Los problemas del sector de la construcción han llevado a que varias empresas busquen sustitutos de los insumos tradicionales para encontrar alternativas más costo-eficientes y amigables con el medioambiente. Forbes Colombia consultó algunos de los actores clave en este proceso, cuyos resultados demuestran que hay un futuro prometedor al virar hacia la sostenibilidad.

Una de las principales causas de la crisis que atraviesa el sector constructor tiene que ver con la importación de insumos como el aluminio, acero y hierro. Mientras que el primero registró un alza de 0,9%, el último tuvo un incremento de 55% a nivel internacional, de acuerdo con datos del índice Thomson Reuters. Además de que los precios se mantienen en niveles superiores a la prepandemia, lo que impone importantes presiones de costos, su uso y fabricación es responsable de hasta 9% de la contaminación por gases de efecto invernadero en el mundo. Al mismo tiempo, el sector inmobiliario contribuye al 39% de las emisiones de carbono a nivel global.

No cabe duda de que la necesidad de un cambio es evidente, aunque sería injusto decir que el mundo carece de esfuerzos enfocados en migrar de materiales contaminantes a alternativas 100% sostenibles. Y es que, en el caso de Colombia, ya se trabaja en pro de estos objetivos desde hace casi dos décadas, tiempo en el que los materiales reciclados no solo se han convertido en la clave para erradicar poco a poco el uso de acero y aluminio en la construcción, sino para el desarrollo de nuevas tecnologías y productos.

Todo comenzó hace 16 años, cuando la producción de madera plástica empezó a masificarse en el país mediante el trabajo mancomunado entre iniciativas ciudadanas y recicladores, quienes empezaron a elaborar este producto mediante el uso de plástico normal, como el que desechamos a diario. La práctica evolucionó cinco años después, cuando la gente empezó a llenar botellas grandes en sus casas, como si fueran ladrillos, utilizando desechos que, en un 90%, estaban hechos de plástico. Fue así como, hace ocho años, se constituyó en Rionegro la Fundación ‘Botellas de Amor’.

“Entendimos que no se trataba de salir a la calle a decirle a la gente que nos diera la botella así porque sí, sino que tuviera un propósito: captar los plásticos que aún son basura y decirle a la gente que se va a transformar en algo útil para familias que requieren vivienda o niños que requieren parques o colegios”, dijo a Forbes la directora de Sostenibilidad y cofundadora de la fundación, Kelly Rodríguez.

Al evaluar la sostenibilidad de los materiales, también es esencial considerar diversos factores, como el impacto ambiental en el ciclo de vida completo, el desempeño técnico y su vida útil. Y es que, aunque un material provenga de un proceso de reciclaje y aparentemente tenga un menor impacto, podría, en realidad, generar una huella ambiental mayor si su desempeño técnico es insuficiente o si su ciclo de vida es corto. 

La directora ejecutiva del Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (CCCS), Angélica Ospina, explicó que es fundamental adoptar una perspectiva del ciclo de vida completo de los materiales cuando se habla de sostenibilidad. A pesar de que la reciclabilidad es un factor clave, se debe equilibrar con otros múltiples factores como el desempeño técnico, la durabilidad y la eficiencia energética, entre otros.

Con respecto a este último factor, cabe destacar que también hay emprendimientos colombianos que, desde hace más de diez años, se han enfocado en crear soluciones para brindar internet, energía e iluminación mediante el uso de energía solar, cuya infraestructura está enteramente hecha de materiales sostenibles y asequibles.

Se trata de ‘Un litro de luz’, empresa creada en 2011 cuyo propósito apunta a crear redes de acceso inalámbrico para llevar energía a los pueblos más apartados de Colombia. Ante dicho escenario, el CEO de la compañía, Camilo Herrera, reveló que su gran apuesta fue la creación de ‘Elisa’, marca registrada que, a su vez, representa su producto principal: un poste de alumbrado público que se hace con elementos disponibles en cualquier mercado, como las botellas de plástico. 

De acuerdo con el directivo, su uso sirve para proteger a la luminaria LED que ellos mismos diseñan y producen, pensada específicamente para ir a lugares tan húmedos como Chocó o secos como La Guajira y que no se dañe. 

Para lograr que este esfuerzo sea realmente eficiente, Herrera comentó a Forbes que su empresa trabaja de la mano con Starlink, la empresa de satélites de Elon Musk, aterrizando antenas que funcionan con energía solar. Gracias a ello, la instalación de kits de energía y sistemas solares para hogares puede durar tan solo 20 minutos.

Hoy en día, la empresa tiene experiencia en 35 países con más de 7.000 productos instalados y ha beneficiado a 400 comunidades en Colombia. Sin embargo, Herrera sabe que aún queda mucho trabajo por hacer, pues hay hasta 1.710 comunidades que aún se alumbran con velas. “Allí es donde desarrollamos todo nuestro trabajo, pues cada día se ven más productos y alternativas sostenibles para las comunidades”, destacó.

