La propuesta de cambiar deuda por acción climática en la que ha insistido el presidente Gustavo Petro ya tiene ejemplos concretos en la región. El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Ilan Goldfajn, se refirió a ellos en entrevista con Forbes Colombia, detallando qué se requiere para llevar esta idea a la realidad.

Los bancos de desarrollo buscan liderar la lucha contra el cambio climático mediante “instrumentos financieros innovadores”, herramientas que les permitan definir cómo traer más recursos a los gobiernos y el sector privado. Para la muestra hay varios ejemplos, pero hay uno en particular que llama la atención: el canje de deuda por acción climática.

Esta última herramienta suena conocida gracias a la idea que el presidente Gustavo Petro ha difundido ampliamente durante su primer año de gobierno: los países desarrollados deben permitir que las naciones emergentes hagan un canje de deuda externa por acción climática. Pese a que la propuesta ha generado escepticismo en algunos sectores de la economía, no ha sido mal recibida en escenarios como la Organización de Naciones Unidas (ONU) o el Consejo Europeo. De hecho, ya hay un ejemplo contundente en la región demostrando que esto es posible.

El pasado 3 de mayo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) hizo un canje de deuda en Ecuador que le permitió a dicha nación economizar hasta US$1.000 millones porque “cambiaron la deuda antigua vieja por una deuda nueva más barata”, según reveló a Forbes el presidente de la entidad, Ilan Goldfajn.

¿Cuál fue el secreto? Entró la institución con las garantías de deuda nueva, que se queda mucho más barata, su piso es más alto y cuya diferencia la pasan a Ecuador. De acuerdo con Goldfajn, se hizo “porque el compromiso del país era y es invertir los recursos en la naturaleza”. En este caso, dicho capital se focalizó en las Islas Galápagos, región donde Ecuador invertirá hasta US$450 millones para promover la resiliencia climática y apoyar la pesca sostenible.

Siga a Forbes Colombia desde Google News

El segundo tipo de coaliciones que se pueden hacer y que ayudan en la lucha climática tiene que ver cono los bonos verdes emitidos por los gobiernos a nivel mundial, y si bien ya existen hace algún tiempo, su uso es cada vez más frecuente para que el sector privado, que funge como principal comprador, utilice esos recursos en ‘iniciativas verdes’.

¿Cuál es el papel de la banca multilateral en este caso? Goldfajn destacó la creación de una plataforma de bonos verdes para que los potenciales compradores encuentren “parecidos” entre diferentes proyectos que pueden considerarse verdes. De acuerdo con el presidente del BID, la idea tuvo éxito porque el 90% de las emisiones de Latinoamérica y Caribe están en la plataforma.

Precisamente, para darle mayor alcance, Goldfajn decidió hacer el lanzamiento global de la plataforma durante la cumbre Finance in Common, que tuvo lugar en Cartagena. Para ello, se juntaron con actores como la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), el Banco de Desarrollo Aleman y el Banco Europeo de Inversiones (BEI) para hacer de este esfuerzo una iniciativa mundial.

Lo cierto es que hoy hay instrumentos donde los países emiten títulos o bonos a donde se comprometen a llegar a un nivel de emisión de CO2, o a cierto nivel de deforestación. Si se logra, reciben recursos concesionales y donaciones, mientras que los prestamos quedan más baratos. Una buena noticia cuando el mundo está en la mitad del camino hasta 2030.

Convierta a Forbes Colombia en su fuente habitual de Economía y Finanzas

“Tenemos que aumentar de un lado el impacto que nuestros préstamos tienen, pero también tenemos que aumentar los montos. Las necesidades de recursos son cada vez mayores, y lo que tenemos nosotros en el sector público es limitado. Tenemos que hacer dos cosas: tener colaboración entre todos los bancos públicos y multilaterales, pero también del sector privado“, añadió Goldfajn.

En el sector público hay ejemplos clave como el programa ‘Amazonía por siempre’, que organizó el BID como un programa sombrilla que reúne varias iniciativas de varios países con áreas específicas de acción. “La Amazonia tiene un impacto global de preservación de la biodiversidad en la naturaleza, que es para el beneficio de los países y las personas que están acá, pero también del mundo. Por eso estamos poniendo los recursos”, dijo el directivo.

En ese caso, el BID entra con dos estrategias: aumentar los recursos disponibles e incrementar el impacto de cada dólar que tienen. En los recursos usan las innovaciones financieras, y en términos de ayudar a los países, son conscientes de que deben empezar a hacer asociaciones. Aquí es donde entra la coalición verde, resultado de un recien anunciado acuerdo con el Banco Mundial donde se tienen en mente las prioridades de la institución y los lugares donde estará el mayor impacto de su intervención.

Un ejemplo son las islas del Caribe. En palabras de Goldfajn, “pensamos que trabajar juntos para adaptar a los países y las islas a huracanes o desastres naturales es donde podemos tener más impacto hoy“. Por su parte, su trabajo en la Amazonia busca ofrecer una nueva economía a los que viven ahí, y es que el ejecutivo es consciente de que darle incentivos a la gente para que tenga un empleo, enseñarles de tecnología y metodologías para que tengan su vivienda y su comida componen la gran parte de su plan.

Lea también: La tormenta tropical Lee se fortalece y puede convertirse hoy en un huracán

“Si no le das a la gente empleo, ni saneamientos, ni agua, ni infraestructura, vuelve y pues va a matar y va a vender la naturaleza. Juntando todo y hablando con el mundo pues podemos tener más recursos para acá”, dijo Goldfajn, que también destacó la unión entre Colombia, Perú, Venezuela, Brasil, Ecuador y Bolivia para crear el frente de protección de la Amazonía, celebrando la “visión holística” de las naciones participantes y la coalición que formaron.

No obstante, Goldfajn reconoció que la banca multilateral es quien tiene que darle los incentivos a los gobiernos para que sean más ambiciosos, así como entregarlos los recursos públicos, las donaciones y los préstamos necesarios para lograr metas más ambiciosas. Y es que, a su juicio, los países de la región sí tienen voluntad de hacerlo.

“Nosotros tenemos por lo menos dos áreas donde América Latina puede ser parte de la solución global: una matriz energética casi el doble de limpia que la media mundial, así como una inversión muy fuerte en energía renovable y uso de minerales críticos. Si lo hacemos bien, tenemos todas las chances en el futuro de exportar energía limpia para el mundo”, aseguró.

Hay mucho que contar, pero son dos posibilidades que no van a llegar si nos quedamos sentados y esperando. Si lo hacemos más o menos bien, vamos a ser el continente que va a exportar el hidrógeno verde para el mundo ¿Por qué nosotros? Porque para producirlo necesitas energía limpia, y la tenemos. No cabe duda que hay una oportunidad de oro muy grande, pero si no se hace nada, vamos a perder una década valiosa para revertir el panorama actual.