Para que Bre-B tenga éxito y no se convierta en otra oportunidad perdida, es crucial asegurar que su uso sea universal y gratuito.
Carta editorial
Si usted tiene una cuenta de ahorros en Colombia, transferir dinero a otro banco o billetera digital puede costarle dinero y tomar hasta dos días hábiles en completarse.
Estos retrasos no solo son impresentables; reducen la velocidad del dinero en la economía, afectando el flujo de caja de las empresas y frustrando a los usuarios -mucho más a quienes viven en el día a día para cubrir gastos como el arriendo o la comida-.
Para las pequeñas y medianas empresas, estos obstáculos afectan su capacidad de operación y de inversión. En una economía que se digitaliza, la demora de las transacciones y sus costos asociados son un palo en la rueda para la inclusión financiera.
La gente, acostumbrada a servicios en tiempo real, sigue recurriendo principalmente al efectivo, desalentando el uso de servicios financieros formales y alejándose de los beneficios de la digitalización.
Una alternativa actual es Transfiya, una solución de pagos desarrollada por ACH Colombia que algunas entidades han implementado, pero con limitaciones: algunos bancos suelen cobrar comisiones por su uso y existen topes diarios de transferencia.
Por eso es que Colombia merece más que Bre-B, el sistema de pagos inmediatos del Banco de la República que estará disponible en 2025. La propuesta busca permitir que las personas transfieran dinero entre cuentas de diferentes entidades en tiempo real, a cualquier hora y día de la semana.
Sin embargo, surgen preocupaciones: Bre-B no será gratuito, ya que cada banco tendrá libertad de fijar sus propias tarifas, según indicó Ana Maria Prieto, directora departamento de sistema de pagos del Banco de la República, y tampoco será obligatorio para todas las entidades financieras. (Luego de haber sido publicada esta carta editorial, el gerente del Banco de la República, Leonardo Villar, aclaró que la tarifa de la operación de Bre-B para los usuarios será de $0 en los primeros tres años)
Las lecciones de América Latina son claras. CoDi, en México, no logró una adopción significativa porque su uso no era obligatorio y las comisiones generaban resistencia. Por otro lado, Pix, en Brasil, es un éxito rotundo: más de 155 millones de usuarios, equivalentes a más del 90% de la población adulta, lo usan. La diferencia es que Pix es obligatorio para todas las entidades y no cobra a los usuarios.
Para que Bre-B tenga éxito y no se convierta en otra oportunidad perdida, es crucial asegurar que su uso sea universal y gratuito.
Un proyecto de decreto del Gobierno, que reposa en la Unidad de Proyección Normativa y Estudios de Regulación Financiera podría ser la respuesta: prohibir la discriminación de precios en transacciones financieras. Si avanza antes de la entrada de Bre-B, ninguna entidad podrá cobrar por transferencias a clientes de otros bancos si no lo hace por las transferencias dentro de su propio ecosistema.
*El autor es el editor general de Forbes Colombia.
#NuestraRevista Este es un artículo publicado en nuestra edición de la revista Forbes Colombia de agosto. Si desea recibir esta información de primera mano en nuestra revista física, suscríbase aquí.