La sostenibilidad se está posicionando como un eje central de la estrategia de las empresas y las decisiones de financiación de los bancos ahora integran consideraciones ambientales y sociales.

A comienzos de abril, Colombia accedió al mercado de capitales internacional mediante la reapertura de las dos referencias de bonos sociales, con vencimientos en 2035 y 2053, por un monto de USD 1.300 millones dividido en US$ 650 millones cada uno y con un rendimiento de 7,550% y 8,150%, respectivamente.

“Tenemos los mercados abiertos y apetito inversionista por Colombia”, dijo José Roberto Acosta, director de Crédito Público a Forbes. Más aún, la emisión alcanzó, en su momento más alto, órdenes por cerca de US$10.100 millones, es decir 7,8 veces lo emitido, y contó con un libro con 365 cuentas de inversionistas locales e internacionales.

“Los bonos sociales van atados a rubros presupuestales que se enmarcan en objetivos de desarrollo sostenible dentro de la metodología ESG (las siglas en inglés de ‘environmental, social and governance’)”, explicó Acosta y señaló que los inversionistas se sienten cada vez más cómodos al incluir en sus portafolios papeles que se orientan a la financiación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS.

De hecho, Colombia es reconocida mundialmente por su taxonomía verde, una de las herramientas para enfrentar los desafíos ambientales y sociales del planeta, para lo cual se requieren acciones coordinadas y a gran escala que permitan movilizar flujos financieros, tanto públicos como privados, en niveles compatibles con las sendas de desarrollo sostenible, bajo en carbono y resiliente.

José Roberto Acosta, Director de Crédito Público.

“Esto viene del gobierno anterior y este gobierno lo ha profundizado, el bono social hace parte de nuestra estrategia de financiamiento”, dijo Acosta quien recordó que el año pasado, durante las reuniones del FMI y el Banco Mundial en Marruecos, Ajay Banga, presidente de este último organismo, destacó en su discurso la taxonomía verde de Colombia. 

Además del Gobierno de Colombia, el Distrito de Bogotá realizó una emisión de bonos sociales en 2021-2022, una tendencia a la que se han sumado entidades públicas como Bancoldex y Findeter, y privados como Bancolombia y el Grupo Argos, entre otros, bajo el paraguas de la taxonomía verde y la metodología ESG. 

Pero, ¿cuáles son las claves y principales desafíos al buscar financiación para proyectos asociados a la sostenibilidad y a los criterios ESG? 

Luisa Toledo, Directora del área medio ambiente en Cuatrecasas Bogotá, explica que los factores claves son la viabilidad y rentabilidad del proyecto a largo plazo, y la verificación de impactos reales y medibles en sostenibilidad, protección ambiental o gestión del riesgo climático.

“En otras palabras, se trata de alcanzar un equilibrio entre la expectativa de beneficios económicos y la contribución positiva al medio ambiente y la sociedad”, explica la experta y señala que “se trata de proyectos que se enfrentan al reto de mostrar que sus resultados se alinean con criterios de sostenibilidad y gestionan de forma verificable y medible indicadores ambientales, sociales y de gobernanza”.

En una coyuntura en la que la sostenibilidad es cada vez más importante en la estrategia corporativa, las decisiones de financiación -que anteriormente se tomaban considerando únicamente criterios financieros-, ahora integran consideraciones ambientales y sociales. 

Según Toledo, la tendencia surge del aumento en la conciencia sobre el papel crucial que juega la responsabilidad social de las empresas, así como del entendimiento de que el impacto ambiental es un factor determinante en la reputación corporativa y en la viabilidad futura de las organizaciones.

Los retos del sector financiero

Mauricio Vélez, director de sostenibilidad de la Asociación Bancaria, coincide y señala que “hablar de finanzas climáticas e inclusivas nos lleva a hablar de finanzas sostenibles”, que permiten que las finanzas y la gestión ASG (ambiental, social y de gobernanza) se integren para apalancar el desarrollo sostenible. 

