Vivimos en momentos de gigantesca incertidumbre sobre el devenir de nuestra sociedad humana en el mediano plazo, por lo que tal vez es tiempo de no tomarnos nuestra posición ideológica tan en serio.

Considero que la espiritualidad ha marcado enormemente mi camino como ambientalista. Hace muchos años comprendí en mis huesos que la transformación ecológica significa necesariamente unos sistemas de valores diferentes y encontré en la espiritualidad una manera de acercarme a éstos. Me gustaría dejar unas reflexiones sobre lo vivido.

En primera instancia creo que es importante reconocer que todavía, y cada vez más, vivimos en momentos de gigantesca incertidumbre sobre el devenir de nuestra sociedad humana en el mediano plazo, por lo que tal vez es tiempo de no tomarnos nuestra posición ideológica tan en serio. Esto lo aprendí mediante la enseñanza del desapego, el no vivir tan inmersos en nuestra mente sino dejarse atravesar por la vida. Muchas veces detrás de una posición que parece intransigente y agresiva se encuentra el miedo a la vulnerabilidad.

Los opuestos son complementarios. Encontrar posibilidades de integración con personas con las que pensamos distinto y llegar a acuerdos parciales es la única manera en la que podremos sobrellevar la crisis ecológica.

La realidad material y nuestros paradigmas/conciencia colectiva son sistemas interdependientes; un espejo del otro. ¿Qué significa esto? Que nuestra mente, y la manera en la que impactamos a nuestro planeta necesariamente hacen parte del constructo de la civilización humana y de los ciclos del planeta; o sea que mi vida tiene el potencial de contribuir a volver a tener un mejor mundo. Así bien: como es adentro es afuera.

Si entendemos en los huesos, no solo que otro mundo es posible, sino que es inevitable (ya que la supervivencia humana es imposible si no hay transformación) nuestra intención puede dirigirse hacia afrontar los enormes retos a los que nos enfrentamos con confianza, desde el amor y el bienestar. Si entendemos en los huesos que la más profunda transformación de la sociedad la lograremos si nos expresamos desde el amor, la vulnerabilidad, el desapego y la humildad; haremos que nuestro impacto sea mucho más relevante. Esto no significa que debemos reprimir las emociones negativas o evitar conversaciones difíciles; sino que éstas siempre pueden abordarse desde una energía de tranquilidad y amor, siendo conscientes de lo mucho que nos aleja del otro el identificarlo como algo exógeno a mí.

Porque la transformación más urgente que requiere nuestro planeta se encuentra, más allá de todo, en incorporar un sistema de valores ecocéntricos, donde el amor y la vulnerabilidad sean una fortaleza y no una debilidad; donde entendamos que la vida es un ratico y por lo tanto vale la pena vivirla con intensidad y desapego. Que somos la manifestación del amor de todos nuestros antepasados y de todas las interacciones que ellos han tenido con la tierra; así como seremos los antepasados de la siguiente vida que transite este planeta. Que el amor es por esencia una fuerza regenerativa y que por lo tanto tiene el potencial de transformar nuestro planeta, por lo que es mediante ésta que debemos guiarnos.

Por: Daniel Gutiérrez Patino*

*El autor es fundador de Saving The Amazon

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