Al hablar de tendencias en la moda, la sostenibilidad se ha convertido en un común denominador, tanto en las categorías más básicas hasta en las premium y de lujo. Las marcas han venido explorando prácticas más amigables con el medioambiente y con un impacto social positivo para la creación de sus propuestas.
Está de moda ser sostenible. No solo porque se ve bien, como un traje que entalla perfectamente, sino porque es una decisión estratégica para la rentabilidad del negocio. La industria de la moda no es ajena a este fenómeno empresarial de implementar prácticas más verdes con el medioambiente y un impacto social positivo.
Razones tienen de sobra para hacerlo: un artículo de Greenpeace señala que el sector de la moda usa 1.5 trillones de litros de agua al año, siendo responsable del 20% del desperdicio del líquido en el mundo. Asimismo, se lista como las principales industrias contaminantes del planeta con el desecho de millones de toneladas de basura.
“Hoy por hoy la sostenibilidad es crucial en las estrategias y modelos de negocio de las compañías y más aún en este sector, que por décadas ha sido catalogado como uno de los más contaminantes en sus procesos de producción”, comenta Sebastián Díez, presidente ejecutivo de Inexmoda.
En su 35° edición, Colombiamoda abrió múltiples espacios para exaltar esa evolución en materia de sostenibilidad, promoviendo la circularidad, las iniciativas de impacto social y la implementación de mejores prácticas como ventaja competitiva. “Nuestra biodiversidad, amplia variedad de materiales sostenibles, cultura, raíces ancestrales y la voluntad de los empresarios son la fórmula perfecta para potenciar nuestro valor diferenciador ante el mundo y convertir a Colombia en ‘hub’ de moda sostenible para América Latina”, agrega.
Un reto de producción y consumo
Ambas caras del negocio tienen responsabilidad en la concepción de una moda consciente. Por un lado, la producción requiere de un aprovechamiento más óptimo de los recursos y una compensación de su operación que sea transparente y equivalente a su impacto. Mientras que los consumidores están llamados a revisar sus hábitos de compra, pues basta con evaluar qué tanto porcentaje de las prendas que están en el closet realmente se usan.
De esta filosofía se están apropiando grandes empresas, emprendimientos y diseñadores. “Nuestras principales prácticas sostenibles son la concientización sobre los hábitos de consumo y producción conscientes y responsables, la promoción de la circularidad y la correcta disposición final de las prendas de vestir. A través de dichas prácticas contribuimos a reducir la generación de desechos y uso de prendas innecesarias, fortaleciendo vínculos económicos, sociales y ambientales con diferentes comunidades”, cuenta Vanessa Báez Morales, cofundadora de Tu Ropero – SLOW reciclaje textil, una de las marcas participantes en la feria.
Su emprendimiento es una plataforma de servicios de economía circular en el sistema de la moda, enfocado en ampliar el ciclo de vida de las prendas de vestir mediante la reventa y la donación, así como la producción más responsable a través de la línea de aprovechamiento de residuos textiles SLOW.
Desde el diseño, referentes como Alejandro Crocker, el artista venezolano de lujo sostenible propone prendas con alta calidad y en la categoría premium que se elaboran a partir de restauración de tejidos, técnicas más ecoamigables y con un claro impacto social.
Para el diseñador, “la moda es eso que cambia, pero también eso que perdura. En los 2000 veíamos que las pasarelas se llenaban de jeans a la cadera y colores brillantes, justo como estamos volviendo a ver ahora… remanufacturar materiales olvidados es precisamente revisitar eso que el mercado ha dejado ir y la posibilidad de volverlo a introducir al presente”. Y enfatiza en que las tendencias no imponen, sino inspiran, como lo hacen las películas, la música y el arte.
“La sostenibilidad es todo para nosotros, por eso hacemos lujo sostenible. Eso significa que nuestro proceso de remanufactura busca encontrar materiales y prendas olvidadas para darles una segunda oportunidad y así detener el ciclo del fast fashion que año a año aporta millones toneladas de desperdicios en el mundo”, dice Crocker.
El reto parece mayor para las grandes empresas, que producen y venden a un público más masivo, pero incluso allí ya se han logrado notorios avances en la implementación de criterios de sostenibilidad.
“La sostenibilidad es parte de nuestro ADN de marca y somos conscientes del impacto que genera nuestra industria en el medioambiente, por eso queremos aportar un grano de arena, incentivando la moda consciente en nuestros consumidores, colaboradores y otros actores de la industria”, afirman desde Cueros Vélez para Forbes Colombia.
Este compromiso se traduce acciones como la instalación de 922 paneles solares en su planta de producción en Amagá, Antioquia; el programa ‘Envelezados por la ciudad’, para promover la movilidad sostenible entre los colaboradores, e inversiones por más de $100 millones para la protección de las abejas.
También se han sumado al bus de la circularidad a través de su ‘Taller de Restauración’, instalado en 17 tiendas del país y 2 en Chile, para darle una segunda vida a las prendas en cuero que de otro modo se desecharían. “Esta labor es realizada de la mano de artesanos expertos en cuero y talabartería, que nos permiten regular el consumo desenfrenado de moda y preservar objetos de lujo artesanal a través del tiempo”, explican. A la fecha, han restaurado más de 7.000 prendas entre chaquetas, bolsos, zapatos, correas y otros accesorios.
Visto desde la categoría de accesorios, la diseñadora de joyas Aysha Bilgrami asegura que la perdurabilidad es esencial en ese camino a ser más sostenibles, y en ello influyen los materiales, los procesos y los servicios posventa.
“Creo fielmente en que debemos darle una segunda vida a los materiales, por eso utilizo en nuestras joyas como materia prima principal la plata reciclada, recuperada y refinada de radiografías y litografías. Esta es la misma calidad de plata minada pero sin serlo”, dice Bilgrami.
Igualmente, tiene una sección BESPOKE en la que rediseña piezas antiguas o heredadas y usa esa misma materia prima para darles un nuevo ciclo de vida. Y lo más clave es la funcionalidad, sus diseños le apuestan a múltiples usos: ear cuffs como anillos, o cadenas que se pueden unir y combinar entre ellas.
Entre otras prácticas, su marca se apoya en la proveeduría local para mitigar la huella de carbono en la importación de ciertos materiales y presta un servicio posventa vitalicio para restaurar, limpiar y brillar las joyas de su tienda.
“Hay que ser un cazatesoros. Buscando piezas de alta calidad y atemporalidad, de esta manera perdurarán en el tiempo y podrán ser pasadas a otras generaciones. Mi madre y mi abuela lo han sido y he heredado piezas de todas las épocas y que desempolvo cada cuanto y quedo en tendencia”, cuenta Aysha Bilgrami.
Para Vanessa Báez Morales, cofundadora de Tu Ropero – SLOW reciclaje textil, este equilibrio en el consumo requiere de la creación y promoción de espacios educativos para que los diferentes actores del sistema moda tomen decisiones conscientes y responsables. “Es una corresponsabilidad de los diversos eslabones en los procesos de la cadena”, sostiene.
A ese llamado han respondido desde otros sectores que son transversales al desarrollo de la moda, como la banca. Isabel Cristina Martínez, vicepresidenta de Sostenibilidad y Servicios Corporativos del Banco de Bogotá, recuerda que el programa Mujeres Cambiando la Moda, en alianza con Inexmoda, nació precisamente de la lectura que hicieron del mercado, en el que las marcas locales estaban apostándole más a procesos sostenibles en su cadenas de producción y tenían un potencial de negocio importante.
Desde ya, la moda consciente se impone como una tendencia que no se quedará en el closet.