La directora de cine se sumerge en el misticismo para cuestionar el trasfondo de la realidad a través de narrativas y formatos de vanguardia.
Una ligera capa de neblina cobija una frondosa zona arbolada revelando, así, el clima típicamente bogotano de mediados de año. La imagen se percibe a través de una ventana ubicada justo detrás de Juanita Onzaga, quien, apenas iniciada nuestra charla, revela que tuvo que postergar unos días un viaje a México (para participar en el Festival Internacional de Cine de la UNAM) porque está terminando el casting para su primer largometraje.
Éste es un sueño que ha acariciado desde el momento en que decidió olvidarse de estudiar literatura en La Sorbona de París para adentrarse en el mundo del cine, donde su trabajo como directora le ha hecho brillar en importantes festivales europeos.
Vestida con un estilo casual y una risa contagiosa, que denota su carácter afable, ella recuerda que, mientras esperaba para hacer realidad su aventura parisina, un amigo fotógrafo comenzó a llevarla a algunos rodajes. De pronto, se vio inmersa en algo que no tenía planeado, aunque confiesa que su verdadero interés se centraba en escribir y contar historias. Así, cambió Francia por Bélgica, cuando apenas tenía 18 años, para estudiar Dirección de Fotografía y, más tarde, una maestría en Cine en la prestigiosa escuela Sint-Lukas, en Bruselas.
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Entonces, rememora, sentada y contemplando la habitación, que revela una mañana fría, vino La jungla te conoce mejor que tú mismo, realizado como su tesis de grado, mismo que ganó el Premio del Jurado a Mejor Cortometraje en la Berlinale de 2017, en la sección “Generations”.
“Me interesa mucho explorar lo que es la percepción de lo real, ese cruce entre lo ancestral y lo contemporáneo, desde una visión colombiana de las historias”
Juanita Onzaga, directora de cine
Ése fue el comienzo de una prometedora carrera en el cine, que no tardaría en refrendar. Tan sólo un año después, Nuestro canto a la guerra tuvo su premier en la “Quincena de Realizadores” de Cannes. Y apunta, con orgullo, que ese documental le abrió muchas puertas para empezar a trabajar en proyectos más grandes, siempre en una búsqueda constante por contar historias que cuestionen la percepción de lo real: “ese cruce entre lo ancestral y lo contemporáneo, desde una visión colombiana”.

TIRARSE AL VACÍO
Sin embargo, la inquietud de Onzaga por explorar las distintas posibilidades que ofrece la producción cinematográfica ha hecho que sus cortometrajes más recientes se adentren en otras temáticas, en las cuales el misticismo se combina con la tecnología y la ciencia-ficción, tal como ocurre en Flotando con espíritus, una experiencia inmersiva de Realidad Virtual que se proyectó en la Bienal de Venecia 2023 y que recientemente se estrenó en México. La historia, dice Juanita Onzaga, comienza en la Sierra Mazateca, en Oaxaca, donde dos hermanas pequeñas se preparan para celebrar el Día de Muertos. “Entonces se abre un portal entre los vivos y los muertos y entramos en el mundo de los espíritus”.
La idea del proyecto surgió hace algunos años, cuando se centró en su deseo de realizar una serie documental sobre ritos mortuorios ancestrales o precolombinos alrededor del mundo y unos amigos le hablaron de las creencias de la comunidad mazateca. Así, pasó mucho tiempo aprendiendo de los sabedores de este pueblo indígena para lograr dar vida a la experiencia audiovisual.
Sobre seguir explorando este tipo de ritos en otros países, Juanita admite: “Quién sabe si lo continúe”. Y agrega: “Lo que me interesa en todos mis proyectos es cuestionar qué es la percepción de lo real. Y no solamente cuestionarlo, sino realizar películas que puedan verse de muchas maneras desde esa mirada; y de cómo la naturaleza se comunica con nosotros de formas muy distintas”.

Para conseguirlo, no teme “aventarse al vacío” y experimentar con diferentes técnicas y tecnologías, como la Realidad Virtual. Tampoco descarta el uso de una narrativa no necesariamente lineal.
Aunque reconoce ser amante de las historias con un principio y un final a partir de experiencias cotidianas, su manera de romper el tiempo es hacer que éste no transcurra a través de la acción de los personajes. Por ello, lo despliega y hace fluir por medio de los sueños, imaginaciones y visiones: “Así lo convencional es atravesado por medio del mundo de las imágenes interiores”, afirma.
COLISIÓN DE INTERESES
Esta dicotomía en su quehacer cinematográfico encontrará una “colisión”, como ella lo llama en su ópera prima, titulada Las tierras que te buscan, misma que por estos días ocupa, prácticamente, toda su atención.
“Comencé a escribir, como en 2018, las primeras ideas en un cuaderno”, comenta, al mismo tiempo que el tono de su voz modula un ligero dejo de añoranza al recordar cómo echó a andar este anhelo que, al paso del tiempo, se ha convertido en algo tangible.
“Mantengo mi búsqueda en cuanto a querer romper moldes, pero siempre me ha interesado contar una historia larga con personajes que sufren, viven… y aman”, agrega, esbozando una gran sonrisa.

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Justo así lo hará su protagonista, una chica de 25 años que ve su vida pasar en la capital nacional, mientras, junto a su primo, emprende un roadtrip en motocicleta a través de las montañas, los pueblos y desiertos colombianos, al tiempo que el mundo físico se fusiona con el metafísico.
Por medio de este largometraje, Onzaga busca descubrir cuál es su lugar en la cinematografía nacional y cómo puede realizar una ficción más a su manera, con el lenguaje visual que le gusta utilizar, y descubrir cómo puede atravesar una historia que, en el papel, luce lineal.
A sus 33 años, y después de haber vivido una larga y aleccionadora temporada en Europa, regresó a Colombia, donde lleva año y medio. Aquí se instaló de forma permanente para sumergirse en la historia que quería contar y, quizá, para descubrir cómo ha cambiado desde los 18 años, cuando partió al “Viejo Continente” en búsqueda de su propia voz; para ver qué queda de esa mujer que se reconoce ávida de emprender una nueva búsqueda de sus raíces.