El ejército de EE.UU. aspira a que los enjambres de drones con IA sean capaces de trabajar en conjunto para ejecutar misiones ofensivas con poca intervención humana. Un lenguaje llamado droidish podría ser la clave.

El Pentágono fantasea con drones autónomos que ejecuten maniobras militares en el calor de la batalla y con poca necesidad de intervención humana. Con los recientes avances en IA, ese futuro está más cerca que nunca. Sólo hay un gran problema: lograr que un enjambre de drones de fabricantes diferentes se comuniquen entre ellos durante la contienda.

Los científicos del Pentágono están trabajando para solucionar este problema creando una red de drones integrada, en la que los propios aparatos sean la red y no haya necesidad de conectividad exterior. Pero esto sólo resuelve una parte del problema. Los drones siguen necesitando un lenguaje común para comunicarse. Ahí es donde entra el droidish.

“Con él, R2D2 puede hablar con C3P0”, explicó a Forbes Keven Gambold, la mente maestra del droidish y CEO de Unmanned Experts, contratista del gobierno estadounidense, recordando al icónico dúo de robots de La Guerra de las Galaxias.

Junto con la Universidad del Norte de Texas, Gambold lleva experimentando desde 2020 con la manera de ayudar a los drones a hablar entre sí, respaldado por más de US $7 millones en contratos con la Fuerza Aérea.

En un piloto patrocinado por la Fuerza Aérea ese verano, tres drones jugaron al juego de la gallina: uno flotaba en el aire, mientras que otros dos estaban programados para seguir una ruta de vuelo que los acercaba peligrosamente. Si los drones voladores seguían estas instrucciones, entrarían en el radio de acción prohibido del dron estático. Sin ninguna intervención humana, las máquinas voladoras tenían que decidir cuál era la mejor manera de sortear la situación, coordinándose para que una dejara pasar primero a la otra.

“Suena relativamente sencillo”, dijo Gambold, antiguo piloto de la Real Fuerza Aérea Británica. “Pero hizo falta una cantidad impensable de códigos para que funcionara de verdad”.

Aunque el droidish está diseñado exclusivamente para “conversaciones entre máquinas”, los humanos serán necesarios para ampliar el vocabulario del lenguaje a medida que las tareas se vuelvan más sofisticadas. Cuando los drones no tienen el lenguaje adecuado para enfrentarse a una situación concreta, el equipo de Gambold desarrolla nuevas “palabras” para que las máquinas puedan seguir colaborando.

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Con el tiempo, Gambold espera que el lenguaje se amplíe lo suficiente como para que cualquier sistema de comunicación entre vehículos pueda utilizarlo. Eso podría significar que los coches autodirigidos se coordinarían en droidish para decidir rutas y evitar obstáculos, o que los vehículos voladores futuristas lo utilizarían para surcar con seguridad los cielos llenos de drones.

El desarrollo del droidish culminará con una prueba en Colorado el próximo mes de octubre, en la que los aviones se enviarán a una misión y utilizarán el lenguaje para votar qué tácticas emplear en un escenario determinado. En una de las misiones, los drones intentarán suprimir la defensa aérea enemiga detectando un sistema de radar e ideando “la táctica para atacarlo”, explica Gambold.

“Sólo un acto de fe sostiene la fantasía de unos equivalentes totalmente automatizados para un avión de combate”.

Lucy Suchman, profesora de antropología de la ciencia y la tecnología en la Universidad de Lancaster

Cuando los investigadores o los contratistas del gobierno resuelvan el código, estos avanzados sistemas de drones despegarán juntos, se las arreglarán entre ellos para alcanzar sus objetivos y aterrizarán en conjunto – los pilotos humanos sólo intervendrán si algo sale mal.

Alentada por el amplio uso de drones en Ucrania para defenderse de la invasión rusa y por el temor al avance tecnológico de China, la agencia mejor financiada de Estados Unidos está invirtiendo grandes sumas en sus laboratorios de investigación, en el mundo académico y en empresas de tecnología de IA para asegurarse de que Estados Unidos esté a la vanguardia de la guerra de drones de nueva generación.

BlueHalo, con sede en Arlington (Virginia), tiene un contrato de 21,5 millones de dólares con el Ejército de Estados Unidos para desarrollar un enjambre de drones con inteligencia artificial. | Imagen de BlueHalo.

Los cínicos, sin embargo, afirman que eliminar la participación humana mayoritaria de maniobras bélicas como éstas supone un dilema ético. Estos sistemas plantean “muchas preguntas a quienes afirman estar comprometidos con las leyes de los conflictos armados”, afirma la experta en drones militares Lucy Suchman, catedrática de Antropología de la Ciencia y la Tecnología de la Universidad de Lancaster (Reino Unido). “Me preguntó qué ocurre si los sistemas autónomos atacan a personas a las que la ley no les permite matar, como los civiles.”

