Quienes aspiran a tener una cosecha de ideas, deben preocuparse por cultivarlas en diferentes espacios, pues cada uno de ellos dará frutos distintos. ¿Cómo hacerlo?

Una de las grandes fortunas de mi carrera ha sido poder hacer muchas cosas en muchos lugares diferentes. He tenido la oportunidad de investigar y enseñar en universidades en varios continentes, he dado charlas y participado de conferencias de todo tipo, he escrito para medios de muy diversas orientaciones, y he generado contenido digital para cuanta plataforma ha sido popular en los últimos 10 años.

Esta experiencia me ha permitido conocer de primera mano la diversidad de medios y espacios en los que se generan y discuten ideas. Cada uno de estos medios y espacios tiene propósitos, códigos, y recursos argumentativos propios. Por ejemplo, la columna de prensa suele ser breve y concreta en su estructura, pero liviana y sencilla en su escritura y argumento. Un artículo académico, en cambio, debe ser denso y preciso en cada párrafo, pero amplio y exhaustivo en su estructura y lógica. Las diferentes limitaciones de espacio y las condiciones en las que se consumen cada uno de ellos lo hacen así. De esta forma, las virtudes de un buen artículo académico—como la amplia reflexión sobre el conocimiento previo, la exploración exhaustiva de hipótesis alternativas, y la fundamentación detallada de cada afirmación—no suelen ser elementos presentes en las buenas columnas de prensa. De la misma forma, algunas de las cosas que pueden hacer a una columna virtuosa—por ejemplo, la aplicación de discusiones teóricas a conversaciones de coyuntura, la reflexión moral sobre las narrativas dominantes en la opinión pública, y la especulación sobre los potenciales beneficios y riegos de políticas puntuales—tienen poco espacio en un artículo académico de calidad.

Podría hablarles también de las diferencias entre dar una charla ante una audiencia de expertos en un auditorio pequeño y hacer un video que le llega a miles de personas muy poco familiarizadas con el tema a discutir. Sin embargo, creo que ya es claro que cada medio goza de diferentes potencialidades y padece de diferentes limitaciones. Ser conscientes de esto es importantísimo para quienes queremos maximizar la novedad, rigor, e impacto de las ideas que generamos. Y esta reflexión, aunque me parece algo obvia, es ampliamente ignorada entre los generadores de ideas.

Permítanme empezar con mis colegas académicos. Estos (o nosotros, para ser más preciso) no están entrenados en ningún género diferente al artículo académico. Incluso la escritura de libros hoy está completamente ausente en la formación de muchos científicos sociales, como los economistas. Esa ignorancia del resto de géneros contribuye a que los académicos sobredimensionemos la influencia de los artículos en revistas especializadas y menospreciemos los méritos de los demás productos intelectuales.

Algo equivalente pasa en el resto de las comunidades. Los columnistas, ensayistas y autores de libros tienen muy poca paciencia e interés en la producción académica. Suelen verla como profundamente ensimismada e innecesariamente técnica. Mientras tanto, buena parte de los conferencistas y generadores de contenido digital encuentran anticuada y carente de emotividad y alcance a mucha de la producción escrita.

Esto es una lástima porque, de nuevo, existen muchos beneficios de la exposición a los diferentes géneros para un creador de ideas. Por un lado, y esto es bastante evidente, la presencia en diferentes géneros expande el alcance de las ideas, puesto que cada uno de estos géneros suele tener una audiencia diferente. Es decir, más personas pueden conocer, discutir, y aplicar las ideas que uno genera si son compartidas en diferentes formatos. Más interesantes, sin embargo, son los beneficios que vienen con conocer las limitaciones y potencialidades de géneros diferentes al propio. Por ejemplo, en mi caso, mi formación como académico se traduce en columnas de prensa con un rigor algo mayor al estándar del gremio.

Al mismo tiempo, los años de escribir una columna de prensa cada dos semanas me han ayudado a ser más veloz, fluido, y seguro en mi escritura académica. También me ha ayudado a aproximarme más intuitivamente a problemas, y esto ha sido tremendamente útil en mi labor como entrevistador en mis podcasts. A su vez, mi trabajo en aquellos podcasts me ha dado herramientas para ser un participante más constructivo en seminarios académicos, uno que hace preguntas más interesantes y útiles para el presentador y la audiencia.

Y esta reflexión no pretende sugerir que los youtubers deban empezar a escribir artículos académicos o que todo académico deba seguir mi búsqueda por explorar diferentes formas de comunicación. Lo que pretendo es mostrar que las ideas crecen en una gran variedad de suelos y cada uno de ellos da frutos diferentes si se cultivan con las técnicas propias de esos suelos. Para quienes aspiran disfrutar de una cosecha de ideas rica y variada, aprovechar el potencial de dicha diversidad es tremendamente provechoso. Para quienes no, entender las condiciones en las cuales se cultivan los diferentes suelos les ayudará a entender mejor cómo se configuran las discusiones en la opinión pública y les permitirá ser interlocutores más útiles e influyentes dentro de esta.

Por: Javier Mejía Cubillos*
*El autor es Asociado Postdoctoral en el departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Stanford. Ph.D. en Economía de la Universidad de Los Andes. Ha sido investigador y profesor de la Universidad de Nueva York–Abu Dhabi e investigador visitante de la Universidad de Burdeos.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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