Se repiten los mismos ciclos de la sociedad capitalista en la que vivimos, en donde el interés por resaltar y crecer en las jerarquías sociales terminan determinando los comportamientos de los líderes.
Hace un tiempo escuché una hermosa frase, mencionando que el mayor problema al que se enfrenta la sociedad moderna, más que las policrisis y la realidad de nuestros sistemas materiales (degradación ecológica, desigualdad, etc.) es el ego, esa manera de construir la realidad en donde la realidad debe girar en torno a las propias percepciones y donde tendemos buscar nuestro propio interés. El mundo ambientalista tiene mucho de ésto.
El ego de los tecnicistas que juzgan a las visiones transformadas como utópicas y conceptualmente erradas, el ego de los visionarios que ven a los otros como los simples mortales que deben ser “iluminados”, el ego de los activistas que ven en ciertas empresas la representación de la maldad, en fín. Nuestra posición como ambientalistas termina siendo un asunto profundamente ideológico, ya que esencialmente se trata de nuestra teoría sobre cómo debería organizarse el orden social para permitir un mejor mundo. Cuando una dimensión de nuestro ser, de nuestra identidad, se ve atacada en una discusión o mediante un planteamiento político/ideológico, nos lo tomamos personal y respondemos desde el ego, tal vez eso contribuye a que tantas veces el ego ambientalista sea tan grande.
Conozco que en el mundo del ambientalismo hay todo tipo de luchas de egos, envidias e intentos de resaltar por parte de los activistas. Se repiten los mismos ciclos de la sociedad capitalista en la que vivimos, en donde el interés por resaltar y crecer en las jerarquías sociales terminan determinando los comportamientos de los líderes y eso imposibilita que haya unión en el movimiento. ¿Pero cómo evitar esto? Diversas sabidurías espirituales muestran las prácticas que podemos seguir para vivir sin dejarnos dominar por nuestro ego, incluyendo la meditación, la contemplación de la vida, la constante deconstrucción y el buscar como propósito de vida algo que vaya más allá de uno mismo. La mejor parte es que funciona como una retroalimentación positiva: Si afrontamos nuestro liderazgo ambiental con un ego desprendido y desde el amor, nos convertiremos en mejores y podremos aportar mucho más a nuestra lucha.
Los grandes líderes de nuestra humanidad han sido ante todo personas con una gran sabiduría espiritual, con la capacidad de poner el bienestar de los otros sobre sí mismos y hacer grandes sacrificios para eso, esos son los liderazgos que más necesitamos en tiempos de crisis ecológica. No únicamente porque la lucha ambiental necesita un movimiento unido, dispuesto a aprender de los propios errores y a conversar con sectores de la sociedad diferentes; pero aún más importante: Porque la transformación ecológica debe darse principalmente desde nuestros valores. Es evidente que la crisis ecológica es el resultado de una interacción con el otro, con nuestro propio ser y con el mundo vivo de dominación y jerarquía; básicamente de instrumentalizar al otro para los propios intereses. Debemos ser en primera instancia los activistas ambientales quienes apliquemos esos nuevos valores, seguramente también seremos más felices.
Por: Daniel Gutiérrez Patino*
*El autor es fundador de Saving The Amazon
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