Arsen Tomsky, fundador y CEO de Indrive, un unicornio que en su plataforma de transporte permite a conductores y pasajeros negociar precios, detalló a Forbes los planes de la compañía y su visión frente a la competencia.
En la región rusa de Siberia, la ciudad de Yakutsk amanece todos los días del año con temperaturas inferiores a los 40 grados centígrados. Ahí, viendo que los conductores de taxi duplicaban sus precios cuando la temperatura bajaba, Arsen Tomsky inició Indrive -antes conocida como Indriver-, una aplicación móvil que permite a conductores y pasajeros negociar tarifas en tiempo real.
Tomsky ahora vive en Mountain View (Estados Unidos) e Indrive es un unicornio valuado en US$1.230 millones. Su plataforma, fue la segunda aplicación de transporte más descargada en el mundo después de Uber entre 2021 y 2022, de acuerdo con las cifras de Data.ai, y ya opera en 48 países.
Aunque Brasil representa la mitad del negocio de Indrive en Latinoamérica, en Colombia, la tracción ha sido tanta, que inspiró a Uber (en Villavicencio y Pasto), Didi (en Bucaramanga y Barranquilla) y Cabify (en Medellín y otras ciudades) a desarrollar tecnología orientada al mercado local con funciones para negociar precios, recuperando esa tradición de regateo que desaparece cuando un algoritmo impone un precio.
“Creo que esto es una señal de que inventamos y propusimos a las personas un modelo mejor y más justo”, dijo Tomsky, fundador y CEO de Indrive, a Forbes durante una reciente visita exprés a Bogotá. “No creo que puedan implementar este modelo en las ciudades grandes, porque puede destruir su modelo de presionar a los conductores para ganar más dinero. Se puede considerar la defensa con la que intentan defender las pequeñas ciudades”.
La pelea también es con las comisiones. Mientras que plataformas de transporte como Uber pueden llegar a cobrar más del 25% del pago de un pasajero, la comisión de InDrive se promedia en 9,5% alrededor del mundo. Luego de enfocarse en expandirse por nuevas ciudades –hace poco debutaron en Miami–, la compañía dice que se propone ahora trabajar en la calidad del servicio y a escalar su plataforma colaborando con emprendedores en países en desarrollo.
“Buscaremos empresas locales que han logrado un éxito sin apoyo externo y los ayudaremos a crecer porque tenemos todo tipo de recursos para hacerlo. Creo que esto nos dará mucho espacio para crecer en los próximos años. Nos hemos fijado el objetivo de impactar positiva la vida de al menos 1.000 millones de personas para 2030”, apunta Tomsky.

En 2022, cuando comenzó la invasión de Rusia a Ucrania, InDrive decidió reubicar a todo su equipo local. Más de 1.000 personas se trasladaron a Chipre y Estados Unidos.
“Quiero dejar claro que no apoyo en absoluto esta guerra”, declara Tomsky, que en sus inicios desarrollaba software y que considera que Rusia tiene buenos ingenieros.
Aunque la aplicación no define las tarifas, sí sugiere precios y para ello usa aprendizaje automático, tecnología que también utiliza para conectar a pasajeros con conductores.
“Estamos utilizando cada vez más aprendizaje automático e inteligencia artificial”, anota el CEO de Indrive.
La empresa afirma que para mitigar incidentes de seguridad, ha implementado la verificación de antecedentes, el reconocimiento facial y un botón de emergencia.
“Vemos que los incidentes de seguridad van en declive perpetuo”, asegura Tomsky.
El CEO de Indrive es consciente de que las aplicaciones que intermedian el transporte están en una zona gris, aunque espera que pronto sean reguladas.
“Creo que las aplicaciones deben ser reguladas y espero que el Gobierno pueda encontrar un balance, con puntos óptimos. Si establecen restricciones demasiado estrictas, pueden afectar a las personas. Hemos visto que en algunos países han implementado limitaciones en el número de conductores, algo similar a un precio fijo de taxi, medidas que causan problemas de inmediato”, puntualiza Tomsky. “Espero que puedan encontrar una buena solución y por supuesto, vamos a cumplir con todos los requisitos locales”.
Tomsky en California no tiene ni casa, ni carro –dice que a veces usa Uber para ver cómo funciona la competencia– y planea donar casi toda su riqueza a iniciativas filantrópicas.
“Algunas de esas iniciativas sin fines de lucro estarán aquí para, por ejemplo, enseñar a los niños en escuelas rurales y, a menudo, inspirarlos con conceptos básicos de tecnología para motivarlos a seguir adelante”, promete. “La tecnología es un buen ascensor social”.