“Con el tiempo, el desarrollo sostenible se ha consolidado como solución para dar respuesta a los retos que nos impone el desarrollo, de esa necesidad han surgido agendas como los “Objetivos Del Milenio” (ODM) para el periodo 2000-2015 que pasaron a ser lo que hoy conocemos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Se plantearon 17 objetivos y 169 metas a 2030 que reflejaron de una forma más integral los principales desafíos que enfrentamos para la sostenibilidad del planeta y sociedad”, explica.

Y es que la búsqueda de una economía descarbonizada también es una tarea y un desafío del sistema financiero. Para promoverla, Asobancaria, con el apoyo de USAID, a través del programa Alianza para una Banca Sostenible, puso en marcha un proyecto para facilitar y acelerar la implementación de la ruta Net-Zero por parte del sector financiero.  

El proyecto abarcó 3 fases: primero, se realizó un diagnóstico con 6 entidades financieras adheridas al protocolo verde, donde se evidenció el avance de cada una en sus rutas de descarbonización.

Con base en este diagnóstico, se encontró la necesidad de tener una herramienta de medición de estas emisiones por parte de todo el gremio, con el fin de unificar fuentes de información y la metodología, hacer comparables los resultados entre bancos y facilitar a aquellas entidades que aún no medían estas emisiones a empezar a hacerlo. 

Vélez explica que en la segunda fase se desarrolló la calculadora NetZero para que todas las entidades agremiadas a Asobancaria puedan medir las emisiones de CO2 financiadas en sus portafolios de crédito. Finalmente, se realizaron unas sesiones de capacitación a las entidades financieras sobre la ruta NetZero, en las que también se capacitó en el manejo de la calculadora.

La calculadora utiliza la metodología PCAF (Partnership for carbon accounting financials), que es el estándar internacional para la medición de emisiones financiadas, permite medir 4 clases: créditos corporativos, financiación de proyectos, hipotecas comerciales e hipotecas residenciales. Además, cuenta con una desagregación por sectores económicos (CIIU a 2 dígitos).

Desde Asobancaria, dijo Vélez, “esperamos seguir trabajando juntos en los retos que se vienen para seguir avanzando en esta ruta”. En concreto, buscan realizar mejoras a la calculadora en cuanto a funcionalidades, capacidad de almacenamiento y procesamiento, incluir la estimación de otros activos, y hacer las mejoras que surjan de la retroalimentación de su uso por parte de las entidades.

En cuanto a la cartera verde, su saldo ya alcanza los $72 billones, que representan el 10% de la cartera total. De ese monto, $3 billones corresponden a cartera verde utilizada para financiar proyectos de restauración relaciona dos con la reutilización del agua y la reforestación 

Toledo, Directora del área medio ambiente en Cuatrecasas Bogotá, coincide en que el sector financiero ha mostrado una tendencia creciente hacia la financiación de proyectos sostenibles con productos específicos en sectores como el de energías renovables, construcción sostenible y movilidad, entre otros.

“Estas financiaciones sostenibles poseen características especiales que las diferencian de las financiaciones de proyecto tradicionales”, explica Toledo y subraya que entre estas características se incluyen que el monto esté sujeto al impacto social y ambiental que genera el proyecto, o que la tasa de interés aplicable sea una tasa de interés preferencial sujeta al cumplimiento de ciertos criterios ambientales, sociales y de buen gobierno corporativo. 

Además, organismos internacionales y gobiernos ofrecen fondos y programas de apoyo para incentivar la inversión en sostenibilidad. A ello se suman distintas iniciativas que buscan potenciar las financiaciones o refinanciaciones de proyectos sostenibles. 

“Un ejemplo son los criterios que deben cumplir los préstamos sostenibles y vinculados a la sostenibilidad desarrollados por la Loan Market Association (LMA, en sus siglas en inglés)”, explica y concluye que en el caso de la emisión de bonos verdes, bonos sociales o bonos asociados a la sostenibilidad, se destacan las guías promovidas por la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICAM, en sus siglas en inglés).