¿Quién tiene la razón cuando se trata de hablar de crisis climática? ¿Los corporativos o los activistas? La verdad es que dividir las opiniones solo hace más lejana la solución.

Todos tenemos prejuicios y estereotipos, esos “heurísticos” que nos facilitan la comprensión de la realidad, también nos hacen juzgar a grupos poblacionales que dentro de nuestra “visión del mundo” vemos como problemáticas. Esto es el pan de cada día dentro del mundo ambiental. Los corporativos juzgando a los “activistas radicales” por no apoyar a construir, los activistas pensando que cualquier actividad de los corporativos es greenwashing, los distintos grupos poblacionales (razas, clases sociales, nivel de estatus) categorizando al otro por medio de sus prejuicios; y así, alejándonos cada vez más de las narrativas compartidas que nuestro planeta desesperadamente necesita.

A nivel personal, y dentro de mi propia “visión del mundo”, considero que poder construir sociedades que sean verdaderamente ecológicas requiere de una transformación tan profunda en nuestros sistemas productivos y sociales, que es imposible que sea lograda si el ánimo de crecimiento económico sigue siendo la brújula de nuestra sociedad. La raíz del sistema que nos rige necesariamente debe cambiar, y cambiará eventualmente. Ahora, ¿Cuáles son los mecanismos que pueden acercarnos más a una conciencia planetaria que nos permita transformar estos sistemas? Muchos ambientalistas consideran que se debe atacar sin piedad a cualquier organización que actualmente busca el lucro económico y que está dispuesta a degradar la tierra para éste fin. Pero entonces, ¿Con quién te quedarías?

Las figuras verdaderamente revolucionarias que ha tenido la humanidad, lo han logrado precisamente porque manifiestan un mensaje de amor y conexión entre todos los humanos, no únicamente por y para su propia cosmovisión. Hoy, desde todas las vertientes del mundo ambiental debemos recordar éso. Mientras sigamos viendo como enemigo o desde la separación al otro, seguiremos cultivando la polarización y haciendo que las ideologías se vuelvan más y más radicales; imposibilitando por completo la chance de construir un planeta en el que quepamos todos. Thich Nhat Hanh, el monje budista que logró trascender con su mensaje en Occidente lo dice con claridad “Nuestro enemigo no es el otro. Nuestro enemigo es el odio, la violencia la discriminación y el miedo”.

¿Cómo transmitir un mensaje de no violencia, de amor y de integración ante un mundo marcado por la desigualdad y la injusticia? Para muchos, estos mensajes espirituales en tiempos de guerra cultural, de presuntos genocidios y de ebullición climática parecen fuera de lugar. Greta Thunberg dice “Quiero que entres en pánico. Que actúes como si tu casa estuviera quemándose”. Pero no vamos a solucionar la crisis ecológica a punta de odios y resentimientos. Hoy, cuando las apuestas son tan altas y lo que está en riesgo son los sistemas de vida de la tierra, los que comprendemos la gravedad del fenómeno debemos ir más allá de eso.

Busquemos conectar con quien piensa diferente desde el amor. Te puedo asegurar que todos, de nuestra propia manera, queremos lo mejor para la sociedad y para el planeta. Hay una humanidad que compartimos, y cuando nos mostramos vulnerables y llenos de amor, nos es más fácil acceder a la humanidad del otro. Un amigo muy sabio alguna vez me dijo que cuando enfrentas a alguien desde el amor, lo desarmas, pues éste pierde el poder sobre ti.

Esto no significa que hay que obviar los evidentes problemas de nuestro mundo, o ser complacientes hacia quienes están en posiciones de poder y no tienen la intención de contribuir al cambio que nuestro planeta requiere. Pero no nos dejemos llevar de nuestro ego, pues como predican múltiples sabidurías espirituales de todo el mundo, no vemos el mundo como es, vemos el mundo como somos. Tal vez si viéramos el mundo con un poco más de amor, altruismo y conexión, seríamos mejores gestores del cambio.

Por: Daniel Gutiérrez Patino*
*El autor es fundador de Saving The Amazon.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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