Eugene Kaspersky, el multimillonario ruso que está detrás de sistemas que protegen a más de 450 millones de personas, defendió en una entrevista exclusiva con Forbes la creación de nuevos sistemas operativos para custodiar infraestructuras críticas y se refirió a la prohibición de sus softwares en los Estados Unidos.

Mientras Eugene Kaspersky muestra su celular, insiste en que el sistema operativo que tiene su teléfono no es ni Android ni Linux.

“Es algo completamente diferente”, recalca el multimillonario ruso, fundador de la firma de ciberseguridad Kaspersky, en una entrevista con Forbes, con el mar a sus espaldas en una sala de juntas de un hotel en Cartagena, durante una reciente visita a Colombia. “Creo que es el futuro para la infraestructura crítica”.

Con las más de 400,000 muestras de nuevos archivos maliciosos que sus más de 2,300 ingenieros alrededor del mundo detectan diariamente, Eugene se empeña en usar KasperskyOS, un sistema operativo que promete ser la base para la ciberinmunidad, presentada como seguridad incorporada contra la mayoría de los ciberataques.

“Creo que la ciberinmunidad es la única solución”, afirma Eugene. “El Internet de las Cosas debe ser rediseñado desde cero con nuevos sistemas operativos”.

Más de 450 millones de usuarios en el mundo usan los desarrollos de Kaspersky para combatir el cibercrimen masivo, ataques dirigidos y ataques a la infraestructura industrial y crítica.

Esta compañía, que ahora tiene más de 5,000 empleados e ingresos anuales de US$721 millones, surgió hace 27 años en Moscú (Rusia), cuando Eugene, después de graduarse como ingeniero de la Escuela Superior del KGB, se interesó en la seguridad luego de que su computadora fuera infectada con un virus. Forbes estima que Eugene tiene una fortuna de US$2,000 millones, con la que ocupa un puesto en la lista global de multimillonarios de Forbes.

La rutina de Eugene es cualquier cosa menos ordinaria, ya que varía en sus constantes viajes alrededor del mundo, principalmente para reuniones, conferencias y exposiciones. “Muchas personas, muchas preguntas y presentaciones”, sostiene.

Cuando está en su oficina, su agenda se llena de reuniones con su equipo. En su mismo piso, se encuentran el equipo de investigación y desarrollo y el director de desarrollo de negocios.

“Estoy en contacto con los ingenieros bastante, así como con los expertos en seguridad empresarial. El jefe de ese equipo está como a 30 metros de mí, así que me mantengo al tanto lo más posible”, explica. “Intentamos tener la menor burocracia posible, pero al mismo tiempo, la empresa está bajo un control estricto. Recogemos telemetría de todas partes. No solo tenemos tecnologías y productos perfectos, sino también procesos muy robustos”.

En la escena global, sus competidores van desde firmas especializadas como Norton, ESET y McAfee, hasta titanes de la industria tecnológica en general como Microsoft y Oracle.

“Desde el principio hemos estado compitiendo con grandes empresas”, señala Eugene. “Nuestra misión siempre fue desarrollar el mejor antivirus, lo cual ahora ha evolucionado hacia soluciones de seguridad más amplias. La clave de nuestro éxito siempre ha sido la calidad de la protección. Las pruebas independientes muestran que, mientras otros fallan en detectar malware, nosotros seguimos fuertes”.

Uno de los momentos más difíciles que ha enfrentado la compañía está ocurriendo ahora. En junio, el Departamento de Comercio de Estados Unidos prohibió la venta del software antivirus de Kaspersky en el país, citando riesgos de seguridad y privacidad asociados con su sede en Rusia. Kaspersky, que planeaba impugnar la prohibición, finalmente decidió abandonar el mercado estadounidense.

“Es muy triste”, expresa Eugene. “Teníamos clientes y empleados muy leales, y algunos de ellos se sentían como amigos. Es como perder parte de la familia. Ha sido un daño para el negocio, pero no tanto como para que no podamos sobrevivir. Ahora nos estamos enfocando más en América Latina, Medio Oriente, Asia y África. Seguimos siendo fuertes en Rusia. Pero es una pena perder amigos y clientes. Es como un terremoto, malo para todos, pero no podemos detenerlo”.

Para Kaspersky, el liderazgo no se trata solo de gestionar un negocio, sino de inspirar y empoderar a las personas.

“Tenemos que trabajar mucho y entregar productos de alta gama, pero al mismo tiempo, necesitamos ser amigos y divertirnos”, expone Eugene, afirmando que en sus oficinas principales tienen espacios para juegos. “No se trata de trabajar como robots, sino de trabajar con personas”.

La percepción de Eugene sobre América Latina es tanto realista como optimista. Reconoce los desafíos de la región, particularmente en aumentar la conciencia sobre la ciberseguridad.

“En América Latina, todavía hay una brecha en la conciencia sobre la seguridad informática, particularmente en lo que respecta a teléfonos móviles y seguridad industrial”, puntualiza. “La región no es una presa fácil para los ataques cibernéticos, pero aún queda trabajo por hacer para aumentar la conciencia y educar al mercado”.

Entre tanto, no cree que la inteligencia artificial, la tecnología que ahora está atrayendo todos los reflectores, sea una solución definitiva que vaya a desplazar a todos los humanos de sus tareas.

“El aprendizaje automático es útil para automatizar tareas y optimizar procesos, pero no creo que veamos una inteligencia real como la del cerebro humano pronto, tal vez ni siquiera en este siglo o en el próximo”, declara Eugene.

Con esa misma convicción, a quienes lideran compañías que se respaldan en tecnología, les recomienda encontrar un problema que les apasione.

“Debe sentirse como una parte de tu vida. Luego, encuentra a las personas adecuadas para que te ayuden”, finaliza Eugene. “No temas las dificultades; necesitas resolverlas. Trabaja duro durante cinco, diez, quince, veinte años, y lograrás el éxito”.

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