Estos momentos, en los que se celebra el cambio, la evolución y el amor, tienen el potencial de permitir una gigantesca transformación en nuestras sociedades si eso estuviera acompañado de una reflexión sobre nuestros sistemas sociales.

Ya todos empezamos a sentir la vibra navideña, donde podemos reflexionar sobre cómo avanzamos en nuestras vidas y hay un sentir holístico en nuestros corazones.

La navidad, esa festividad en la que los cristianos festejan el nacimiento de Jesucristo, y con eso la preponderancia del amor y la hermandad de la humanidad es ahora también un festín consumista en los centros comerciales y donde las familias y sociedades buscan establecer jerarquías por medio de los regalos que recibimos y damos.

Estos momentos, en los que se celebra el cambio, la evolución y el amor, tienen el potencial de permitir una gigantesca transformación en nuestras sociedades si eso estuviera acompañado de una reflexión sobre nuestros sistemas sociales, la relación del humano con el planeta y una aproximación sistémica a nuestra interacción con el mundo.

Si la civilización humana está en búsqueda de transformar sus sistemas de valores para lograr una sociedad ecológicamente viable a mediano plazo, tendríamos que visualizar cómo transformar estas celebraciones culturales, limitando y quitándole importancia a las cosas que compramos para regalarnos.

¿Y si en vez de regalar prendas, perfumes o electrodomésticos nos regalamos bonos de apoyo a fundaciones? ¿Si convertimos la navidad en un espacio para que cada uno agradezca públicamente al universo por permitirnos vivir y amar la experiencia humana? Debemos también considerar que todos vivimos con distintos privilegios y que todavía hay miles de millones de personas en el mundo que todos los días se juegan la vida para darle pan a sus familias; inclusive éstos estarían mejor si sus metas y valores hacia la vida no estuvieran guiadas hacia subir la escalera social.

Que esta sea una oportunidad para reflexionar honestamente sobre cuáles son las cosas que realmente necesitamos; que comprendamos que entre más ligeros el viaje de la vida es mucho más placentero y que lo realmente importante siempre será qué tanto nos permitimos amar y ser amados. Mientras más enfocamos nuestras metas hacia la consecución de privilegios materiales, más nos alejamos de la ecuanimidad, el desapego y el amor; siendo éstos los que la gran mayoría de las sabidurías espirituales han pregonado como el camino hacia la felicidad.

Que esta sea una época que nos permita mirar hacia adentro y reflexionar sobre cuáles son las inseguridades y preconceptos que no nos permiten mirar al mundo desde el amor y la vulnerabilidad; para mirarnos sin miedo y confirmarnos lo que muy en el fondo todos sabemos: que somos la manifestación del amor en la tierra y tenemos el potencial de transformar este planeta y ser inmensamente felices en ese proceso.

Venimos al mundo a volverlo un lugar mejor, que sea un espacio para encaminar todas las dimensiones de nuestra vida hacia la regeneración de la tierra y de nuestros sistemas de valores.

Feliz Navidad.

Por: Daniel Gutiérrez Patino*

*El autor es fundador de Saving The Amazon

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.