La Fuerza Aérea ha tenido cuidado de posicionar la IA como una herramienta, no como un arma. El Dr. Lee Seversky, científico senior de la superioridad de información en el laboratorio de investigación de la Fuerza Aérea de EE.UU., dijo a Forbes que su departamento se centra en el desarrollo de tecnologías de IA para aumentar los pilotos.

En los últimos años, la Fuerza Aérea ha probado un copiloto de IA para ayudar en el despliegue de sensores y en la navegación. Además, ha gastado cientos de millones en varios programas de análisis de datos que utilizan la IA para ofrecer opciones a los pilotos humanos. “Nos permite combinar lo que se le da bien a la máquina –hacer rápidamente números, física y modelos– con lo que se le da bien al ser humano”, explica. “La perspectiva de la Fuerza Aérea es que realmente la IA sea centrada en el ser humano”.

El futuro de los enjambres de drones es ahora

Una revisión realizada por Forbes de los archivos de contratos gubernamentales revela muchos otros proyectos centrados en el desarrollo de enjambres de drones con inteligencia artificial. En un contrato, la Marina de EE.UU. dio a Georgia Tech US $35 millones para investigar el potencial de los “sistemas de súper enjambre” para comunicarse a través de “múltiples modalidades de sensores”. Su objetivo: “misiones de inteligencia, vigilancia, reconocimiento y fijación de objetivos”, según un comunicado del Pentágono sobre el proyecto en 2022. Georgia Tech tiene otro acuerdo de US $3 millones con la Fuerza Aérea para investigar “comportamientos de misión autónomos y cooperativos” para pequeños drones “lanzados desde el aire”.

También hay empresas que están consiguiendo contratos de drones con IA, como BlueHalo, con sede en Arlington (Virginia), y la startup Shield AI, de San Diego. Esta última, que según Bloomberg tiene esta semana un valor de US $2.500 millones tras una recaudación de US $150 millones, acaba de conseguir un contrato de US $10 millones de la Fuerza Aérea para desarrollar un enjambre de drones de IA que pueda funcionar sin GPS ni conectividad por satélite.

Esta tecnología, que Shield AI denomina “equipos V-BAT”, está casi lista para su lanzamiento: su cofundador y presidente, Brandon Tseng, afirmó que la empresa probablemente empezará a desplegar equipos de drones para sus clientes en algún momento del próximo año. Tseng estima que cada “equipo” empezará con tres o cuatro drones que “se leerán y reaccionarán entre sí en un entorno muy dinámico”. La empresa tiene previsto duplicar el número de drones por equipo cada año a partir de entonces.

El CEO de BlueHalo, Jonathan Moneymaker, ha declarado a Forbes que ha avanzado aún más que Shield y ha construido una flota de drones que pueden operar de forma totalmente autónoma. El objetivo inicial de la empresa era utilizar los enjambres en sectores como la agricultura y la vigilancia de fronteras, pero ya están siendo utilizados por el ejército. En 2022, la empresa consiguió un contrato de 21,5 millones de dólares con el Ejército de Estados Unidos para un “enjambre ofensivo de pequeños sistemas aéreos no tripulados”, y las autoridades ucranianas han manifestado su interés por su tecnología de enjambres, explica Moneymaker.

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Moneymaker ha afirmado que, en las pruebas, los enjambres autónomos de BlueHalo han funcionado “a la perfección”. Pero algunos expertos se muestran escépticos ante la posibilidad de que estos sistemas puedan realizar tareas reales fuera de las demostraciones. “Es sólo un acto de fe lo que sostiene la fantasía de los equivalentes totalmente automatizados de un avión de combate”, añade Suchman, experta en drones, que afirma que aún no ha visto un ejemplo funcional de lo que han prometido los fabricantes.

La urgencia por desarrollar estos sistemas no para de aumentar. Según informes recientes, la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa de China ha probado con éxito un enjambre de decenas de drones que localizó y destruyó un objetivo sin intervención humana, al tiempo que evitaba los intentos de interferir sus comunicaciones.

A principios de septiembre, la subsecretaria de Defensa, Kathleen Hicks, declaró al Wall Street Journal que el Pentágono planeaba desarrollar una flota de aviones no tripulados con inteligencia artificial para seguir el ritmo de China. “No queremos estar en guerra, pero tenemos que conseguir que este departamento se mueva con la misma urgencia porque China no está esperando”, declaró.

Gambold señaló a la empresa china DJI, líder mundial del mercado de drones, como la que “avergüenza” a sus homólogos estadounidenses con sus “15 años de dominio del mercado”.

“Estamos en una competencia mundial y no hemos ganado las dos últimas rondas”, declaró Gambold a Forbes. “Así que no hay razón para creer que ganaríamos la próxima si no nos ponemos las pilas”.

Este artículo fue publicado originalmente en Forbes US