Cada vez hay más comida, más producción y más degradación ambiental, pero los flujos materiales no están llegando a la población más necesitada. ¿Cómo mejorar a situación?
Recientemente leí una encuesta del Barómetro de las Américas donde muestra cómo ha crecido la inseguridad alimentaria en Latinoamérica comparando los años 2012 y 2023, los resultados son alarmantes. Colombia, Argentina, Uruguay, México, Brasil y Chile en Sudamérica han doblado el porcentaje de personas que se han quedado sin alimentos en los últimos tres meses (corte de fecha 2023). ¿Cómo es posible que mientras todas estas economías han crecido su PIB y han continuado su senda de “desarrollo” se ha amplificado la problemática del hambre? ¿No muestra esto una falla del sistema en el que vivimos?
La ideología imperante del mundo actual nos habla del ‘Trickle Down Economics’, donde al irse creando mercados, nuevos servicios y productos, la máquina productiva llegará a crear suficiente riqueza para que ésta sea distribuida a las distintas poblaciones y así podremos satisfacer las necesidades de los vulnerables. Pareciera ser que estos mitos han fallado en los países de Sudamérica. ¿Por qué? ¿Cómo distribuir las responsabilidades para solucionar esta problemática?
Cada vez hay más comida, más producción y más degradación ambiental, pero los flujos materiales no están llegando a la población más necesitada. ¿Cuál es el propósito de la sociedad humana si no es resolver estas necesidades? Mientras nos encontramos ante estas paradojas, la desigualdad es cada vez mayor y los multimillonarios se hacen cada vez más ricos. Así mismo, la crisis ecológica está mostrando sus dientes, mostrándonos que un sistema productivo basado esencialmente en la extracción y la degradación tiene sus repercusiones en los sistemas humanos.
Al volverse los ciclos climáticos más impredecibles, cada vez será más difícil cultivar la comida que necesitamos y poder resolver las necesidades alimentarias de la población. Cada vez son más las voces que divisan la posibilidad de un “eco-apartheid”, donde las poblaciones más privilegiadas van a apropiarse de los recursos mientras millones mueren de hambre. Me pregunto si esa visión distópica es muy distinta a lo que vivimos hoy en día.
Más que proyectar una visión catastrofista, cada vez es más importante que la ciudadanía interiorice que nos encontramos con un gigante problema de gobernanza, por lo que es imperativo que cambiemos las reglas que nos tienen en este embrollo. Las transformaciones materiales son cada vez más claras:
- Debe haber una significativa redistribución de nuestros sistemas alimentarios para evitar desperdicio y proveer a las comunidades vulnerables.
- Esa redistribución debe lograrse mediante métodos agroecológicos, evitando en la medida de lo posible la degradación ambiental, el monocultivo y la fertilizante-dependencia.
- Se hará necesario que nuestro sistema productivo se enfoque cada vez más en resolver nuestras verdaderas necesidades y no a impulsar el consumismo.
Mientras las reglas del sistema sigan permitiendo que las desigualdades crezcan, será cada vez más difícil cambiar. La lucha que tendremos que librar como ciudadanos es esencialmente política, eso significa que hay que reformular las relaciones de poder y nuestros sistemas de valores. Queda la duda de qué tan posible es transformar estas realidades mientras la meta última del sistema siga siendo acumular más capital, a costa del planeta que nos permite la vida.
Las tensiones son evidentes: Quienes acumulan más capital y por lo tanto llegan a tener más poder tienden a compartir la ideología de que la acumulación del capital es el propósito mayor de sus vidas (por eso se esfuerzan enormemente para lograrlo) y éstas mismas personas luego influencian la narrativa que perpetúa el sistema. Mientras tanto, el hambre crece en Sudamérica y no se ven transformaciones estructurales a las problemáticas.
Por: Daniel Gutiérrez Patino*
*El autor es fundador de Saving The Amazon
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
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