente para conocer aquellas actividades que van a permitir adaptarse al cambio climático, contribuir con la no alteración de ecosistemas, así como proteger la biodiversidad y el manejo del agua.
Además de ello, un propósito fundamental del gobierno se centra en la inclusión financiera a través de la democratización del crédito. Bajo esta perspectiva, además de ofrecer tasas de interés de 13,5% con el crédito de fomento (cifra más baja del mercado actualmente), se busca orientar dicha herramienta a la producción de alimentos para avanzar en el objetivo de Hambre Cero y la agroindustrialización. Esto en medio de un debate interno en el gobierno para impulsar el proyecto de reforma agraria.
Al respecto, Penagos comentó que el presupuesto de Finagro para 2023 llega a un estimado de $20 billones. De ese total, $7,5 billones corresponden a redescuento, o en otras palabras, el crédito que va con los instrumentos del gobierno, ya sean apoyos o subsidios. Dicho fondeo, que Finagro maneja especialmente para los pequeños productores a través de la banca comercial, busca que las líneas especiales de crédito (LEC) tengan $70.000 millones más destinados al desarrollo productivo.
Para 2024, la ejecutiva aseveró en la entrevista con Forbes que “por lo menos vamos a multiplicar esa cifra por cuatro“, en referencia a las LEC. “Vamos a hacer un esfuerzo muy grande por continuar bajando las tasas de interés para acompañar la reforma y avanzar en la industrialización y la sostenibilidad agraria”, añadió.
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En los objetivos previamente mencionados, Finagro cuenta con alianzas que involucran entidades como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Fondo Verde del Clima, con quienes han hecho pilotos que permitan escalar proyectos, ideas o acompañamientos, sobre todo en los temas de sostenibilidad.
Actualmente, Penagos está explorando nuevas fuentes de fondeo para Finagro donde la entidad no dependa de las inversiones forzosas a través de los títulos de Desarrollo Agropecuario, sino que tenga un fondeo alternativo que les permita dar créditos de largo plazo, pues hoy en día apenas abarcan un rango entre dos a tres años, lapso que se considera insuficiente “en este esfuerzo que queremos hacer de transformar la agricultura”, lo que requiere el apoyo de la banca multilateral.
Sin embargo, la presidenta detalló que necesita bajar los costos de transacción de la originación de crédito. Por eso, la entidad viene marcando tanto en el fondeo como en la garantía global desde el Plan Nacional de Desarrollo. Es ahí es donde piensa trabajar de la mano con bancos de nichos, como el Banco Agrario y las cooperativas que armen proyectos grandes en territorio, especialmente en los núcleos de la reforma agraria.
“Estamos hablando de juntar 500.000 productores y tener un programa de crédito acorde a ese proceso, y teniendo en cuenta los plazos, el seguro, la garantía y la educación financiera“, añadió Penagos, que a su ve destacó el apoyo de actores como la Agencia de Desarrollo Rural, la Secretaría de Agricultura y las ONGs que han ayudado a mejorar el conocimiento del cliente y los procesos de control de inversiones, lo que se traduce en mejor manejo del riesgo y condiciones financieras más óptimas para los productores.
Ese trabajo con la banca multilateral, el sector solidario y el sector cooperativo ha permitido que Finagro no solo aumente los cupos de crédito, sino los demás instrumentos financieros que tiene a la mano para apoyar a todas las personas que están involucradas con la industria de alimentos, de quienes depende todo el proceso de transformación de la agricultura colombiana.