Si bien nuestra sociedad tiene necesidades más urgentes que cambiar un piso, lo cierto es que para garantizar una vejez menos difícil es necesario hablar de estos asuntos, que en los países más desarrollados ya son objeto de estudio.

Hay una realidad diversa en materia de vivienda y finanzas personales. Mientras que en Colombia, a los 55 años de edad, algunas personas ya han logrado pagar su crédito hipotecario, otras están en proceso de hacerlo o, en el caso más complejo, viven en arriendo, en España acaban de presentar el Primer Estudio Nacional sobre la Vivienda para personas mayores, que pretende abrir el debate sobre las necesidades y reformas en el hogar que son necesarias con el paso de los años.

En Colombia, este tema está bastante lejos de la agenda del gobierno nacional, que además de garantizar que más personas se pensionen, pero eso es harina de otro costal, debería pensar en una política pública para que los ancianos tengan espacios adecuados para vivir. La realidad en Colombia es que solo el 25% de esta población tiene acceso a pensión y 18 millones de ancianos están en condición de pobreza monetaria, según el estudio publicado hace unos meses por el Instituto de Envejecimiento de la Pontificia Universidad Javeriana.

Asuntos que parecerían ‘menores’, como eliminar la alfombra porque aumenta los riesgos de tropezarse, cambiar los pisos tradicionales por antideslizantes para evitar caídas, eliminar las escaleras, cambiar la iluminación, ampliar los pasillos por si en el futuro tendremos que depender de una silla de ruedas o subir la tasa del inodoro y los cajones de la alacena, es una discusión que debería importarnos aún si estamos lejos de esa etapa de vida, para tener una vejez no solamente digna sino tranquila y feliz.

En el caso del país ibérico, en 2030, la mitad de la población española será mayor de 50 años, según el portal Statista y, en el caso de Colombia, se calcula que para el 2070 el país tendrá 183 adultos mayores por cada 100 jóvenes, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). Como quien dice: además de pensar en la necesidad de pensionarse bien, hay que ponerle atención a cómo será la habitabilidad de nuestro hogar mucho antes de llegar a la etapa senior.

Si bien nuestra sociedad tiene necesidades más urgentes que cambiar un piso, lo cierto es que para garantizar una vejez menos difícil es necesario hablar de estos asuntos, que en los países más desarrollados ya son objeto de estudio. Justamente, este análisis impulsado por Leroy Merlin en colaboración con el Colegio de Arquitectos de Madrid y realizado por Sigma Dos, permitió hacer una encuesta de 1.801 personas mayores de 65 años para presentar una radiografía de cómo ve este grupo de edad el futuro en su vivienda.

Algunas de las conclusiones: a los mayores de 55 años en España les preocupa no poder seguir viviendo en su propia casa: como quien dice un hogar geriátrico les aterra: tanto así que el 70% de estas personas pospone la decisión de adaptar su hogar hasta pasados los 70 años. Otros datos claves: a pesar de que al 83% les preocupa tener que valerse por sí mismos cuando tengan una mayor edad, solo el 42% ha hecho ya cambios en su vivienda para adaptarla previendo esas necesidades futuras.

¡Si esto pasa en España, cómo será en Colombia!: los problemas económicos son la principal barrera para realizar los cambios que necesitan las viviendas en la mayoría de los casos y se acentúa en los hogares con meno nivel de ingresos (53,2%). En España, el 44% de la población de 55 y más años, invertiría más de 5.000 euros en adaptar su vivienda a sus necesidades derivadas de la edad. En Colombia, no muchos podrían darse ese lujo.

Si bien en nuestro país hay iniciativas de venta para los adultos mayores como los senior living, pensadas para mayores de 65 años, que ofrecen espacios entre 50 y 60 metros cuadrados y precios que varían entre los $300 millones y $2.000 millones, sería pertinente pensar en cómo apoyar a los mayores que no tienen las condiciones económicas para hacer reformas en sus propias casas (cuando tienen un techo, claro). ¿Qué tal pensar en iniciativas privadas que permitan educar a estas personas y a sus familias sobre cómo vivir de manera minimalista, proteger al máximo la movilidad y crear espacios más funcionales?

Interesante sería desarrollar un estudio de este tipo en Colombia para entender la realidad en la que viven los adultos mayores en lo que se refiere a las adaptaciones que deben hacer en sus hogares para hacer más llevadera esa etapa de vida.

Abrir el debate sobre estas necesidades y reformas es fundamental para desarrollar políticas y prácticas que promuevan la calidad de vida de las personas mayores y les permitan envejecer en sus propios hogares de manera digna y confortable.

*La autora es periodista y creadora del espacio Echando Rulo con Alina

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