Mariana Sarmiento, fundadora de Terrasos, una empresa especializada en la estructuración y operación de inversiones ambientales, dice que hay que lograr que los proyectos de desarrollo catalicen nuevos modelos de economía en los territorios para lograr una transición energética justa para las personas y la naturaleza.
Si algo evidencia una reciente tutela de la comunidad indígena de Taganga, que pone en entredicho la actividad exploratoria en el caribe colombiano, clave para aumentar las reservas de gas en los próximos años, es el viejo conflicto entre el desarrollo y las aspiraciones de sectores que sienten vulnerados sus derechos.
Aunque el cuidado del ambiente es una tarea vital e imprescindible, esa tensión entre la ejecución de grandes proyectos de infraestructura -como los de energía solar en La Guajira, actualmente bloqueados- y las comunidades en los territorios tienen el efecto paradójico de bloquear la transición energética que promueven los mismos ambientalistas, y ha creado una especie de aversión a los mercados, que son claves para financiar la protección del medio ambiente.
¿Cómo financiar la protección de la biodiversidad? Mariana Sarmiento, CEO de Terrasos, una empresa especializada en la estructuración y operación de inversiones ambientales, explica que la resistencia en las regiones puede atribuirse a que “muy pocas veces los colombianos hemos podido presenciar cómo esos proyectos generan beneficios y contribuyen a la promesa de transformación y de desarrollo territorial”.
El reto -agrega Sarmiento, refiriéndose al caso de Taganga- es asegurarnos de que realmente los proyectos minero-energéticos catalicen nuevos modelos de economía en los territorios.
Como parte de la Semana de la Sostenibilidad 2024, Forbes habló con la fundadora de Terrasos que, a la fecha, ha generando impacto en la protección de más de 40.000 hectáreas.
Forbes: ¿Cómo realizan el acompañamiento al sector privado y por qué es un buen negocio invertir en la protección de la biodiversidad?
Mariana Sarmiento: Lo hacemos de dos maneras: la primera, mediante un ejercicio de asesoría en donde acompañamos a las empresas a transformar esas inversiones obligatorias que muchas veces tienen como costos hundidos en inversiones estratégicas, que contribuyen a mitigar riesgos, a generar nuevas fuentes de empleo alrededor de sus operaciones y, en algunos casos, también a generar nuevas líneas de ingreso.
Por otro lado, para aquellas empresas que muchas veces no tienen la capacidad o los presupuestos para poder generar equipos internos creamos una solución con unos cupos de biodiversidad a través de los bancos de hábitat. Estos son proyectos de conservación y restauración de ecosistemas estratégicos para la biodiversidad, apuestas a 30 años y si una empresa quiere hacer una contribución contundente a largo plazo compra un cupo.
En cualquiera de estos dos procesos, somos un aliado de la empresa y los acompañamos a comprender sus impactos en la biodiversidad, a comunicarles a sus grupos de interés (internos como directivos y empleados y externos).
Es una tarea que se puede dar de distintas maneras, pero siempre con un proceso de acompañamiento para generar esas capacidades dentro de las empresas.
F: Ustedes llevan 10 años realizando esta labor. ¿Qué lecciones han aprendido ?
MS: Muchas. Porque trabajar en un país como Colombia es retador, es decir, tenemos unos desafíos territoriales, donde cada territorio es distinto. Una cosa es trabajar en el Cesar, otra en el Bajo Cauca Antioqueño y otra en el Meta donde hay idiosincrasias distintas, realidades de tenencia de la tierra muy diferentes y también situaciones de orden público que generan limitaciones para este tipo de proyectos.
La primera lección aprendida es que no hay una receta. Hay unos ingredientes pero al final cómo se cocinan estos proyectos va a depender de esa realidad territorial.
La segunda lección fundamental es que al final todo protecto de inversión en biodiversidad termina siendo una alianza público-privada, tal vez no formal pero sí informal en el sentido de que requiere un trabajo con las instituciones públicas, el Ministerio de Ambiente, las autoridades ambientales para aprender conjuntamente de cómo los nuevos mecanismos de financiación de la biodiversidad pueden apalancar los objetivos de país y de región. Y cómo el privado, si bien tiene unos intereses propios, entra a contribuir al logro de esos objetivos de region y de país.
En la medida en que uno comprende eso entiende que acá cada uno de esos procesos de inversión en biodiversidad requiere un trabajo con múltiples actores y que son procesos que hay que construir y para ello hay que generar confianza que muchas veces es lo más difícil de lograr.
F: En algunos sectores hay aversión a la palabra mercado, pero los incentivos son claves y que suelen ser más afectivos que cualquier otra estrategia…
MS: Es un reto grande. Y es una realidad a la que nos enfrentamos en donde el sector privado nunca se ha visto como alguien que puede promover genuinamente la conservación de la biodiversidad.
Creo que necesitamos buenos ejemplos que muestren cómo suceden las cosas pero también parte de la problemática que ha habido y por la cual tal vez no hay buena reputación alrededor de los mercados es por la falta de transparencia.
En ese sentido, uno de los retos muy grandes que tenemos en todo lo que tiene que ver con financiamiento de la biodiversidad y con mercados ambientales, que lo que quiere decir es que hay gente que está dispuesta a contribuir y pagar por eso, y hay otra gente que está dispuesta a proveer la plata.
Para que esas dos cosas sucedan y generemos confianza, necesitamos transparencia, información y las herramientas para hacerlo. Eso pasa por cómo se vicula a medios de comunicación en esa ejecución permanente de pedagogía, pero también cómo utilizamos la tecnología para poder darle trazabilidad a los recursos.
Nuestros proyectos están tokenizados y hay total trazabilidad de cada una de las transacciones que se están haciendo y eso se está reportando ante el Minambiente.
El tema de transparencia, de cómo utilizamos la tecnología para dar confianza y cómo generamos temas de información y procesos de pedagogía, se vuelven fundamentales para poder transformar esos estigmas que puede haber alrededor del tema de los mercados.
F. Los recursos son escasos. ¿Cómo apalancar la consecución de nuevos recursos para financiar la protección de la biodiversidad?
MS: Creo que antes de apalancar nuevos recursos, uno de los grandes retos es que los recursos sean bien invertidos.
Estimaciones que tenemos, a partir de la información pública sobre obligaciones ambientales, indican que se podrían invertir más de 700 millones de dólares en biodiversidad.
¿Por qué no se están invrtiendo o cómo se están invirtiendo? ¿Cuáles son esas barreras para poder hacer el despliegue de estos recursos de una manera eficiente y costo-efectiva? Creo que antes de pensar cómo jalamos más recursos tenemos que asegurarnos de que los recursos hoy disponibles generen impactos y transformaciones permanentes en los territorios.
F: ¿Qué hay que hacer para conciliar la expectativas de los sectores más vulnerables de la sociedad con la realidad económica de un país que corre el riesgo de perder la autosuficiencia energética por el bloqueo de la exploración en el caribe, lo cual afectaría a más de 30 millones colombianos?
MS: Hay muchos territorios donde la promesa de desarrollo y transformación nunca se ha materializado. Entonces, es una realidad que el mundo va a seguir demandado petróleo y gas, y Colombia necesita asegurar su soberanía energética. El reto es cómo aseguramos que los proyectos minero energéticos permitan catalizar nuevos modelos de economía en los territorios.
Y allí es donde podemos empezar a hablar de esa transición energética, que es una transición justa para las personas y para la naturaleza, donde no simplemente estamos extrayendo sino también estamos invirtiendo en negocios remunerativos que les dan posibilidades a las comunidades de esos entornos.
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