Tanto así, que Rodríguez calificó esa demanda de productos como ‘impresionante’. Y es que empresas como Nutresa y Argos ya han trabajado junto a la fundación, destacando que la colaboración y coordinación a nivel urbano se han convertido en un proceso fundamental para “crear un ecosistema sostenible y circular en la gestión de materiales de construcción”.

En cuanto a proyectos a gran escala, la ejecutiva mencionó el caso de Meta, que ya está ejecutando proyectos de casas hechas con plástico reciclado, mientras que Ecopetrol también ha invertido en campamentos enteramente hechos con este material a través de Essentia, su filial dedicada a la producción de materias primas. 

Bajo esta perspectiva, Ospina aclaró que es esencial que estas iniciativas de economía circular permeen en toda la industria de materiales de construcción. Idealmente, deberían establecerse redes en las ciudades que faciliten una gestión circular de los residuos, asegurando un suministro continuo de materia prima recuperada para la industria. 

Por ello, no es de extrañar que ‘Botellas de Amor’ cuente con más de 500 puntos de acopio a nivel nacional, principalmente en ciudades como Bucaramanga, Bogotá, Cali, Cartagena y Montería, además de su planta de transformación en Antioquia. Este complejo es vital para la gestión de residuos que mencionaba Ospina, pues diariamente se generan 1.700 toneladas de empaques plásticos flexibles en el país. De ese total, la fundación espera captar hasta 15%.

Este tipo de esfuerzos han llamado la atención de compañías como la firma británica de servicios inmobiliarios JLL, especializada en propiedades comerciales y administración de inversiones en 80 países. Para la project manager de la empresa en Colombia, Juliana Medina, es importante comenzar a utilizar estas soluciones en contextos más simples, como por ejemplo en interiorismo. 

“Existen varias empresas que reciclan botellas y empaques plásticos y los transforman en acabados arquitectónicos. Este tipo de implementaciones permite empezar a explorar y confiar en el material y en general en alternativas más sostenibles para la construcción”, subrayó.

Para la ejecutiva, es crucial destacar que estas iniciativas no solo tienen beneficios ambientales tangibles, sino que también desempeñan un papel fundamental en la sensibilización ambiental. Al fomentar la conciencia ambiental tanto en la industria como entre los consumidores, se promueven prácticas más sostenibles y responsables. Este aspecto es particularmente relevante, ya que a menudo no se reconoce suficientemente cómo los hábitos de consumo y las decisiones individuales pueden tener un impacto positivo en la sostenibilidad de otras industrias, como la construcción.

En el caso de ‘Botellas de Amor’, venden entre $400 millones y $500 millones al mes con proyectos grandes, entre los que destacan aulas educativas que pueden valer $2.000 millones y viviendas de casi $3.000 millones. Este año, su meta es alcanzar ventas de $8.000 millones y expandirse al mercado internacional. Esto gracias al interés de la fundación estadounidense ‘Food for the Poor’, que manifestó su interés en adquirir hasta 1.000 viviendas hechas a base de botellas plásticas.

No obstante, aún falta un detalle para dar este paso: la certificación del Ministerio de Vivienda para convertirse en la primera empresa del país avalada para construir con materiales reciclados, y así sentar un precedente para que otras compañías puedan seguir su camino. Rodríguez comentó que están a dos meses de recibirla, lo que habilita a la fundación para contratar con el Gobierno y entidades de otros países.

Este logro, tanto para ‘Botellas de Amor’ como para otras compañías incursionando en la construcción sostenible, demuestra que “cada vez más es muy común que las empresas tengan un compromiso real en cero emisiones y llegar a producción limpia”, de acuerdo con Herrera, que a su vez comentó que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas tienen mucho que ver, particularmente en los puntos 11 y 12.

Según Ospina, estas iniciativas que fomentan la circularidad contribuyen a reducir el impacto ambiental negativo de las ciudades a partir de la gestión de los desechos. Adicionalmente contribuyen a la producción y consumo responsables, buscando lograr la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales y reducir considerablemente la generación de desechos mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización.

“Esto nos otorga una gran responsabilidad para tomar medidas y comenzar una transición hacia materiales menos contaminantes. Si somos conscientes y aumenta nuestro conocimiento sobre el daño que estamos causando, se generará un mayor interés y entusiasmo por iniciar una transición hacia prácticas más sostenibles”, añadió Medina.

Es claro que el interés por un mundo menos contaminado está cada vez más presente en cada sector de la economía. Incluso, las prácticas sostenibles no solo se han convertido en oportunidades de mejora en cuanto al medio ambiente, sino que se han presentado como una especie de salvavidas para segmentos en apuros económicos. Al final, todos ganan. 

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