Un argentino y una colombiana crearon una marca de alimentos que está empezando a escalar con un crecimiento en su línea de producción que les permitirá cuadruplicar su capacidad.
Francisco Ventura y Mariana Ricaurte tenían cada uno una prometedora carrera en los sectores de consultoría, finanzas y mercadeo, respectivamente. Pero un día decidieron renunciar a sus cargos para ponerse a producir y vender alfajores argentinos en Colombia.
Ventura trabajó durante varios años en grandes compañías como JP Morgan y Bain, mientras que Ricaurte estaba muy cómoda y era exitosa en el mundo del marketing y las ventas. Esta pareja, que empezó en el ámbito sentimental, extendió su vínculo al terreno de los negocios.
“Soy argentino y ella es colombiana. En un viaje a Argentina nos sentamos en un café a tomarnos algo y comernos un alfajor. Ella se enamoró de esto que es una cultura y una tradición en mi país. De vuelta en Colombia empezamos a hacer pruebas con una receta familiar que nunca fue comercializada. Empezamos a experimentar con el toque colombiano y nos dimos a la tarea de comercializarlo”, recuerda Ventura.
Así nació Alfajores Ventura, nombre que refleja esa tradición en la familia del argentino. “Toda mi vida trabjé grandes empresas como bancas de inversión y consultoras, pero igualmente siempre me cautivó la idea de emprender. Así que renuncié a mi trabajo”, explica Ventura. La decisión era difícil de explicar a sus familiares y amigos, pues se trataba de dejar atrás buenos cargos con grandes remuneraciones en JP Morgan y Bain.
Aunque la compañía apenas va a completar dos años, su ritmo de ventas viene creciendo de manera importante y este año van a duplicar las ventas.
“Estamos creciendo mucho, para un emprendimiento de gastronomía. El año pasado vendimos alrededor $250 millones y este año vamos arriba de 400 millones. Así que fácilmente vamos a cerrar 2023, duplicando las ventas”, comentó.

La receta de los alfajores es familiar y se le puso el toque colombiano.
Actualmente se encuentran expandiendo la planta de producción y para ello trajeron máquinas que permiten industrializar un proceso que es muy artesanal: los alfajores se empiezan a hacer en la cocina de la casa y allí se les aplican todas las capas a manos y se hace su terminado en equipos caseros.
Pero con estas nuevas facilidades van a tener una capacidad de producción con crecimiento exponencial. Por eso son tan optimistas acerca del futuro.
Actualmente, 70% de las ventas son al consumidor final y 30% se hacen a empresas o distribuidores en Bogotá y el resto del país. Estos alfajores ya se consiguen en cafés de Bogotá, Barranquilla y Medellín.
“A nosotros obviamente nos ha golpeado la inflación y yo puntualmente al ser argentino sé lo que es la inflación porque en mi país tenemos números peores. Lo que hemos tratado hasta el momento es no trasladar esto al precio del consumidor final, porque apenas estamos empezando. Eso significa que sacrificamos margen”, comentó.
El aumento de la demanda y las mayores ventas consecuentes se han convertido también en una ventaja porque les genera economías de escala, pues demandan mayores cantidades de materia prima que sale más económica por volumen.
“Lo que viene para nosotros es abrir algunos puntos de venta, en el resto del país. Queremos abrir un café Ventura donde se comercialicen alfajores y haya un menú simple que se pueda franquiciar y expandir”, comentó el emprendedor.
Igualmente van a fortalecer su presencia en canal moderno, apostando por las grandes superficies. Y están mirando el mercado de Estados Unidos.
“Nos hablan todo el tiempo de ampliar la oferta de productos y que hagamos empanadas argentinas u otros cosas de allá, pero yo creo que la clave está en concentrarse en lo que uno sabe hacer y hacerlo bien”, finalizó.