La crisis climática es un hecho, pero ante una sociedad que aún no tiene conciencia de ello, iniciativas de activismo mediáticas pueden ser rechazadas y señaladas. ¿Cuál es el camino entonces para llamar a la acción?

La anterior semana condenaron a cuatro y cinco años de prisión a cinco activistas de la organización Just Stop Oil por planear una actividad de resistencia no violenta en el Reino Unido. Un reportero infiltró su llamada de Zoom y eso dio las pruebas que desencadenaron en su arresto. Esta organización se dedica a llamar la atención sobre la imperiosa necesidad de dejar de consumir y de explorar nuevos combustibles fósiles, mediante actividades pacíficas pero mediáticamente impactantes, como rociar pintura lavable en obras de arte, jets privados y monumentos históricos.

Esta decisión puso en alerta a los activistas climáticos de las sociedades occidentales. En occidente se vanaglorian de tener democracias abiertas y plurales, pero esto denota una represión que debe ser criticada por todos los que buscamos un futuro vivible para la humanidad. 

Mientras la crisis climática se profundice, nacerán nuevos grupos e iniciativas que desesperadamente busquen tomar acción directa para mitigarla. Ya en los países del Norte Global es pan de cada día que activistas climáticos irrumpan en eventos en donde políticos y altos ejecutivos con grandes responsabilidades en la crisis climática están participando. Seguramente veremos a distintos grupos cada vez más radicales y más dispuestos a alterar el orden para crear conciencia sobre éstas problemáticas. 

La pregunta esencial es ¿qué tan útiles son este tipo de intervenciones?, como las que practica Just Stop Oil. Definitivamente le dan visibilidad a las causas, pero ante una población todavía muy apática a la necesidad de cambiar nuestro modelo económico y de consumo, pareciera que estas actividades generan rechazo y refuerza el estereotipo que ve al ambientalista como un radical con pocas bases de realidad. 

Dentro de la teoría del cambio social, existe un concepto llamado el radical flank effect, que denota como cierto grupo social o político que es percibido como radical, puede llegar a preparar el terreno para que otros con narrativas más integradoras tengan más aceptación. Puede que sea el caso. Por mi parte, aplaudo a los activistas que están dispuestos a sacrificar su libertad para crear conciencia sobre la profundidad de esta crisis y la necesidad de cambiar el paradigma para lograr un futuro post fósil. 

El agitado mundo del cambio cultural, social y económico que demanda imaginarnos un planeta regenerativo se seguirá encontrando con resistencias por parte de las estructuras económicas y políticas que han moldeado el sistema que vivimos, y seguramente habrá muchos más enfrentamientos como el del Reino Unido: esas son las dinámicas intrínsecas del cambio social. 

La encarcelación de éstos activistas es prueba de la polarización que vive nuestro mundo, y ésto se acentuará si no encontramos narrativas unificadoras que nos permitan realmente imaginar un futuro de bienestar para la humanidad. 

Es responsabilidad de los activistas encontrar actos y manifestaciones que no generen rechazo en la ciudadanía, pero que al mismo tiempo sean valientes y manifiesten la necesidad de un cambio transformacional en el sistema. Éstas narrativas requieren confrontar directamente la causa principal de la crisis climática: La quema de combustibles fósiles.

Por: Daniel Gutiérrez Patino*
*El autor es fundador de Saving The Amazon.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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