Aunque la inversión privada está frenada, el líder del gigante brasilero ve oportunidades una vez el Banco de la República reduzca su tasa de intervención y comience un nuevo ciclo expansivo en la economía.

Cuando Baruc Sáez, el CEO Itaú Colombia y el comité  de dirección del gigante brasilero hicieron el presupuesto de 2022 el panorama de la economía colombiana era promisorio. Después de la pandemia, el país registró un crecimiento del 10,6% en 2021 y de 7,6% el año siguiente, pero los síntomas de ‘recalentamiento’ ya eran evidentes.

Después de haber consolidado una inflación de un dígito desde finales de los 90, el costo de vida cerró 2022 en 13,12%, muy por encima del rango meta del Banco de la República (2%-4%), que había comenzado un proceso de ajuste en la política monetaria en agosto de 2021, después de otros bancos centrales de la región, elevando su tasa de intervención hasta el nivel actual de 13,25%. 

“Cuando miramos los números e hicimos las proyecciones, las cifras de inflación y crecimiento eran muy distintas. Pero ante el cambio del ciclo económico y la subida de la tasa del Emisor, tomamos la decisión de dejar de crecer para mantener la cartera tanto en banca corporativa como en personal”, explica el directivo que lleva tres años liderando la operación de Itaú Colombia. 

“Nos tocó un año difícil (2023), pero sabemos para dónde vamos, cual es la meta, y ya para 2024 con tasas a la baja vamos a estar mejor posicionados para ser el banco que todos soñamos, los clientes y los accionistas”, agrega Sáez.

Con una una utilidad neta de $22.036 millones y una cartera neta a junio de $19,4 billones, segmentada entre banca corporativa, personas naturales y algunos nichos, Itaú Colombia es el décimo banco del sistema por tamaño de activos ($29 billones), y su CEO no duda en calificar de positivo el balance de la operación local que es el resultado de la integración de varias entidades (Helm Bank, CorpBanca e Itaú).

“Luego de ordenar la casa, hemos logrado una transformación que apunta al fortalecimiento de los equipos. Hemos traído talento de Brasil, Chile y México, y cuando uno hace el balance, el banco es muy distinto de lo que era hace tres años”, agrega.

A pesar de la coyuntura retadora, Sáez, que antes de llegar a Colombia era el Director de Banca de Inversión de Itaú BBA para América Latina, con sede en Nueva York, sostiene que el sistema financiero colombiano es sólido y está bien regulado.

“Al igual que la mayoría de los países de la región, tiene jugadores muy potentes y con buenos niveles de capitalización. Los bancos en Latinoamérica aprendieron de las crisis y se fortalecieron, y tanto los bancos centrales como los reguladores son muy conscientes del papel fundamental que juega el sistema”, sostiene.

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La inversión está frenada, pero hay oportunidades

En cuanto a las perspectivas, el CEO de Itaú ve oportunidades de crecimiento en la financiación de proyectos de infraestructura 5G y en telecomunicaciones, dada la capacidad del gigante brasileño en análisis del riesgo de crédito y para traer a jugadores internacionales, así como brindarles acceso a mercados de capitales local e internacional a las firmas que están desarrollando obras de gran envergadura.

Hoy la inversión está parada, cae doble dígito año-año, pero una vez bajen las tasas y se reacomode la economía volverá a crecer y aparecerán las oportunidades para posicionarnos”, explica.

Sáez también ve posibilidades en el sector salud, que está muy consolidado, y en vivienda, que enfrenta retos por cuenta de las altas tasas de interés (18%-20%), una situación que comenzará a cambiar cuando la inflación baje y el Emisor comience a reducir su tasa de intervención, lo que según los analistas de Itaú ocurrirá este año (75 puntos básicos ó 0,75%).

“Ya hicimos esfuerzos para bajar las tasas, sobre todo en personas naturales, pero nos fondeamos en el mercado y el sistema estaba pagando unos costos muy altos por la liquidez de casi 500 y 600 puntos por encima de la curva de los TES”, dice el banquero.

Se trata de una situación que comenzó a presentarse a raíz de la vigencia plena del Coeficiente de Fondeo Estable Neto (Cefen), respondiendo a medidas internacionales definidas en el marco de Basilea III, que obliga a las entidades a fondearse en condiciones adecuadas de plazo, fuente e instrumento. 

Sin embargo, un trabajo conjunto entre la Superintendencia Financiera, Asobancaria y las entidades ayudó a mejorar el índice del Cefen, por lo cual las tasas de captación han bajado entre 300 ó 350 puntos básicos, lo cual influirá en las tasas de los préstamos.

“Hoy contamos con más de 400.000 clientes en banca personal y unos 5.000 en corporativa, pero más que crecer en números nuestros objetivo es profundizar la relación con los que ya tenemos y construir relaciones de largo plazo”, agrega Sáez.

Y aunque el banco aún mantiene 2.200 empleados y más de 50 oficinas, a las cuales se suman puntos de atención digitales y extensiones de caja, la apuesta es aumentar su digitalización del 60% al 95%, lanzando productos 100% digitales y mejorando la aplicación y el portal.

“Aunque hemos hecho un ajuste, mantenemos una presencia física coherente, el cliente es cada vez más digital, pero hay gente a la que le gusta ir a las oficinas, sobre todo en ahorro e inversión, banca privada y el segmento afluente”, puntualiza.